ÓSCAR DEL AMO

¿Acaso es pecado dudar?

Presumimos de tener certezas, opiniones claras y extremas, blanco o negro, ¿dónde queda el término medio?

Martes, 26 de mayo 2020

Es usted de derechas o de izquierdas?, ¿independentista o unionista?, ¿proisraelí o propalestino?, ¿está a favor de acoger o no a los refugiados?, ¿y de la eutanasia?, ¿es del Barça o del Madrid?... No dude en las respuestas o se quedará fuera del grupo. Sin más abrigo que su opinión sin formar, o acaso la tenga formada pero no encaje en ninguna de estas etiquetas, el término medio que tan mala prensa tiene, el gris que no es color en esta escala de blancos y negros. «La duda es inquieta y aguafiestas. Es como la pepita que escupo al morder una manzana». Con este ilustrativo punto de partida inicia Victoria Camps su 'Elogio a la duda' (Arpa), un ejercicio de reflexión trufado de argumentario filosófico no apto para consumidores de certezas absolutas y urgentes. En realidad es perfectamente apto para estos, pero no lo leerán porque «es más fácil situarse en el sí o en el no». Camps anima a colocarse en el 'no sabe', en el 'quizá', en la actitud dubitativa, «no como parálisis de la acción sino como ejercicio de reflexión». Que estamos bien faltos de eso hoy. «Somos cada vez más conscientes de que las opiniones solo son eso, opiniones, y de que las certezas son pocas –hoy, de hecho, el mundo es plena incertidumbre–. Y eso produce inseguridad, de ahí la necesidad de agarrarse a creencias que son puros actos de fe, pero que proporcionan una especie de cobijo que resulta más cómodo que vivir a la intemperie».

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Le pedimos un ejemplo de ese 'conmigo o contra mí' y señala la autora el conflicto catalán. «Afirmar con rotundidad el derecho a la autodeterminación desde un extremo y, desde el otro, la unidad indisoluble de la nación española son dos 'principios' que se consideran indiscutibles sin otro fundamento que la creencia que los sustenta por ambas partes. Pero es muy cómodo tener una ideología a la que agarrarse y que proporciona respuestas a cualquier problema. Si el punto de partida es objeto de duda, lo que sigue se desvanece».

– ¿No hay sitio para el que está en medio?

– Mucha gente estamos en el punto intermedio. Consideramos que unos y otros sostienen posiciones que de entrada son discutibles. El problema es que no hay palabra que nos acoja a los que solo nos reconocemos en una posición: la de 'moderados'. El moderado es el que está dispuesto a dudar de todo lo que no es evidente y me atrevo a decir que ninguna opción política lo es.

'No sé nada'

En esta línea de pensamiento, el psicólogo Juan Cruz, que se define «muy socrático», se apunta al 'Solo sé que no sé nada'. «Vivimos en un mundo en el que, a nivel mental, nos hacen separarnos: izquierda o derecha. Y mucha gente lo único que tiene claro es que no se identifica realmente con ninguno de los grupos». Le parece al especialista una posición tan buena como las otras o mejor. «La duda es fantástica porque nos permite darnos tiempo, decidir en libertad. La búsqueda positiva es la adaptativa, la que te empuja a nivel cerebral a abrirte a nuevos pensamientos. Si tú le dices al cerebro 'no sé', va a buscar conocimiento, porque el cerebro ansía certezas. Lo peor es cuando crees que sabes de todo», advierte.

– ¿Hay que dudar de todo?

– Victoria Camps: Cuando los filósofos escépticos decían que hay que dudar incluso de tu propia existencia, se equivocaban. El escepticismo absoluto es absurdo. No podemos dudar de lo empíricamente verificable. Pero tampoco debemos dudar de principios que hemos ido aceptando como racionales o como el punto de partida de la ética. No hay que dudar de que la libertad y la igualdad son derechos fundamentales que deben ser garantizados. No hay que dudar de la dignidad de la persona sea cual sea su condición. Son valores que han acabado universalizándose como ideales reguladores de la práctica. Sería imposible el discurso ético si no los tenemos en cuenta y los relativizamos.

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El psicólogo Juan Cruz habla de lo terapeútico de esa duda «que no es una duda completa que lleva a la parálisis igual que lo hace la certeza absoluta», sino que es una duda que implica «búsqueda». Y recurre a un ejercicio práctico que hizo en su consulta con uno de sus pacientes: «Era una persona en una situación muy compleja. Le indiqué que se colocara sobre una raya que dibujaba la alfombra y que caminara. Cronometramos cuánto tardaba exactamente en recorrer ese trecho. Entonces le dije que imaginara que a ambos lados de la raya solamente había abismo. Y asomó la duda, ya no podía ir corriendo porque se iba a caer. Eso le ayudó a conectar con su miedo, a darse cuenta de que necesitaba tomarse un tiempo antes de decidir, porque, cuanto más riesgo tiene una decisión, más temor genera y, por tanto, más tiempo necesita uno darse».

El problema, insiste Cruz, es que queremos solucionarlo todo ya –vano empeño en estos días–. Y remite a algo que le contó en una ocasión un grupo de bomberos.«Dicen que en un incendio la gente no se muere tanto por el fuego sino porque se tira por una ventana o se queda atrapada en el ascensor o en la escalera queriendo correr para huir. Es decir, toman decisiones motivadas por la angustia y el miedo que les llevan precisamente al lado contrario».

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Y eso se aplica a casi todo en la vida. «En el grupo está mal visto tener una opinión diferente. Por eso, mucha gente que no se siente madura y segura si se queda fuera de ese grupo de referencia actúa en función de lo que demandan los demás, no de lo que él piensa. He tratado a gente con problemáticas de funcionamiento a nivel ideológico o sexual porque tuvieron que imitar al grupo, porque actuaron con miedo a ser excluidos. Gente homosexual que hace una vivencia heterosexual por temor a ser rechazados y ya de adultos 'salen del armario'».

Filósofos acerca de la duda...

  • Spinoza: «No deseamos las cosas porque son buenas, sino que son buenas porque las deseamos»

  • William Butler Yeats: «A los mejores les falta convicción, mientras que los peores están llenos de intensidad apasionada».

  • Aristóteles: «En el término medio está la virtud».

  • Miguel de Unamuno: «El escéptico no significa el que duda, sino el que explora o investiga, a diferencia del que afirma y piensa que ha encontrado».

  • Michel de Montaigne: «Es mucho más fácil andar por los extremos, donde la extremidad sirve de límite, de freno y de guía; que por la vía de en medio, ancha y abierta. Pero también es mucho menos noble y menos digno de elogio».

  • Bertrand Russell: «Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes, llenos de dudas».

  • Voltaire: «Los límites de lo justo y lo injusto son muy difíciles de establecer; como es difícil marcar la frontera entre salud y enfermedad, entre lo que conviene y lo que no conviene, entre lo falso y lo verdadero».

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