![Quién es ese adolescente que se ha 'comido' a mi peque...](https://s2.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/04/09/ADOLESCENTE%20RGB%20WEB-koY-U20011153687smD-1200x840@RC.jpg)
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Solange Vázquez
Sábado, 8 de abril 2023, 18:34
Si nos acercamos a un corrillo de padres y madres de adolescentes, casi con seguridad vamos a oír alguna de estas frases (o todas seguidas, en batería): 'Está insoportable', 'me tiene hasta las narices', 'con lo cariñosa y dócil que era', 'espero que se le ... pase pronto esta etapa y vuelva a su ser', 'todos hemos pasado por la edad del pavo y no hemos sido así', 'no se le puede decir nada', 'todo le sienta mal', 'salta por todo', 'no tenemos un minuto de paz en casa', 'es que está irreconocible'... Y la lista de grandes clásicos podría seguir y seguir. ¿Qué nos pasa a los adultos cuando crecen nuestros hijos? ¡Sorpresa! Este no es el enésimo reportaje donde se disecciona (y justifica benévolamente) el carácter de los adolescentes... Es otra cosa: un intento por desentrañar qué nos pasa a los padres y madres cuando vemos que la relación con nuestros retoños –normalmente plácida, de dependencia, obediencia, mimos y cuidados– sufre un vuelco porque ellos (¿de repente?) empiezan a dejar atrás la niñez. Esto se traduce, en la mayoría de los casos, en broncas y más broncas y en que los adultos piensen con nostalgia que cualquier tiempo pasado fue mejor.
«Es muy frecuente –explica Isabel Aranda, psicóloga clínica de TherapyChat–. La situación de choque es la siguiente: tenemos un niño que llega a cierta edad y empieza a manifestar comportamientos adultos... ¡Y ya no sabemos con quién estamos hablando! ¿Con el niño?, ¿con un adulto?». Durante algún tiempo, se irán alternando (nadie pasa de niño a adulto de la noche a la mañana) y los padres y madres deben saber que «es la evolución esperable y sana» por mucho que les desconcierte y les saque de quicio.
«Y otra cosa que debemos saber los adultos: para los adolescentes esta evolución es natural, ellos están en su realidad... ¡Los problemas los tenemos nosotros, sobre todo porque nos solemos poner contra ellos!», indica la experta.
En este punto, algunos progenitores estarán poniéndose a la defensiva y empezando a sulfurarse pensando que los que se ponen a la contra de todo son los adolescentes... La experta pone un poco de paz con argumentos científicos. «Hasta los 10 años los niños asimilan todas las normas externas y, a partir de ahí, forjan su propio sentido de las normas. Y es bueno que así ocurra, lo que pasa es esas normas que están creando chocan con las nuestras. Los adolescendtes necesitan confrontar: el problema lo generamos los adultos porque hacemos de ello una situación dificilísima», apunta Aranda.
Por supuesto, los progenitores actuamos así –unas veces enfadándonos mucho, otras sintiéndonos tristes por el 'peque perdido'– porque «estamos viviendo un duelo, una pérdida». «Pasamos de ser los 'hacedores' de nuestro hijo, su eje para todo, porque durante muchos años dependen de nosotros totalmente, a, de repente, constatar que reclaman independencia. Y nos vemos fuera de lugar», añade.
Esto es duro, sí, pero el único camino es «aceptar la situación y saber que estamos ante un semi-adulto. Semi, porque siguen siendo dependientes de nosotros en ciertos aspectos, sobre todo, de nuestro cariño». Tal y como aclara, que un adolescente se pliegue a todo con tal de recibir afecto de sus padres es algo terrible, peligroso y fuente de desequilibrios mentales.
Situándonos en este escenario, la experta recomienda que empecemos a cambiar el discurso «y a llegar a acuerdos con ellos, porque el ordeno y mando ya no vale».Aunque las normas, sin duda, siguen siendo necesarias. «Las necesitan», apunta Aranda.Solo hay que ponerlas en marcha con otro talante si queremos hacerlo bien.
¿Qué es lo que nunca debemos hacer con un hijo adolescente? 'Culparle' de alguna manera de serlo y lamentarnos de que han cambiado a peor, de que de chiquitines eran más dulces, más simpáticos, de que nos hacían más felices. «Esto es muy duro, ¿eh? Con esta postura estamos rechazándoles por algo que es normal y eso les va a doler. Nunca deberíamos hacerlo», advierte la experta, quien desliza que si la transición de un hijo hacia la edad adulta no se realiza correctamente y sintiendo el apoyo de los padres «puede ocurrir que el chaval llegue a los 30 años con una crisis no resuelta». ¿Suena exagerado? «No lo es. Lo vemos en consulta a menudo», asegura.
¿Más líneas rojas que los progenitores no deben cruzar? No decir aquello de 'ya volverá a su ser cuando se le pase la tontería'. «Si el vínculo de apoyo ha existido, cuando termine la adolescencia, padres e hijos tendrán una buena relación... Pero de adultos. No volverá todo a 'su cauce', la relacion mejorará, sí, pero irá a otro sitio», aclara la psicóloga, quien ofrece estos consejos para mejorar esos años de la adolescencia que a veces son tan complicados.
Hay que aprovechar los momentos compartidos para acercarse, estar presentes y escuchar.
Hay que repetir a los hijos que son queridos y aceptados de forma incondicional. Esto les da seguridad emocional y los ayuda a relacionarse con el mundo y mejorar su confianza en sí mismos.
Permite a las dos partes establecer una conexión emocional positiva y libre de estrés.
Invertir el tiempo libre en actividades para realizar en familia.
Los padres y madres podemos ayudarles a comprender sus emociones y la forma en que se relacionan con los demás.
Sea cual sea la edad del hijo, se merece todo el respeto y que le pregunten su opinión.
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