![15 formas de rascarse la nariz](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202012/05/media/cortadas/pinoccio%20viernes%204_low%20res%20web-k8ND-U120967325304shC-1968x1216@RC.jpg)
![15 formas de rascarse la nariz](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202012/05/media/cortadas/pinoccio%20viernes%204_low%20res%20web-k8ND-U120967325304shC-1968x1216@RC.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Eva, me voy a rascar la nariz, pero porque me pica, ¿eh?», le avisan los amigos. Y está bien hecha la advertencia, porque, si no, quizá de manera también involuntaria, ella se pondría a desentrañar significados 'ocultos' en esos picores: un dedo que levanta la nariz, «rechazo»; rascarse la punta, «me interesa»; pinzarla, «algo no me cuadra...». «Hay hasta quince maneras inconscientes de rascarse la nariz y todas significan cosas diferentes. Por cierto, ninguna denota mentira. Esa leyenda urbana que sostiene que cuando mientes te rascas la nariz no es cierta», asegura Eva García Ruiz, directora del Instituto Español de Sinergología, una disciplina encuadrada en el estudio del lenguaje y la comunicación no verbal pero centrada en los gestos no conscientes y semiconscientes. Esto es, «fundamentalmente aquellos que no podemos controlar ni tampoco simular».
Para quien crea que tiene todo bajo control, un dato: «Hay mil doscientos pequeños movimientos corporales que no son deliberados». Los sinergólogos los llaman 'items' y, para darles un significado, no los interpretan de manera aislada, sino «dentro de una cadena que da una coherencia, un horizonte de sentido». «Imaginemos a un comercial hablando con un cliente. Este, de repente, se echa hacia atrás en la silla y se apoya en el respaldo, un gesto que suele significar retirada. Pero, ojo, no siempre, a veces simplemente es cansancio». Entonces, ¿cómo saber si le ha desagradado la propuesta del comercial o solo está cansado? «Para concluir que a ese cliente no le está gustando lo que le están vendiendo y que ese echarse hacia atrás significa 'retirada' debería hacer otros gestos (items) que fueran en esa misma línea, como cruzar los brazos más arriba de lo normal, girar la cabeza para mirar a su interlocutor desde el lado derecho del rostro, sacudir la cabeza como si se retirara un mechón de pelo inexistente, elevar con el dedo la nariz hasta dejarla respingona...». Si se diera esta cadena de items, no habría duda: no estamos convenciendo al cliente sino todo lo contrario.
Un comercial no entrenado podría perfectamente no darse cuenta del malestar, pero un sinergólogo lo habría visto venir. «Es más, se habría percatado antes de que el propio cliente fuera consciente de que no le gustaba la propuesta». Y eso es así, asegura la especialista, «porque el cuerpo reacciona antes de que el proceso cerebral se haya activado. La parte del procesamiento lógico es algo más lenta, y por eso un comercial que sepa interpretar esos gestos sería capaz de anticiparse al rechazo del cliente e incluso cambiar de tema o de propuesta». Y lo mismo sucede con un cliente satisfecho: «Si se echa hacia delante en la silla, muestra el lado izquierdo del rostro, se le hincha la parte inferior del ojo... Son señales inequívocas de que está experimentando placer».
De ahí que las personas que se están formando en sinergología, explican en el Instituto Español, pertenezcan a los sectores «de las ventas, de las fuerzas y cuerpos de seguridad, especialistas en selección de personal, en liderazgo, 'coaches', médicos, detectives privados...». El 'título' de sinergólogo se obtiene en uno de los cuatro institutos que hay en el mundo: en Canadá, Suiza, Francia –donde está en Instituto Europeo– y España. Exige un año de estudios, la redacción de una tesis de investigación y mucho 'entrenamiento' para detectar esos «movimientos fugaces, microrreacciones» indetectables sin una observación activa.
Retirada: la persona se apoya en el respaldo y se mantiene en el centro de la silla, indica la sinergóloga Eva García Ruiz.
Análisis: si, estando apoyado en el respaldo, el cuerpo se inclina hacia la derecha, supone pasar a una posición de análisis, de vigilancia respecto del interlocutor. Podemos observar este movimiento en situaciones en las que nuestro interlocutor habla poco y escucha con atención: está comprobando que le cuadra lo que decimos con lo que ya sabe sobre el tema.
No me gusta: empujar con la lengua nuestra mejilla o los alrededores de la boca desde su interior indica que algo de lo que se está hablando no le está gustando a la persona que lo realiza.
Lengua de víbora: es el movimiento de lengua más llamativo. La lengua sale de manera rápida por el centro de la boca y vuelve a entrar, imitando el efecto de una serpiente y su significado va muy a la par: 'Si te digo lo que pienso, va a ser agresivo'.
Como esta de los tres blancos del ojo. Sí, tres. «Cuando miramos a alguien a los ojos vemos dos partes blancas, a ambos lados del iris. Pero casi nadie se fija en que, en ocasiones, hay un tercer blanco en la parte inferior del ojo que aparece cuando se contrae el párpado inferior. Algunas personas presentan este blanco de manera permanente y puede denotar cansancio, desnutrición o incluso diabetes. Pero, a efectos de lo que estudiamos, lo interesante es cuando aparece de repente. Entonces indica rechazo, malestar, y no se puede hacer de forma consciente o deliberada, del mismo modo que tampoco se puede evitar». A ese micromovimiento le llaman los sinergólogos 'sanpaku inferior' y reconocen que es complejo de apreciar al principio. «Últimamente se le detecta con frecuencia a Pedro Sánchez y también lo presentaba Emmanuel Macron en las imágenes de televisión tras el devastador incendio de Notre Dame».
