![Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización: «No debemos perder derechos con la digitalización»](https://s2.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/07/26/vivir-etv-carme-artigas-kAIB-U200863585703PAD-1200x840@RC.jpg)
![Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización: «No debemos perder derechos con la digitalización»](https://s2.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/07/26/vivir-etv-carme-artigas-kAIB-U200863585703PAD-1200x840@RC.jpg)
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No deja de ser irónico que la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial tenga que llamar a los técnicos para que solucionen un problema con su micrófono durante la videollamada con este diario. Pero Carme Artigas demuestra que nadie se libra de sufrir ... los caprichosos embates de una tecnología que cada vez está más presente en todos los aspectos de nuestras vidas y que, si bien se desarrolla para hacerlas más fáciles, a veces las complica sobremanera.
Por si fuese poco, se avecina una nueva revolución que va a volver a cambiar el mundo. «Hasta ahora, la automatización ha afectado a los trabajos de menor cualificación, porque automatiza tareas de poco valor añadido y nos libera de labores tediosas e incluso de riesgo. Pero la IA generativa pone en riesgo funciones que hasta ahora han sido de alta cualificación, empezando por un desarrollador de 'software', cuya profesión veíamos hasta hace dos años como con un gran futuro», explica Artigas.
– ChatGPT ha propiciado un salto en la inteligencia artificial general, y sorprende que sus desarrolladores señalen que supone una amenaza para la humanidad. ¿Cómo de preocupante es?
– Tenemos claro que va a proporcionar muchas ganancias, sobre todo en productividad, que va a cambiar la naturaleza de los procesos de trabajo y que va a hacer evolucionar los sectores tradicionales hacia la economía del dato. Estamos en una transición, dejando atrás un modelo industrial que ya no funciona, obsoleto e incompatible con el medio ambiente, y caminando hacia otro que debemos construir tomando el control para asegurarnos de que los beneficios y los costes se reparten de forma equitativa entre toda la sociedad. Tenemos que asegurarnos de que en este viaje a la digitalización el ciudadano no pierde ni garantías ni derechos.
– Da la sensación de que la tecnología se mueve a una velocidad inalcanzable para la gente.
– Es cierto. Las tecnologías disruptivas, cuyo impacto es exponencial, se hiperaceleran. Ahora nos fijamos en la IA, pero ya avistamos la computación cuántica, las neurotecnologías o la biología sintética. Todas provocarán transformaciones con altísimo impacto. Por eso, la clave está en que estos procesos los controle el ser humano. Para lograrlo, desde 2020 trabajamos en la ética y la sostenibilidad de estas tecnologías con el objetivo de controlar sus riesgos socioeconómicos. Es lo que llamamos la tercera vía, que España lidera a nivel europeo.
– ¿Una tercera vía frente a las que abanderan Estados Unidos y China?
– Sí. Parecía que Europa asistía a un partido de tenis entre el modelo americano, en el que los datos están en manos de las empresas privadas, que a menudo los obtienen de forma opaca, y el chino, en el que los datos están en poder del gobierno para el control de la sociedad. A nosotros no nos gusta ninguno de los dos. Por eso, proponemos que los datos estén en manos de los ciudadanos, que deciden su uso y participan en su gobernanza.
– Parece un modelo bastante utópico.
– Al principio, todo el mundo nos miraba por encima del hombro. Decían, 'ya están aquí los europeos hiperregulándolo todo y matando la innovación', y pensaban que nos adelantarían por la derecha. Pero el mundo se ha dado cuenta de que, o lo paramos antes o no seremos capaces de revertir los efectos nocivos de estas tecnologías. Es urgente que solucionemos los dilemas éticos que presentan, lo mismo que sucede con el cambio climático, el otro gran problema de nuestra generación. Si no lo hacemos, no habrá segunda vuelta.
– Da miedo.
– Exacto. El daño que podemos hacer en la salud mental, a nivel de discriminación, y en la pérdida de derechos puede ser irreparable. Por suerte, ChatGPT ha logrado que la industria y la gente se den cuenta de ello. Ha provocado un momento eureka en el que se ha visto que estos inventos, sin control o en malas manos, puede tener efectos muy dañinos. Por eso, ya no somos la tercera vía sino la única vía. Y eso es una gran noticia. Estados Unidos ya ha puesto en marcha un código de conducta para la industria, y China ya está empezando a regular las 'deepfakes' porque está preocupada por la usurpación de la identidad. Hay que lograr un consenso internacional para legislar sobre estas tecnologías, que es el encargo de la presidencia europea de España.
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