La noticia de tu marcha me trae a un estado de rebeldía incluso contigo en el que un tal yo preso de sus emociones llega a pensar que en esto perdemos nosotros incluso más que tú.
Lo eras en la cancha de la vida, por tu asumir derrotas y victorias con un mismo talante, nunca ganaste con abuso ni soberbia ni histrionismo ni la teatralidad humillante para el rival tan del disgusto de hoy ni perdiste con rebeldía mal expresada ni queja injustificada ni victimismo superfluo.
Tu fortaleza lo fue de ganador, de líder, la que te tuvo siempre en la élite y resiliencia y dignidad y sufrimiento discreto cuando te tocó despedir a tu añorada hija María José, engullida por la mar en plena y rabiosa madurez.
Ángel eres porque tu humanidad y generosidad son fuera de lo común, al menos del mundo común de hoy, y sin saberlo marcaste a esta sociedad ibérica el camino de lo que había que hacer para volver a la normalidad en algunos de nuestros más graves problemas hoy resuelto y que por fortuna, has podido disfrutar tú también, legado imborrable para todo aquel que sepa leer entre líneas.
En tu condición de coruñés te nombraríamos y pondríamos al lado de cualquiera de los Príncipes Gallegos, aunque uno a sabiendas de que por tu sencillez y humildad lo rechazarías no se me ocurre otra que, para hacer el Honor a tal Señor en mi corazón, la generosidad de tu alma y la inmortalidad de tu obra como el más Propio de los Príncipes Gallegos … a quien quiera y sepa escuchar.
Te sigo queriendo y como siempre te dije: SIEMPRE ES SIEMPRE.
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