MIKEL CASAL

«Disculpe que no le dé la mano...»

Ministros 'separados' en la foto, adiós al besamanos real... Así es el protocolo pospandemia

Jueves, 14 de mayo 2020

El próximo 12 de octubre se antoja lejano, pero ya se sabe cómo será la foto. «No habrá besamanos». Que en realidad no es tal aunque se le siga llamando así. Se refiere Gerardo Correas, presidente de la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid, a «la cola» que se forma en La Zarzuela esperando a saludar a los Reyes, una imagen anacrónica que siempre resulta llamativa. La pandemia que ha sacudido costumbres en todo el mundo ha obligado a cambiar sobre la marcha también las normas del protocolo vigente hasta hace dos meses. Vigentes aunque algunas se hubieran quedado ya «obsoletas y trasnochadas» como esta del besamanos, un gesto «que se ha mantenido desde que se besaba, literalmente, la mano del rey, aunque de eso hace 400 años». Planteamos al experto ocho situaciones protocolarias 'de manual' para ver cómo ha cambiado eso, el manual.

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La foto de 'familia'... como parientes lejanos

La tradicional foto del presidente con sus ministros se puede hacer, pero más que una familia bien avenida van a parecer primos terceros... por aquello de los dos metros. «La foto queda igual, porque el orden de colocación está establecido por decreto. El texto dicta que a la derecha del presidente se coloca la vicepresidenta primera; a su izquierda va el vicepresidente segundo; la segunda a su derecha, la vicepresidenta tercera; segunda por la izquierda, la vicepresidenta cuarta; luego la ministra de Exteriores, Justicia, Defensa... y así hasta el último, Manuel Castells, de Universidades, por tratarse del último ministerio en ser creado».

Consejo de Ministros,en una mesa más grande

El 'ensayo' de la foto de familia ya se hace con las sesiones del Consejo de Ministros, donde también se debe respetar la distancia de dos metros. «Ahora las celebran en otra mesa más grande y, si algún ministro no tiene asuntos de su cartera que aprobar ese día, no asiste físicamente, sino que interviene por videoconferencia». Así lo está haciendo también el rey Felipe. «Cada día celebra cuatro o cinco videoconferencias con otros jefes de Estado», asegura Gerardo Correas.

Los Reyes ya nodan la mano a sus homólogos

Ni a sus homólogos ni a nadie, claro. «Tradicionalmente, si los reyes de Noruega, por ejemplo, venían de visita a España, don Felipe y doña Letizia les iban a recibir a Torrejón en lugar de a Barajas porque si no se formaría un follón... Al llegar, los hombres se saludaban con un apretón de manos y las mujeres se besaban». Eso, si se trataba de realeza con costumbres iguales o similares a las nuestras; si no, se adaptaban a las de sus visitantes. «Si llegaba un mandatario árabe, los hombres se besaban entre ellos, porque en su cultura lo hacen así». Ahora eso ya se acabó. «Ni se tocan. Se hablan a cierta distancia y se hacen una mínima inclinación de cabeza». Lo que no supone tampoco ningún problema de protocolo, ya que, «en contra de lo que se cree, no hay normas escritas ni inflexibles, y cómo se saluden los monarcas depende mucho también de la propia persona. No es igual cómo se dirigía a la gente don Juan Carlos, más campechano, que cómo lo hace su hijo, que es más serio. Hay cuestiones de legislación protocolaria, como el orden de los ministros en la foto, pero en el resto de cosas muchas veces la costumbre hace norma».

