De riguroso negro

Habló Mohamed. De riguroso negro en su vestir, supongo que por una cuestión de estética, de elegancia y sin simbolismo alguno, entre otras cosas porque en nuestra cultura el negro sí que manifiesta luto, pero de dónde él viene, el blanco es el que procede en momentos de duelo. Total, que más allá de su puesta en escena, nada de simbolismo hay. Buen comienzo. Alivio, al menos.

Otra cosa, habitual en él, fue el rostro serio. Diría yo que cabreado, por lo que sea, al menos eso transmite. Es lo que tiene ser un tipo duro, de esos que no se permiten sonreír. Es verdad que la situación de la UDA, en lo deportivo, no es para reírse, salvo que seas un rival, pero tampoco es cuestión de estar peleado con el mundo. Que se pone uno muy feo y salen arrugas, que dicen las abuelas.

Y esa voz. Profunda, masculina y en 'dolby surround', para dar más empaque a su mensaje. Mensaje que fue amplio y extenso, sin autocrítica y convencido de que los pasos son los acertados, aunque las obras anunciadas y el proyecto deportivo están en las antípodas de lo manifestado, de lo esperado y de lo exigido desde Arabia. Claro que esto son cosas que se solucionan desde los puntos de vista. Y el bueno de Mohamed, pese a su rostro, rictus y lenguaje corporal, incluso el tono de su exposición, estaba optimista en su relato y lo ve desde su prisma, distinto del nuestro. Y aquí viene lo divertido del momento ya que cada aficionado deberá interpretar al dirigente egipcio. Si se queda con la preocupación que muestra su puesta en escena o mejor con la esperanza de sus palabras. Porque son contradictorias. O no. Porque Mohamed es así, duro, serio, espartano, severo, firme y ciertamente rígido. Contradictorio, en todo caso. Total, que por sus hechos los conoceréis.