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Mario Vidal
Lunes, 1 de junio 2015, 02:01
Imaginen que un buen día tenemos que dejar de contar con las comodidades del agua corriente y la electricidad. El caos reinaría en nuestras vidas. Y algo similar pasaría si la nube de internet se borrara de nuestro horizonte. Es difícil pensar en un mundo sin el cloud computing, pero tratemos de ponernos en situación.
De repente, nos daríamos cuenta de que internet ya no está ahí al poco de despertarnos por la mañana. Miraríamos el móvil y veríamos que no hay correo, no hay mensajes, ni aparecen actualizaciones en Facebook o Twitter. Reiniciaríamos el wifi de casa, pero sin ningún resultado. Los datos móviles tampoco nos ayudarían. Y no. De ninguna manera podríamos expresar nuestro enfado por la caída en las redes sociales porque tampoco funcionarían.
Extrañados por el fallo generalizado en la red, iríamos al trabajo. Y de camino quizá pudiéramos pensar que seríamos más productivos en la oficina si no estuviéramos tan pendientes de internet, del móvil, de las redes sociales ¿pero acaso podríamos trabajar? Muchos, muchísimos trabajos dependen del correcto funcionamiento de la nube. Nos sentiríamos incomunicados al tener que ir al banco -en persona- para realizar cualquier movimiento y al no poder hablar fácilmente con nuestros contactos. Tendríamos que volver al trato telefónico y desempolvar las guías con los números -si es que todavía las tenemos impresas-.
Nuestra economía sufriría un duro golpe, puesto que las empresas detendrían toda actividad relacionada con la nube. También se pararía por completo el funcionamiento de las administraciones que hacen uso de la red para el procesamiento de documentos, la gestión de datos, etc.
Otra de las graves consecuencias sería la falta de seguridad, puesto que la identificación de amenazas para la población y las investigaciones necesarias para detenerlas se volverían mucho más rudimentarias. Desde la imposibilidad de compartir información entre las distintas fuerzas de seguridad a la inexistencia de cámaras de seguridad que ya registran las imágenes en la nube de internet.
¿Es posible tal desastre?
Pero, ¿realmente internet se puede acabar de un día para otro? La respuesta es no. La caída total de la nube es prácticamente imposible porque su matenimiento se basa en la unión e interconexión de una gran cantidad de servidores. Hoy en día se producen fallos en algunos de ellos, caídas temporales, que de ninguna manera afectan a la totalidad del servicio. De hecho, la mayoría de estas caídas solo las percibimos cuando afectan a alguna herramienta que estamos utilizando en ese preciso instante.
Sin embargo, ponerse en esta situación tan extrema nos puede ayudar a entender que una gran parte de nuestras acciones diarias dependen directamente de esa red que siempre está ahí.
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