«El 'besamanos' está obsoleto»... y ahora prohibido

No es un acto muy habitual pero siempre tiene trascendencia: la cola en el besamanos real. «Se hace el día de la Fiesta Nacional. Tras el desfile, los Reyes invitan a la 'sociedad' a su casa y allí se dan cita políticos, empresarios, deportistas, artistas... y se forma una fila tremenda». Se llama besamanos, relata Correas, «porque viene de la tradición antigua en la que se besaba la mano del rey pero, obviamente, esto ha ido cambiando. Hace veinte años los hombres inclinaban la cabeza y las mujeres hacían una pequeña genuflexión, aunque ahí veíamos a Jordi Pujol, que no inclinaba la cabeza porque decía que él estaba saludando 'a otro jefe de Estado'. Hoy todavía hay quien inclina la cabeza, pero son los menos». Este próximo 12 de octubre no habrá besamanos ni «fila de dos horas esperando». «No se sustituirá por nada. Los monarcas, sencillamente, esperarán a sus invitados en el salón del trono». Eso este año. Y quizá el siguiente, pero... ¿regresaremos al besamanos? «Es una costumbre trasnochada y obsoleta que ya no tiene mucho sentido, pero hace un siglo también sufrimos la gripe española y entonces había menos medios que ahora y estamos aquí, todavía con el besamanos, así que sí, probablemente se vuelva a hacer. ¿Cuándo? Quién sabe, en tres, cuatro años...».

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Adiós a las cenas reales de gala, si acaso de pie

Lo de la vajilla de un solo uso no se va a aplicar en La Zarzuela. No habrá necesidad, porque esas cenas reales de gala ya no se van a celebrar. «Eventos así se acabaron, porque la gente está muy junta. Si hubiera necesidad de hacerla, porque a veces la hay, probablemente cambien de modelo y en lugar de cena de gala hagan una recepción de pie en la que los invitados se repartan por varios salones para respetar la distancia y la comida sea servida por camareros en bandejas».

¿La besas porque es señora o porque es empresaria?

A esta pregunta, la respuesta es que se besa a las mujeres por el hecho de serlo. Una costumbre prohibida en estos tiempos de pandemia y que «probablemente y afortunadamente ya no se retome», aplaude Gerardo Correas. «Hasta ahora, a un director general de una empresa se le estrechaba la mano, pero, si se trataba de una directora general, se le daban dos besos. Es decir, al hombre se le estaba tratando por su cargo y a ella, no».

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Escoltas a la misma distancia

Los 'guardaespaldas' van a seguir guardándosela a las personas que protegen igual que hasta ahora. «La distancia que mantienen ya es de dos o tres metros, así que seguirá igual». Y explica Gerardo Correas que el protocolo de seguridad de un mandatario es un sistema «de capas de cebolla». «En el centro se coloca la persona a proteger. Y creas una 'capa' de seguridad a tres metros de ella, otra capa alrededor de la sala donde está, otra alrededor del edificio, otra más alrededor de la manzana entera... Como está controlado todo el contorno, el escolta no precisa estar más pegado al mandatario. La única diferencia es que ahora las personas encargadas de la seguridad llevan mascarilla».

¿Y dónde colocamos a los periodistas?

Las 'alcachofas' de los periodistas en la cara y el cogote del político que hace unas declaraciones son una escena prepandemia. ¿Y entonces? ¿Cómo se van a cubrir esos actos? «Pongamos por ejemplo la visita de un político a una empresa. Lo primero será reducir la comitiva, tanto del político como del empresario. Y, después, acortar el recorrido por la fábrica, con especial cuidado a que por donde entres no vuelvas a salir, ya que todavía encontrarás a gente que está entrando. Y la gran pregunta... ¿los medios? Los gráficos que acompañaban al político ya no podrán ir cerca. La solución viene por acotar espacios para los periodistas, tres o cuatro puntos estratégicos donde podrán obtener imágenes».

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De un evento anual multitudinario a una fiesta de 23 personas

Un ejemplo para copiar, sugiere el experto en protocolo Gerardo Correas: San Jorge (23 de abril), patrono de Aragón. «Tradicionalmente es una fiesta multitudinaria y este año no renunciaron a ella, pero la hicieron en otro formato: 23 personas y tres metros de distancia entre cada una de ellas. La presidencia la dejaron vacía en memoria de los fallecidos por el coronavirus y la pusieron en un tono verde esperanza. Allí solo se subió un guitarrista que tocó unos acordes cargados de simbolismo. Y, para no renunciar a la firma en el libro de las autoridades, entregaron un boli a cada asistente. Bolis de colores: azul por los sanitarios, rojo por los bomberos...». Fue un buen ejemplo de celebración adaptada a estos tiempos».

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