Ea

Cada lugar y cada sitio tiene su propio encanto porque cada lugar y cada sitio mantienen una esencia propia. A veces es la gastronomía y a veces es el paisaje. Y a menudo también es el léxico. Expresiones con pedigree. Palabras que, en ese sitio particular tienen un significado muy concreto pero que, sin embargo, cuando las arrancas y las exportas se quedan totalmente vacías.

En La Mancha se dice mucho «ea». Y es imposible que usted, querido lector, comprenda cuál es su significado si no lo ha escuchado jamás. Para comprender ese 'ea' –e incluso para explicarlo– debería vivir una situación en la que de repente alguien suelte ese 'ea'; será entonces –y solamente entonces– cuando sin que nadie le haya definido esa palabra comprenda por completo qué quiere decir 'ea' y en qué momento de la vida debe utilizarse.

Se trata solo de dos letras. Es una expresión brevísima. Apenas un suspiro. Pero un 'ea' a veces explica lo inexplicable. Porque el 'ea' encierra comprensión. Es como un punto y final. Es el equivalente al «es lo que hay» o un «pues ya está». Pero el 'ea' es más cercano y más certero. Piense en el empate sumado por la UDAlmería en el Nuevo Mirandilla de Cádiz el pasado viernes y le saldrá de dentro ese 'ea'.

El fútbol es un 'ea' constante. Durante ochenta minutos tuvo el Almería media permanencia en Primera División y se le escurrió en una acción fatal. Un medio rebote. Un balón ahogado. Una jugada vulgar. El borrón del escribano. No sería justo el reproche a un equipo que deberá desmarcarse de esa sensación de entierro que nos asaltó a todos con el remate de Lucas Pérez.

Viene un tramo de calendario exigente y la veleta del fútbol es muy sensible a las ráfagas de aire que dejan esos detalles que solo se explican con un «ea».