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Solange Vázquez
Viernes, 28 de abril 2023, 19:54
A veces somos pésimos publicistas de nosotros mismos. Cuando vamos cumpliendo años -incluso a edades ridículamente tempranas- empezamos a decir frases como 'esto ya no es para mí', 'ya no tengo edad para tal o para cual', 'cuando era más joven sí, pero ahora...'. Es ... decir, nos escudamos en que hemos perdido capacidades físicas o intelectuales. Y, a veces (vale, sólo a veces), nos equivocamos. Sobre todo, cuando nos referimos al funcionamiento de nuestro cerebro. ¿Tiene más facilidad para aprender una persona de 20 años que una de 40? Si hemos respondido que sí y encima lo argumentamos diciendo que, a cierta edad, opositar, sacarse el carné, aprender un idioma o estudiar para dar un giro profesional es una proeza al alcance de muy pocos... debemos saber que no estamos en lo cierto. Al menos, no del todo, como matiza el neuropsicólogo Javier Tubío Ordóñez, investigador y profesor del Máster en Neuropsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
«Desde el punto de vista de la neurociencia, no hay ningún declive que avale que a los 40 años se tiene menor capacidad para aprender que a los 20. Sólo habría alguna dificultad a partir de los 65», sostiene. Lo que sí cambia son las circunstancias de las personas, que con el tiempo han adquirido responsabilidades (de trabajo, familiares...) que no sólo ocupan su tiempo, sino también su atención... y sus estructuras y conexiones cerebrales dedicadas al aprendizaje. ¿Y cómo influye esto a la hora de adquirir nuevos conocimientos pasados los 40? «Si nos tenemos que poner a estudiar o a aprender algo nos costará un poco más, pero sólo hasta que volvamos a crear el hábito que teníamos cuando éramos más jóvenes. La neuroplasticidad (la capacidad del cerebro para adaptarse y reestructurarse) no se pierde. Hasta hace no tanto se pensaba que sí, que tras la adolescencia se iniciaba un declive, pero no. Incluso de mayores, en la vejez, es posible el aprendizaje, que es básicamente un cambio a nivel neurológico», explica.
Y siempre podemos reactivar las estructuras que teníamos en la juventud tan bien engrasadas para aprender y memorizar cosas nuevas y que, por poco uso, tras terminar los estudios, se van degradando. «Es que el cerebro es un sistema 'ecológico': se adapta a las necesidades que tenemos y no mantiene el gasto energético de zonas dedicadas, por ejemplo, al almacenaje memorístico si no lo usa. Entiende que mantener esas estructuras es un desperdicio metabólico», detalla Tubío. Y esto no sólo ocurre con el cerebro, añade, pasa también a nivel muscular: lo que no se utiliza, se degrada.
¿Cuánto tiempo tardamos en poner la cabeza al día en la madurez? Depende de cada cual, de sus capacidades, de su voluntad y, sobre todo, «de si hemos estado más activos leyendo libros, haciendo cursos o dedicándonos a un trabajo que nos haya exigido esfuerzo intelectual» tras terminar la etapa académica.
Además, cuando logremos recuperar el hábito de aprender, vamos a descubrir que tenemos un plus respecto a nuestros años mozos: «Comprenderemos las cosas mejor porque el aprendizaje es relacional (esto quiere decir que recordamos cosas porque las relacionamos con otras que ya conocemos) y con los años tenemos más elementos para relacionar».
Hacer dos cosas a la vez no es bueno porque el cerebro se lía
TOPICAZO. Si realizamos tareas distintas e independientes a la vez ('dual task') hay una mayor activación del cerebro y se favorece el aprendizaje. De hecho, a edades avanzadas perdemos parte de esta habilidad. Por eso es bueno entrenarla. Un ejemplo: andar en bici y recitar un poema de memoria.
El cerebro 'encoge' con la edad y además perdemos neuronas y esa es la clave de que nos cueste aprender
VERDAD A MEDIAS. Es cierto que el cerebro, según investigaciones científicas, pierde tamaño cuando llegamos a la vejez. Y también perdemos neuronas. Pero la clave de que cueste aprender a edades avanzadas es la pérdida de conexiones neuronales.
Hay un momento en la vida en el que dejas de aprender
TOPICAZO. Estrictamente, aprender es un proceso que produce un cambio en nuestro sistema nervioso para adquirir conocimiento. Y esta capacidad la tenemos hasta nuestra muerte, aunque es verdad que en la vejez se ralentiza porque la red neuronal va a menos, su capacidad de reestructurarse y adaptarse a lo nuevo baja.
La mejor época para adquirir conocimientos es la infancia
VERDAD... CON MATICES. En la niñez hay cambios neurofisiológicos que propician que interioricemos conocimientos con gran facilidad (sobre todo, relacionados con el lenguaje). Pero la adolescencia es un periodo extraordinariamente fértil también, ya que la plasticidad cerebral alcanza máximos.
La velocidad de las conexiones cerebrales es cada vez más lenta
TOPICAZO. Las conexiones cerebrales ganan velocidad con los años (circulan a dos metros por segundo en los niños y al doble en los adultos). Ese ritmo no se ralentiza hasta los 30 ó 40 años. ¿Nos volvemos más 'tontos'? No, la velocidad no lo es todo y se gana capacidad de reflexión.
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