«La adrenalina se dispara al dar con una montaña de 60 metros sumergida»
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Alexander Lehnen 36 años, de Alemania. Bajo el Mediterráneo hay atractivos turísticos como 'Placer de la Barra Alta'Arturo Checa
Domingo, 14 de agosto 2022, 00:03
Esto son un alemán, un inglés y una francesa que van a practicar submarinismo frente a las costas de Castellón. No es un chiste ni una edición de '¿cómo se llama la película?'. Es una realidad turística más de este verano, en este caso oculta ... bajo las aguas del Mediterráneo. Yotra certeza es que cero bromas a la hora de practicar submarinismo. Alexander Lehnen (36 años, Aquisgran, Alemania) no olvida las dos veces que le atacaron sendos tiburones. Es instructor de buceo y ha colaborado con universidades etiquetando escualos. «Uno de ellos me atacó mientras estaba en la jaula de protección. Otro me arrancó un guante. Por suerte no fueron sustos graves», subraya alguien que se ha sumergido en México, Cuba, Tailandia, el Mar Rojo... Hoy toca hacerlo en el Mediterráneo. Ante Castellón. Con el Club de Buceo Papa Luna de Peñíscola. El mismo que curiosea a menudo entre los rincones del tómbolo rocoso que sostiene bajo el mar su afamado castillo. Junto a Alexander se van a sumergir otros dos extranjeros. Fanny Vanden Bogaerde, una francesa de 35 años, y Jef Proudfoot, un londinense de 68. Los dos rompen sendos mitos. Que el buceo es sólo cosa de hombres. «Las mujeres tenemos menos capacidad pulmonar, con lo que gastamos más lentamente el oxígeno de la botella. Mi pareja se conecta a menudo a la mía cuando se acaba su reserva», subraya Fanny, que ha buceado por todo el mundo, desde la barrera de coral de Australia a Mozambique. YJef rompe el mito de que las personas mayores no pueden disfrutar bajo el agua. «Una gran parte de los miembros del club de buceo son mayores de 60».
A las seis de la mañana ya están en el puerto de Alcossebre. Aún no ha amanecido cuando Alexander pasea ya por el muelle de Alcossebre. Entre sus manos, lo que parece el manillar de una vieja motocicleta. Una impresión típica de legos en la materia. Lo que el germano luce en sus manos es una cámara Olympus TG6, rodeada de una notable carcasa submarina. Álex es muy aficionado a sacar fotos y vídeos bajo el agua. Fanny hace lo propio con un móvil Oppo X5Pro, también con el consiguiente envoltorio de protección. Jef opta por una flamante GoPro 8 para inmortalizar sus instantes acuáticos. «El mejor submarinista es el que se lleva recuerdos en forma de imágenes y deja sólo burbujas. Ni un sólo residuo ni basura», es la moraleja medioambiental que lanza Álex. Entre su equipaje, algún secreto de buceador experimentado. «No faltan las manzanas verdes, ideales contra los mareos», desvela. Al levantarse, yogur y cereales. Jef es más de café y tostada. «Vital dormir las suficientes horas y descansar, aumenta la capacidad pulmonar», es otro de los secretos del instructor alemán.
Su destino hoy es 'Placer de la barra alta'. Bajo este sugerente nombre se esconde un montículo de 60 metros de altura sumergido a dos horas de navegación desde la costa de Castellón, a unas seis millas de la reserva natural de las Islas Columbretes. En el puerto de Alcossebre se queda aparcada la flamante Triumph de medio siglo que atesora Jef. Es motero además de submarinista. «Adoro las Montesa españolas», confiesa. Lleva más de dos décadas disfrutando bajo el mar. Su primera inmersión fue en las míticas costas de la estadounidense Rhode Island.
Los riesgos «Me han atacado dos tiburones. Uno de ellos mientras estaba en la jaula de protección. El otro me arrancó un guante».
La moraleja «Un buen submarinista debe llevarse sólo recuerdos en forma de imagen y dejar burbujas, ni basuras ni residuos».
El lugar El 'Placer de la barra alta' es una montaña de 60 metros sumergida a dos horas de navegación desde la costa de Castellón.
Romper mitos Jef tiene 68 años. Muchos en el club tienen más de 60. Fanny es mujer: «El aire de la botella dura más al tener menos capacidad pulmonar».
Los secretos Manzanas verdes a bordo del barco, el mejor remedio contra mareos. A mejor descanso, más capacidad pulmonar.
Los tres son miembros del club de buceo de Peñíscola. A la 'barra alta' acuden junto a casi una docena de submarinistas que también pertenecen al grupo. La montaña bajo el mar es un aliciente para los aficionados a este deporte por la presencia de un suelo volcánico que permite ver especies muy grandes. Fanny disfruta de contemplar cómo el montículo submarino llega casi a tocar la superficie del Mediterráneo. Se queda apenas a seis metros. «Hay que controlar muy bien la distancia y la carga de aire para no llevarse ningún susto. Jef y Álex coinciden en otro punto a favor: «Los peces dejan que te acerques mucho, quizás al ser zonas protegidas no temen acabar capturados». En la ruta hasta el punto de inmersión es tiempo del 'briefing' con el instructor. Luego llegarán dos bajadas de una media hora cada una, para regresar después al puerto de Alcossebre.
Jef se enamoró de Peñíscola, la tierra del Papa Luna, tras venir a visitar a unos amigos en 2005. Luego se hizo con una autocaravana y estuvo viviendo en ella durante medio año. El siguiente paso fue comprarse una vivienda. «No se me pasa por la cabeza volver a Inglaterra», reconoce. Como buen 'guiri', tiene especial fijación por la cerveza. En el barco que les lleva de vuelta a la costa quizás piense en dos de sus preferidas, las cervezas artesanales de la 'terreta', 'Badum' y su variedad 'Ipa', con toques tropicales. Álex opta por un bocadillo en la singladura de vuelta a Alcossebre. A bordo, los submarinistas charlan en el pequeño yate blanco de la empresa 'Barracuda' sobre las experiencias del día, intercambian material gráfico y comen.
Fanny siempre suele sumergirse con su pareja, un joven también aficionado a disfrutar los fondos marinos. Nació en Kinshasa (Zaire) pero tiene nacionalidad francesa. Pese a conocer verdaderas maravillas marinas por todo el mundo, lleva desde 1997 en Peñíscola. «El fondo marino aquí es menos profundo y arenoso, lo que no atrae a tantas especies diversas, pero a cambio la visibilidad es tremendamente buena». En su paseo por 'Barra Alta' se habrán topado con esponjas arbustivas, sargazos, algas rojas, gobios, castañuelas, cangrejos ermitaños... A veces hasta aparece algún tiburón zorro, con una imponente cola tan larga como la mitad de su cuerpo. La explicación de por qué a este paraje submarino le precede la palabra 'placer', la prueba de los muchos secretos ocultos del turismo de sol.
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