Nuestros abuelos sostenían que 'a quien madruga, Dios le ayuda', que 'echar por el atajo, no siempre ahorra trabajo' y que 'beldad y hermosura, poco dura', que más vale 'virtud y cordura'. ¿Se imaginan estas frases impresas en la taza del café? No porque son un poco fastidiosas, pesimistas... realistas en definitiva. Mucho mejor desayunar convenciéndose una misma de que 'nada es imposible', de que 'los límites solo están en tu mente'... A estos eslóganes que adornan tazas y libretas, camisetas y mensajes de buenos días en Facebook les llama Rafael Pardo, doctor en Teología y autor de 'Felicidad tóxica' (Desclée de Brouwer), «la magia simpática de la Psicología Positiva».
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Lo cree una engañifa y advierte de que entraña «graves riesgos para la salud emocional». «Se nos vende una especie de parque temático de la felicidad y entonces uno piensa: 'Si es tan fácil ser feliz, ¿por qué yo no lo soy? Te lo ponen fácil, como esos cursos de 'aprende alemán en 7 días' o el modelo de belleza que preconizaban las top models en los años 90, que acarreó una pandemia de bulimia y anorexia en muchas niñas. ¿Por qué? Porque era un ansia irrealizable».
Reconoce que estos mensajes optimistas son «simpáticos» y que advertencias como 'el dinero no da la felicidad' pueden estar bien... o ser del todo inapropiadas. «Suena estimulante, claro que sí, pero dígale eso a alguien que no llega a final de mes. Ese igual no es feliz y entonces ¿qué es, tonto, torpe? Porque lo que se vende detrás de estos mensajes es que 'usted se puede sentir bien si quiere, no es tan difícil', así que la culpa de tu infelicidad es solo cosa tuya». Un mensaje que juzga perverso.
«Hay una especie de dictadura de la felicidad» y de una felicidad además «muy americana en el sentido de tener éxito, muchas relaciones, ser un hombre hecho a sí mismo... pero la vida es más amplia que ese reduccionismo», que esa «infantilización del pensamiento» que el autor considera peligrosa. Fundamentalmente en dos campos: la medicina y la economía. «Está bien que un médico de cabecera anime a un paciente que sufre depresión, pero no que le diga: 'Ay chico, a ver si te tomas las cosas de otra manera'». Y en el ámbito laboral se hace Rafael Pardo un par de preguntas: «¿Hay intereses para incorporar la Psicología Positiva a las empresas para que los trabajadores no se quejen tanto?, ¿hay manera de convencer a los empleados de que su felicidad no depende tanto del salario o de las condiciones laborales sino de su sensación de crecimiento personal».
– Tras la pandemia nos hemos atiborrado de mensajes optimistas del estilo 'Saldremos más fuertes', 'Juntos podemos...'.
– A los políticos les interesa el nivel emocional de la gente porque les hace maleables. ¿Vamos a salir más fuertes del confinamiento? Bueno, no sé, yo diría que vamos a salir con el bolsillo más vacío. Pero la política es puro marketing y lanza mensajes que apelan al sentimiento.
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No solo los políticos, cualquiera que venda algo ha descubierto que le puede funcionar subirse al carro del 'buenrollismo': «En los años 80 los fabricantes de coches anunciaban que sus modelos aceleraban de cero a cien en pocos segundos porque entonces se valoraba la potencia de un vehículo. Hoy, por cuestiones de sensibilidad ecológica, ese mensaje sería poco aceptado. ¿Y cómo te venden un coche? Pues diciendote que con él 'lograrás ser tú mismo, sin que nadie te marque las reglas'. Pero no te dicen que comprar ese coche es asumir no se cuántos gastos de mantenimiento, seguros, etc.
– Alguno dirá que es usted un aguafiestas.
– No pretendo hacer apología del pesimismo, sí llamar la atención sobre el hecho de que ha habido épocas y culturas en que la felicidad no era una búsqueda exagerada de huir de la tristeza, sino que se consideraba a la felicidad y a la tristeza dos ámbitos propios de la vida.
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– Y usted, ¿cómo va de felicidad?
– Bien, pero no me autochequeo constantemente. Y escucho las emociones de rabia, de tristeza... La vida es más profunda.
'Eres mucho más de lo que crees ser': «Puede que usted nunca vaya a ser un tenista como Rafa Nadal. No pasa nada, no es un fracasado, disfrute jugando al tenis y gestione sus límites», sugiere en su libro Rafael Pardo.
'Si lo puedes soñar, lo puedes hacer': «Si fuera así todos los futbolistas serían como Cristiano Ronaldo o Leo Messi porque, sin duda, miles de ellos han soñado con ello. Lo realista es tener metas que nos estimulen pero no nos agoten».
'Nada es imposible': «Es imposible que usted se apunte a clases de pintura y resulte ser un Velázquez del S.XXI. Lo sensato es saber que hay muchas cosas imposibles y discernir cuáles son nuestras capacidades».
'Hoy todo va a salir bien': «Procure ser como la hormiga y no como la cigarra del cuento. Porque la hormiga, que trabaja duro previendo la escasez del invierno, suele aguantar mejor las adversidades que la cigarra».
'Los límites solo están en tu mente': «Los límites también están en el estatus socioeconómico, en tu cuerpo, edad, cultura... Las historias de superación de la tele son estimulantes pero por cada una de ellas hay mil historias de frustración».
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