![Cómo hacer que el estrés juegue a tu favor](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2023/12/11/ESTRS%20A%20TU%20FAVOR%20WEB1-kYEG-U210944235054qbD-1200x840@RC.jpg)
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Solange Vázquez
Domingo, 10 de diciembre 2023, 19:05
Cuando nos estresamos, en nuestro cuerpo se desencadenan muchas reacciones. Para empezar, químicas: adrenalina y cortisol toman las riendas y se desata una tormenta... ¿necesariamente mala? El estrés tiene una pésima fama, pero en realidad sólo el estrés crónico, el no controlado, lo es. De ... hecho, numerosos estudios científicos le han sacado la cara: una investigación de la Universidad Berkeley, en Estados Unidos, reveló que si no era constante optimizaba el funcionamiento del cerebro y que episodios intermitentes y estresantes mantenían el cerebro en alerta, y el organismo siempre reacciona mejor cuando está 'espabilado'. ¿Más sobre la cara amable del estrés? Sí, cuando empezamos a ponernos enfermos, hace que segreguemos hormonas para combatir a los gérmenes. Y haber estado sometidos a situaciones de estrés y haber sabido manejarlas nos hace más fuertes mentalmente, según estudios realizados con miembros de la unidad de operaciones especiales del ejército estadounidense. ¿A que ya nos cae un poco mejor nuestro 'amigo' el estrés?
Lo que ocurre es que nuestro estrés del día a día, el que nos preocupa, no suele ser tan servicial: lo habitual es que lleve con nosotros más tiempo del que creemos sin que nos demos cuenta. Y eso suele ser demasiado para nosotros. «Hay que diferenciar entre el estrés encubierto voluntario, el que percibimos y que normalmente ocultamos, y el involuntario, que no sabemos que tenemos hasta que nos pasa factura... entonces paramos y nos vemos obligados a hacer algo para controlarlo», explica Koro Cantabrana, autora de 'Estrés encubierto', manual publicado por el Instituto del Estrés. Hay estudios que sostienen que el 60% de las personas conviven con este estrés encubierto sin darse cuenta. Y, por lo tanto, no pueden 'beneficiarse' de él. Según señala la experta, el estrés nos da un chute de energía y nos activa para esos 'sprints' diarios que se nos presentan... «pero no podemos vivir en modo 'sprint' todos los días, como si siempre estuviésemos corriendo delante de un león».
¿Y cómo podemos aprovechar el estrés a nuestro favor? Si lo reconocemos, podemos sacarle provecho: servirnos del empuje que nos brinda para afrontar retos. Susan David, fundadora del Centro McLean de Coaching de la Universidad de Harvard considera que el estrés no se controla echándole ganas y puesto que no lo podemos evitar del todo, debemos intentar que al menos nos sirva de algo. ¿Cómo? He aquí unos 'tips'.
En lugar de negar que tenemos estrés, vamos a tratar de identificarlo y no luchar contra él.Ser conscientes de que aparece por algo y tiene su función. La adrenalina es una sustancia muy útil si sabemos identificar nuestras reacciones físicas: debemos calmar esas respuestas aceleradas y aprovechar la energía que nos da esa adrenalina para poder hacer lo que se nos requiere en ese instante (no pensar a medio o largo plazo).
Debemos ser empáticos, sí, pero ojo, muchos de los problemas de estrés se deben a que hemos cargado nuestra mochila con problemas y preocupaciones ajenos. Tenemos que aprender a marcar líneas y no sentirnos mal por ello.Si desbrozamos nuestra maraña de agobios descubriremos que hay muchos que no son cosa nuestra. Y entonces el estrés que tengamos será más medido y nos ayudará a solucionar nuestros problemas, no los de medio planeta (porque ahí ya la dosis 'beneficiosa' de estrés pasa a ser excesiva y nos hará daño).
Cuando estamos en un estado emocional intenso (da igual que sea euforia, ira, agobio...) no debemos tomar decisiones importantes. Nuestro cerebro, simplemente, no está preparado para eso, ni para ser objetivo a la hora de valorar un reto que se nos pone por delante.Exageraremos el desafío (eso de 'no puedo con la vida') y creeremos que nos va a superar. Entonces, de ese desfase que creado en nuestra cabeza surgirá un estrés 'insano', poco práctico, basado en creencias irracionales. Así que, si queremos que el estrés sea el justo y por tanto nuestro aliado, debemos dar la importancia real a las cosas que nos suelen superar y estresar. Una propuesta: cuándo algo nos estrese, antes de entrar en barrena, vamos a puntuar de uno a diez su relevancia. Nos vamos a sorprender y entonces, al saber qué grado de importancia real tiene podremos aplicarle el nivel de estrés que merece.
Cantabrana repite siempre que ser consciente del estrés («saber por qué está ahí y para qué») es la mejor forma de que deje de ser nuestro enemigo. Si nos paramos a pensar (cosa que no solemos hacer, porque autoexaminarnos nos da mucho miedo), llegaremos a la conclusión de que la mayor parte de las veces hay un esquema muy definido. En cuanto lo detectemos vamos a poder encontrar una solución para gestionarlo (no para eliminarlo del todo, que es imposible). Para mucha gente es más fácil hacerlo así: coger papel y boli y apuntar las ocasiones en las que el estrés nos ha sentado mal (era pues, excesivo). Y anotar qué nos ha hecho estar en ese punto ¿Parece infantil? No lo es. Aporta claridad: lo que ponemos por escrito y vemos sobre el papel se fija mejor en el cerebro (es como contárnoslo a nosotros mismos). Y las creencias irracionales, que son las que nos llevan a sitios donde no queremos estar, las vemos mejor negro sobre blanco.
1. Cuando estamos ante un reto o problema nuestro cuerpo empieza a producir adrenalina para que lo podamos superar. Arranca la euforia y la etapa de estrés bueno o necesario.
2. En un segundo estadio, segregamos adrenalina y cortisol, esto incrementa la cantidad de azúcar en la sangre y 'ayuda' a nuestro organismo a prepararse para afrontar esa situación de riesgo. Sigue la escalada de euforia.
3. Después del subidón, afrontado el reto, mucha gente se queda enganchada al clímax químico (claro, nos da energía) y no 'baja'. «Tras el 'sprint' debemos saber recuperar. Nadie puede estar en 'sprint' todo el tiempo», dice Cantabrana. Y cómo volvemos a los niveles normales de estrés? Dando por finalizado el 'sprint' y descansando hasta volver al estado inicial.
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