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Mario Vidal
Lunes, 26 de enero 2015, 00:35
Todo tiene su versión online. Todo lo que pasa en el mundo físico, real, alejado del wifi y la nube puede acabar trasladándose a ella de una manera u otra. En internet tenemos el conocimiento, nuestras fotos, archivos Allí está el cine, la radio y la tele. Y también, a un botón de distancia, muchos de nuestros amigos que físicamente se encuentran lejos,. En las redes sociales lo colgamos todo: nuestros intereses, lo que nos gusta y lo que no, lo que apoyamos y lo que desaprobamos.
Quejarse en internet es muy fácil porque hay cientos, miles, millones de espacios y canales para hacerlo: en nuestra web, por correo electrónico, en nuestro muro de Facebook, en mensajes privados, en foros Y desde hace un tiempo tenemos una red social específica para eso que antes hacíamos en los bares: quejarse. Su nombre es Critizen y sus fundadores la definen como un espacio para quejarse fuerte. No obstante, esta plataforma que clasifica a sus usuarios como disgustados, frustrados, indignados y furiosos, también admite alabanzas que se guardan en el rincón para clientes felices.
Allí nuestras quejas están a la vista de cualquiera. Nuestros argumentos negativos se ordenan por tiendas, marcas y productos. De esta manera uno puede leer en una tarde todas las críticas relativas al establecimiento que tenía pensado visitar o el artículo que planeaba comprar.
Para quejarse en este espacio hay algunas normas como, por ejemplo, registrarse y hacerlo con nuestro nombre real. No es necesario que publiquemos una fotografía de nosotros mismos, pero sí podemos acompañar nuestra protesta al fabricante de aspiradoras con una imagen del producto roto.
Critizen puede entenderse como la queja de último recurso. Tras acudir al fabricante o propietario para exigir cualquier compensación y obtener una negativa por respuesta, siempre podremos descargar nuestra opinión en la red con la esperanza de que la empresa afectada decida limpiar su reputación online a base de cambiar su política de atención al cliente.
Pero ¿qué hay de las malas intenciones? ¿Y si la competencia se dedica a escribir mensajes negativos que no son del todo ciertos? Esta red social trata de evitar que un negocio se hunda por las acciones de la competencia a través de un sistema que mide la intensidad de mensajes que llegan sobre una misma compañía y las localizaciones desde las que proceden.
Y es que lo que se dice de nosotros es muy importante. La reputación en la web determina el éxito o el fracaso de cualquier negocio. Es el boca a boca del siglo XXI. De hecho, muchos usuarios buscan en internet antes de comprar un producto, alojarse en un hotel o comer en cualquier restaurante. Sus críticas y alabanzas nos ayudan a decidir. No conocemos personalmente a sus autores, pero actúan como prescriptores, embajadores de lo bueno y feroces enemigos de lo contrario.
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