Edición

Borrar
Los rojiblancos se echan manos a la cabeza; en 14 partidos encajaron antes del m. 20. A. Lof
La UD Almería y la sombra de lo inevitable
UD Almería

La UD Almería y la sombra de lo inevitable

La fragilidad temprana de la UD Almería apunta al hecho de que encaja un gol en los primeros 20 minutos en un tercio de la Liga, factor que marca la actual temporada

Juanjo Aguilera

Almería

Lunes, 7 de abril 2025, 23:00

Cada gol encajado en los primeros minutos parece ser una sombra que se cierne sobre la UD Almería, como si fuera algo inevitable. Un equipo que, repetidamente, sufre las consecuencias de empezar a contracorriente, se encuentra atrapado en una espiral negativa que parece casi imposible de romper. Recibir goles tan temprano no sólo afecta en el marcador, sino también en la moral de los jugadores, que tienen que pelear contra una adversidad que, por desgracia, ya forma parte de su historia reciente. Es como si el primer gol fuera un presagio de lo que está por venir, una señal de que el partido, y la temporada, seguirán marchando en esa misma dirección.

Este patrón de vulnerabilidad en los primeros minutos, en el que el equipo parece estar a merced del rival antes de haber tenido tiempo de asentarse, ha sido la constante que ha marcado al Almería. Cada vez que la pelota entra en la portería tempranamente, el equipo se ve sumido en una sensación de inevitabilidad, como si ya estuviera escrito que el partido será cuesta arriba. Y mientras esa sombra persiste, el Almería sigue luchando contra algo más grande que la propia competición, es como una carga emocional que lo condiciona, que lo hace caminar bajo el peso de lo que parece una derrota anticipada.

La temporada de la UD Almería está siendo una de las más complicadas de su historia reciente y un dato destaca con especial claridad porque 14 de los 47 goles encajados han llegado antes del minuto 20 –sólo en Elche y Zaragoza no influyeron en la victoria indálica, empatando tres partidos más en los que se dio esa circunstancia–. Este número no es un simple dato estadístico, se trata de una señal de alarma. Recibir tantos goles tan temprano en los partidos refleja una debilidad defensiva, también que está marcando el desarrollo de cada encuentro. Y es que, cuando el equipo empieza a contracorriente, las opciones de reacción disminuyen considerablemente.

El arranque

En Granada, al Almería le volvió a costar arrancar el partido, como en Albacete, A Coruña o Burgos. Con cada gol en contra en los primeros minutos, el equipo se ve obligado a remar desde el inicio, algo que se ha convertido en una constante. Y eso pesa en los jugadores y en la afición, que empieza a sentir que, cuando el primer gol llega tan temprano, la remontada se convierte en una misión casi imposible.

Lo que está pasando esta temporada no es un caso aislado. En la campaña anterior, el equipo también sufría una vulnerabilidad similar. Entonces, la UD Almería encajó 18 goles en la primera media hora de los partidos. Este dato muestra que el problema es recurrente y que parece haber calado en el ADN del equipo. Es como si, por alguna razón, el Almería tuviera dificultades para salir a competir de inmediato y esa sensación parece haber perdurado. Cada gol en contra en los primeros minutos coloca al equipo en una posición incómoda que, con el tiempo, se va convirtiendo en una costumbre difícil de romper.

Y este patrón no es solo un problema de números. Los primeros minutos de cualquier partido son clave para sentar las bases de lo que va a ser el resto del encuentro. Cuando el Almería encaja temprano, pierde el control del marcador y también el control emocional del partido. La presión aumenta, los jugadores se sienten más inseguros y el rival comienza a jugar con más libertad, aprovechando las fisuras que deja el equipo en su salida.

La carga psicológica del inicio

Cuando un equipo encaja goles en los primeros minutos, las consecuencias condicionan lo táctico y lo psicológico. En el caso de la UDA, cada gol tempranero parece calar en la moral del equipo. La sensación de que las cosas no empiezan bien se va intensificando con cada partido. Este impacto emocional puede hacer que los jugadores se presionen más de lo necesario y esa ansiedad, a menudo, perjudica más que beneficia.

Hay algo particularmente frustrante en recibir goles tan tempranos y es lo concerniente a la sensación de que el equipo ya está en desventaja antes de que realmente haya tenido tiempo de reaccionar. No es solo un gol, es el peso de todo lo que viene después. En muchos de esos partidos, los jugadores sienten que deben correr contra el reloj y esa urgencia rara vez se traduce en claridad de ideas o en un juego fluido. En cambio, produce más desconcierto, más imprecisión y eso se nota en la dinámica del juego.

¿Por qué ocurre esto?

Las causas de este problema son variadas, pero lo más evidente es la falta de concentración en los primeros minutos. Es como si el equipo no estuviera completamente metido en el partido desde el principio. Los jugadores parecen entrar al campo sin la intensidad necesaria, lo que les deja expuestos a los primeros embates del rival. La defensa, en especial, parece vulnerable, como si el Almería no hubiera terminado de despertar cuando el partido ya está en marcha. Y, por supuesto, esto se ve reflejado en los goles que se encajan de manera tan temprana.

No hay que olvidar que el sistema táctico del equipo también tiene mucho que ver. Si el planteamiento inicial deja huecos o no es lo suficientemente sólido, los rivales lo aprovechan sin dudar. Puede ser que el Almería no esté bien posicionado al inicio de los partidos y eso se convierte en un problema crónico cuando los rivales son tan rápidos para explotar esas debilidades.

Directo al alma

Lo que ocurre cuando un equipo recibe goles tan temprano no se limita a lo que sucede dentro del campo. La afición también lo sufre. En el caso del Almería, el entorno se ve envuelto en una atmósfera de frustración cada vez que el equipo se ve por debajo en el marcador a tan solo unos minutos de haber comenzado. La paciencia de la grada se pone a prueba y esa sensación de impotencia se transmite rápidamente al vestuario.

El vestuario, por su parte, siente la presión de la grada, pero también la presión interna. Los jugadores deben lidiar con la ansiedad de tener que remontar, mientras que los aficionados empiezan a dudar de que el equipo pueda reaccionar. Es una espiral negativa que difícilmente se rompe por sí sola. El primer gol encajado se convierte en un lastre emocional que pesa sobre los jugadores durante todo el encuentro.

Cómo arreglarlo

El Almería necesita encontrar una forma de empezar los partidos con más concentración y solidez defensiva. La clave está en salir al campo con la mentalidad correcta, sabiendo que los primeros minutos pueden ser determinantes. El equipo debe ser consciente de que no puede regalar esos primeros momentos del partido, porque cada gol encajado a los 5 o 10 minutos pone al equipo en una situación muy difícil.

El cuerpo técnico tiene la responsabilidad de trabajar estos aspectos con urgencia. No se trata sólo de hacer ajustes tácticos en la segunda parte, sino de lograr que los jugadores estén completamente enfocados desde el pitido inicial. Puede que haya que ajustar la disposición táctica o, simplemente, reforzar la preparación mental. Lo que está claro es que la vulnerabilidad inicial tiene que corregirse lo antes posible si el Almería quiere tener alguna posibilidad de salvar la temporada.

Incierto, pero no imposible

Si la UD Almería quiere evitar un final de temporada angustioso, tendrá que empezar a corregir esta dinámica de encajar goles en los primeros minutos. La solución no está en esperar una remontada milagrosa, sino en mejorar la consistencia y concentración desde el principio. Sólo así podrá empezar a pensar en un futuro mejor, sin que cada partido sea una constante lucha por remontar lo que se pierde antes del minuto 20.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

ideal La UD Almería y la sombra de lo inevitable