El sexto español

Da igual si ese día venció el kazako, el duelo estuvo entre Alberto Contador, que ganaría el Tour (y había llegado primero en Plateau de Beille), y Michael Rasmussen, líder entonces. Los seis ataques del español al danés evitaron cualquier intento de siesta a los españoles, que recordaban con mucha nostalgia cuando eso pasaba con Perico Delgado. Rasmussen aguantó, pero ambos arrancaron casi un minuto sobre Evans (que sería segundo al final), Klöden o Leipheimer. Y al día siguiente era el último puerto, el Aubisque. Ahí ganó Rasmussen y siguió de líder. El último día. Fue obligado a abandonar con 3.10 minutos sobre Contador al inicio de la etapa 17ª por haber mentido al justificar ausencias a controles antidopaje. Luego, el ciclista de Rabobank (me encantan el nombre del banco holandés) confesó que llevaba dopándose doce añazos.

Contador ganó en París siendo líder las cuatro últimas etapas. Vinokourov también se iría a la calle por haber dado positivo tras la contrarreloj de Albi que ganó. «Se ha detectado un doble tipo de hematíes, lo que indica una transfusión de sangre homóloga», comunicó el Astana. Es decir, tenía glóbulos rojos de dos orígenes diferentes. Y no podía decir, como Marujita Díaz en aquel juicio en el que le preguntaron de dónde había sacado unas joyas, lo de «me las dio un moro». En la edición de 2007, que parece una rave, no consta tercero. Lo fue el estadounidense Leipheimer, pero en 2012 la agencia antidopaje de EE UU desveló que se había dopado de manera sistemática entre 1999 y 2006 y todos sus resultados fueron anulados. El futuro traería un filete envenenado a Contador.