– Habla de 1.200 movimientos no voluntarios. ¿Todos ellos son incontrolables?
– No exactamente. Con las manos hacemos en torno a una veintena de gestos semiconscientes. Pero en las entrevistas de trabajo, como suele dar mala imagen mover mucho las manos, los candidatos tratan de esforzarse en mantenerlas quietas. Pueden conseguirlo y tener esos veinte gestos bajo control, pero ¿y los otros 1.180? Si tendemos a no mover las manos, probablemente hagamos gestos con la lengua, o nos tocaremos el pelo, o sacudiremos la cabeza, o cruzaremos y descruzaremos las piernas... Por eso, lo mejor para transmitir autenticidad es olvidarse del cuerpo y creerte lo que dices. Porque tú puedes colocar deliberadamente las manos en una posición que indique seguridad y acción pero, si en el fondo te sientes inseguro, sin querer encogerás el cuello, se te tensarán los hombros... Solo se podrían tratar de controlar aquellos movimientos que son semiconscientes, los no conscientes resulta imposible, ya que no nos percatamos de ellos.
– Si son gestos fugaces, el interlocutor podría no darse cuenta.
– Lo más seguro es que no te fijes o no sepas interpretarlos, pero probablemente pensarás: 'Eso que está diciendo no se lo cree ni él'. Nuestro cerebro sí lo detecta. No sabes por qué, pero percibes que existe una incoherencia entre lo que dice esa persona que tienes enfrente y lo que realmente está pensando. Y es que no podemos dejar de comunicar. Puedes controlar el discurso, lo que dices o lo que lees, pero no podemos evitar que nuestro cuerpo reaccione.
No lo puede hacer ni la propia Eva García Ruiz, por muy entrenada que esté. «Mientras respondo a esta entrevista estoy moviendo el brazo. Es algo que no hago conscientemente. Por eso, si me preguntas más tarde qué brazo estaba moviendo y en qué dirección, no sabría decírtelo».
Con esto que sabemos ahora podemos caer en el error de sobreinterpretar los gestos de nuestros interlocutores, como queriendo descubrir todo el tiempo verdades ocultas. Y no siempre es así. La sinergología, hace hincapié la especialista, solo estudia las reacciones corporales «cuando interactuamos», es decir, la respuesta que el cuerpo da a esa interacción. «Hay que distinguir esos gestos que son respuesta a algo de los que hace esa persona de manera habitual. Por ejemplo, hay mucha gente que se toca continuamente el pelo o la nariz. Si lo hace siempre, es una especie de tic, no una reacción a la conversación, de manera que no lo tendremos en cuenta en el análisis. Sí se tendrá en consideración cuando una persona que no se toca el pelo nunca empiece a enredar un dedo en la melena como reacción a lo que le dicen o a lo que está viendo».
– ¿Qué significaría en ese caso?
– En general, las rotaciones de cualquier tipo de objeto, el pelo incluido, se relacionan con estar deliberando, literalmente con estar dándole vueltas.
«Cualquier persona que tiene que hablar en público se encuentra con la dificultad de qué hacer con las manos, dónde ponerlas». Les pasa tantas veces a los políticos (lo de hablar en público) que la mayoría recurre a 'comodines'. «La canciller alemana Angela Merkel, por ejemplo, siempre posa con las manos formando una uve por delante del cuerpo, es una manera de estar más cómoda y más tranquila. Y Pedro Sánchez, cuando lee del teleprónter, suele abrir y cerrar esa uve con las manos, es un gesto muy característico suyo. Otros políticos agarran fuerte un bolígrafo o se sujetan al atril. A mí, como sinergóloga, todos esos gestos no me resultan interesantes, ya que no proporcionan información valiosa, pero son una forma de hacer algo con las manos. Sobre todo son una forma de no hacer algo que deje percibir su estrés o nerviosismo, aunque lo transmitirá otra parte del cuerpo», explica Eva García.
Si te miran a los ojos no te pueden mentir. Eso creemos, pero no es así, asegura la sinergóloga Eva García Ruiz. «Todo lo contrario. Si estás en una entrevista de trabajo, haces una pregunta y el interlocutor no parpadea ni retira la mirada, significa casi con seguridad que tiene la respuesta preparada, lo que no significa mentira, pero sí que no le hemos sorprendido y que puede tener ese discurso ya fabricado. Sin embargo, cuando te preguntan algo que no esperas, 'desvías' la mirada para 'buscar' la respuesta. Es una reacción natural. Si me preguntas qué cené anoche, lo más seguro es que no lo recuerde en el instante, que me tenga que poner a pensar y en ese proceso de forma involuntaria desviaré la mirada. «Ya lo sé, tortilla». Y entonces sí, vuelves a mirar a los ojos al interlocutor».
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.