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Las cuentas son las que son y no dejan resquicio alguno para que aún pueda pensarse en la salvación. Son tantos los partidos en los que ha debido ganar que no lo ha hecho que el del viernes en el Abanca Balaídos que la credibilidad es un matiz que ya no existe para nadie, puede que ni para los mismos jugadores. El Almería es presa de no saber qué es necesario y qué es una obligación. El deber tiene un aspecto personal, donde la moral del individuo lo lleva a desear hacer algo o no, lo que trasladado a la UDAlmería fue una situación que existió en las primeras jornadas. La obligación no puede evitarse, condicionada por algo que es estricto cumplimiento, como ganar el viernes en Balaídos.
Y lo visto el pasado viernes ante un rival que tuvo a favor el acierto del que no disfrutó la UD Almería, sólo eso porque su exposición futbolística tuvo temeridad, pero no valentía, rescata lo que muchas veces se ha visto en deporte, en el que a grandes jugadores o equipos se les ve estar mandando en la tabla de clasificación y, de golpe y porrazo, ver que difícilmente mantienen esa posición. El momento del cierre, de la definición, son los momentos más difíciles, los de mayor estrés y tensión. Es cuando la presión lucha por ser suprema e independiente y, en ciertos casos, hace falta un resto de fortaleza mental y potencia psíquica para ejercer un control que no haga desviarse del camino perfecto.
Miedo a ganar
Esta situación despierta un proceso inconsciente que se ha dado en llamar 'nikefobia', un fenómeno psicológico ligado con el miedo a triunfar o, como lo denominó el gran padre del psicoanálisis –Sigmound Freud– en 'Los que fracasan cuando triunfar'. Es el 'miedo a ganar', una característica muy sugerida y que suele manifestarse con asiduidad en situaciones en los que está cerca un título o es obligada la victoria. Tal y como sucedió el pasado viernes con el equipo indálico.
Obligado es que a la conclusión del partido, Gaizka Garitano se desviara a la hora de hablar de lo que suponía la derrota rojiblanca ante el equipo olívico y si la misma suponía ya el adiós, justo cuando el jueves, en sala de prensa, argumentó que «este es un partido clave para nosotros, si nos queda vida es a través de este partido». El deriotarra explicaba que «tenemos que seguir peleando por respeto a una ciudad y a una afición» para después incidir en que «seguimos peleando y compitiendo, defendemos una camiseta y tenemos que seguir hasta el final, sea con nueve jugadores o en una situación muy mala como estamos. El equipo tiene que seguir pelando y buscando esa victoria».
El rojiblanco no dudó en hablar también de la fortuna, esquiva en un par de ocasiones. «Nos pasa todo, todas las desgracias juntas como la lesión de Luka, quedarnos con diez por la expulsión y luego con nueve. Hemos jugado casi todo el segundo tiempo con un jugador menos y luego con dos jugadores menos cuando el partido estaba vivo y ha sido una derrota dura para nosotros porque era una oportunidad de poder engancharnos», reconoció.
Méritos contraídos
Sin embargo no le quitó 'mérito' a lo que hizo el equipo, pese a que Bruno Langa, en la primera parte, estrelló un balón en la madera y luego mandó el rechace por encima del larguero. Realmente, ese fue el único disparo con peligro de los rojiblancos en todo el partido. Así, el técnico indálico apuntó que «el partido estaba vivo. Estábamos defendiendo bien, nos costaba llegar arriba, hemos tenido esa del palo», para luego no esconder que «nos estaba costado generar. Ellos tampoco estaban generando claras porque hemos defendido bien. Nos ha faltado crear ocasiones de gol. Luego con nueve jugadores tanto tiempo no era fácil».
El entrenador del cuadro unionista, que no quiso hablar de la expulsión –«no voy a entrar a valorar eso», dijo–, puso énfasis en esa situación. «Jugar media hora con diez y prácticamente 20 o 25 minutos con dos jugadores menos es lo que ha marcado. Esa jugada desgraciada ha hecho quedarnos con diez y luego con nueve».
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