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LUIS GÓMEZ
Martes, 11 de septiembre 2018, 00:24
Hay cosas que siguen sorprendiendo en el mundo de la moda. 'Vogue', considerada la 'biblia' de la industria fashion, ha necesitado toda una vida para encargar la portada de la revista a un fotógrafo negro. En concreto, ha tardado 126 años, los mismos que lleva en los quioscos. El elegido en cuestión sólo tiene 23 años y se llama Tyler Mitchell. Su bautismo ha sido sonado y 'dirigido'. La elección se resolvió 'a dedo'. Fue Beyoncé quien decidió qué artista la retrataría para el número más importante del año de la cabecera estadounidense. Encargada de la selección de todos los contenidos de la publicación, la mujer del rapero, productor y empresario Jay-Z tuvo claro desde el principio el nombre del fotógrafo.
¿Casualidad? Por supuesto que no. ¿Alguien cree que una superestrella que controla hasta el extremo más insignificante de su carrera posa para el primero que pasa delante de sus narices? 'Vanity Fair' confirmó lo que era un secreto a voces: la diva empleó todo su poder e influencia, que es enorme, para adjudicar a Mitchell un trabajo de notoriedad. La cuestión es obvia: ¿Y quién es él?
De todo el ruido provocado por esta histórica portada una cosa ha quedado clara. No conviene minusvalorar el oficio del chaval, que ha trabajado como director de vídeo para la editorial Condé Nast. También grabó la performance artística de Solange Knowles, hermana menor de Beyoncé, en el Hammer Museum. Pese a su juventud, ya lucía galones cuando 'Times' le incluyó el año pasado como uno de los talentos emergentes más prometedores. No es un cualquiera en su oficio. Aseguró entonces que le gustaba «retratar a gente negra y de otras razas de una forma realista y auténtica». Y preguntado sobre la profundidad de su estilo, respondió que dispara con «una mirada honesta», sin concretar qué le distingue de la competencia.
Nacido en Atlanta, Mitchell rompe moldes, ya que, a diferencia de sus colegas, nunca ha limitado su actividad a las pasarelas. En 2015 recibió un fuerte aldabonazo. Algunos de los mejores diseñadores le abrieron las puertas de par en par a raíz de un libro protagonizado por patinadores cubanos donde resaltaba la arquitectura del país caribeño. Importantes publicaciones como 'i-D' le tomaron enseguida la matrícula, mientras Mitchell empezaba a sumar miles de 'followers' en su cuenta de Instagram. Sin embargo, antes de trabajar para marcas como Givenchy, Marc Jacobs, Converse y American Eagle y retratar a personalidades de la comunidad afroamericana como el cineasta Spike Lee y la actriz Zazie Beetz, Mitchell ya se había forjado un notable prestigio en periódicos de información general.
Se apuntó un importante tanto con reportajes con los que intentó concienciar sobre los tiroteos y matanzas ocurridos en distintos centros escolares de Estados Unidos. En uno de ellos incluyó mensajes enviados por las víctimas instantes previos a ser asesinados. «No creo que mis fotografías estén contribuyendo a que la gente sienta el impulso de comprar más o vender un estilo de vida aspiracional. Busco provocar en la juventud una reacción que les haga pensar: 'Antes no nos veíamos reflejados aquí'», expresó.
Pese a que en el ánimo de la publicación dirigida todavía por la todopoderosa Anna Wintour subyace un deseo de ofrecer un «mosaico de perspectivas», estrellas como Naomi Campbell e Iman, la viuda de David Bowie, cuestionan su estrategia y mantienen que la moda sigue marginando «a las mujeres negras». Alegan que los editores tienen a «un puñado de fotógrafos favoritos» y resaltan las dificultades de acceso a un círculo tan restringido. De hecho, no son pocas las voces que han cuestionado que esta tardía apertura de miras ha vuelto a dejar en muy mal lugar a un negocio que parece más anclado en el siglo anterior que el actual.
Beyoncé, por el contrario, se ha mostrado eufórica por visibilizar el trabajo de Mitchell: «Cuando comencé, hace 21 años, me dijeron que me sería difícil acceder a portadas de revistas porque los negros no vendían», escribe la cantante en los pies de foto que acompañan las imágenes de sus espectaculares posados. «Claramente, se ha demostrado que es un mito. No solo aparezco en la portada de septiembre, el mes más importante para 'Vogue', sino que, además, la ha realizado un fotógrafo afroamericano», reivindica. No obstante, cree que aún queda un largo trecho por recorrer. «Hasta que haya un mosaico de diferentes etnias detrás de las cámaras, seguiremos teniendo un enfoque estrecho y una visión irreal de cómo es el mundo».
La historiadora Valerie Steele, directora del museo del FIT, la principal escuela de moda de Nueva York, exculpa en cierta manera la tardanza de las revistas del sector en abrirse a nuevos valores, independientemente del color de su piel. «Los editores quieren a alguien que les ayude a vender el mayor número de ejemplares. No van a utilizar a nadie que sea remotamente diferente ni en quien no confíen». Según el crítico de arte Antwaun Sargent, la discriminación no atiende exclusivamente a términos de «raza. Se extiende al género y la edad». Por ello no tiene ninguna duda que Mitchell ha llegado para quedarse por la «forma en que ilumina la piel negra».
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