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LAURA RICO
«Sois un oasis en esta mierda». El relato de un psicólogo que atiende gratis 'online'

«Sois un oasis en esta mierda». El relato de un psicólogo que atiende gratis 'online'

Juan Castilla 'abre' su consulta a todo aquel que se vea superado por esta situación. Estos son algunos de los testimonios que ha recibido

Viernes, 3 de abril 2020

Te ofrezco mi apoyo y soporte emocional». Esta frase y una imagen de dos cuerpos abrazados la colgó el psicólogo Juan Castilla el 15 de marzo en su perfil de Instagram y WhastApp. Se ofrecía a ayudar gratis a pacientes que no son suyos, a cualquiera que se sintiera desbordado. Ahora los desbordados son los y las psicólogas que atienden 'online' y por teléfono –siete días de la semana, veinticuatro horas– a quien necesita un desahogo o una pauta para sobrellevar la soledad, la incertidumbre de la espera, el miedo al contagio, el pánico porque su padre ha dado 'positivo', la pérdida... Estas son algunas de las consultas que le han llegado estas semanas, un diario de preocupaciones y angustia. Mujeres todas sí, «porque nueve de cada diez consultas las hacen ellas».

Los teléfonos de atención psicológica

  • 91 700 79 89 Para familiares de personas enfermas o fallecidas como consecuencia del coronavirus. Es un servicio del Ministerio de Sanidad y el Consejo General de Psicólogos de España.

  • 91 700 79 90 Para profesionales con intervención directa en la gestión de la pandemia como sanitarios, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o Policía Local, entre otros.

  • 91 700 79 88 Para la población en general con dificultades derivadas del estado de alerta. El horario de atención en los tres es desde las 09.00 hasta las 20.00 horas, todos los días de la semana.

María (Madrid) 41 años

«No hay equipos de protección, ni test... Nos han dejado solos»

Así se siente: «Soy profesional sanitaria y siento que nos han abandonado, nos han dejado solos. Estoy furiosa, no tenemos EPIs. Es una vergüenza de gobernantes. Están muriendo muchos abuelos, solos. El sistema por el que han trabajado toda su puta vida les ha abandonado (...) No llegan test, el personal está cayendo, usando bolsas de basura (...) Siento vergüenza y lástima a partes iguales, de todo lo que me rodea. Pero no me atrevo a hablar mucho, prefiero que la gente viva en la ignorancia, aunque yo estoy aterrada. Tú eres mi único oasis en esta mierda».

El consejo de Juan: «María atiende a multitud de casos en un hospital de Madrid. Conecta conmigo siempre a última hora del día, me da el parte de guerra y le sirvo de desahogo. Sus sentimientos más importantes son la ira, la rabia, el miedo y la impotencia de trabajar sin recursos de protección. He omitido muchos insultos, pero necesitan insultar. El simbolismo de que les han dejado abandonados es un pensamiento recurrente entre los profesionales sanitarios y expresarlo, verbalizarlo, incluso escribirlo, les libera un poco y les permite descansar».

Teresa (Andalucía) 38 años

«Ver a mi madre en la calle y no poder tocarla... Y mi padre con neumonía. ¡Qué pena!»

Así se siente: «Mi madrina está ingresada y aislada. Llevo un rato de mucha llorera porque no podré verla, me da mucha impotencia. Y mi madre ha tenido que ir a casa de mi abuela a hacerle la comida porque su cuidadora se ha contagiado, estoy muy asustada (...) Hoy he vuelto a entrar en pánico, llorando sin parar, hasta he tenido un pequeño ataque de ansiedad. Tengo las manos y los pies helados, y el cuerpo ardiendo, tengo fiebre, y tos, pero la tos es de fumar, no es por el coronavirus (...) ¡Acaba de llamarme mi madre, mi padre tiene neumonía, qué angustia! No puedo dormir, he cerrado los ojos a las siete de la mañana, y he tenido hasta pesadillas (...) He visto a mi madre por la calle y no nos hemos podido ni saludar, hemos hablado a metros y le he dejado la compra en el ascensor, qué pena (...) Hoy he comido más que nunca, creo que es la ansiedad (...) Hicimos una videollamada con mi padre. Y bien, ahí estaba con su mascarilla, está empeñado en que no tiene nada, dice que parece que esté en una cárcel, pero por lo menos le hemos visto, algo bueno tienen las tecnologías (...) ¡Mi papi ya esta en casa!».

El consejo de Juan: «Con Teresa estuve en contacto varios días. Tenía una mala gestión del miedo y eso le llevaba a la ansiedad. Mi tarea principal era proporcionarle seguridad a través de datos objetivos de contagios, fallecidos y recuperados».

Esther (Madrid) 45 años

«No poder ir al entierro de tu madre... es lo más inhumano que hay»

Así se siente: «Esto es horrible, mi madre y yo hemos dado positivo. Ella está estable, ni mejora ni empeora, y yo aquí en aislamiento, con tos y décimas, porque la estuve cuidando los últimos diez días (...) Le van a poner morfina, está peor, estoy hundida y nerviosa, seguimos sin saber nada (...) En el hospital están siendo muy amables cuando llamamos, pero esto es muy duro y no me estoy cuidando nada (...) Voy a intentar comer algo (...) Mi madre está clínicamente un poquito mejor, y de ánimo también, despierta y come, pero no hay que cantar victoria (...) Ha fallecido. Estoy mal, imagínate. No podremos velarla, no podemos ir a su entierro, es lo más inhumano que hay. Gracias por ayudarme y estar ahí, se agradece (...) Hoy estoy más tranquila, trámites hechos y sin incertidumbres (...) Esta mañana me ha dado un ataque de tos fuerte y me he asustado (...) ¿Cómo estoy? Intentado resucitar».

El consejo de Juan: «Durante esos días, Esther se despreocupó de su cuidado, al estar su mente pendiente de su madre. Mi objetivo era que no adelantase acontecimientos y que expresara sus miedos y preocupaciones, hacerle ver que son cosas que no dependen de ella. Lo que sí depende de ella es lo que haga consigo misma y por eso le insistía en que comiera. Cuando me comunica que su madre ha fallecido lo hace con sentimientos de resignación y también de paz».

Rocío (Galicia) 35 años

«Me ha dado la llorera, quiero ir a ver a mi abuela, me necesita, está sola»

Así se siente: «Cómo rebajo yo este peso que tengo, soy llorona y mi familia no me entiende. Me dicen que en peores plazas hemos toreado (...) No puedo ir a ver a mi abuela que me necesita, tengo que saber que está bien, está solita… (...) Acabo de leer que Madrid muy mal, están sin materiales y muriendo mucha gente, no me perdono que no pueda ir a ver a mi abuela (...) ¿Si nos quedamos todos en casa, esto se frena? ¿No volveremos a caer? (...) ¿Y estos datos cómo se comen? Si hay medidas de confinamiento, ¿cómo es posible que muera tanta gente? (...) Hacen un hospital en el Ifema, y no tienen medios, es una vergüenza. No puedo más».

El consejo de Juan: «Tenía una obsesión excesiva con la limpieza y con las medidas de protección. Le recomendé 'dieta informativa' porque estaba todo el día enganchada, no visitar a su abuela, ya que podía ser ella portadora, y retomar alguna actividad que tenía descuidada: relajación, meditación».

Zaira (Colombia) 42 años

«Veo a un montón de gente por la calle y flipo, no respetan nada»

Así se siente: «Estoy un poco asustada, lo que me ralló fue lo de los sanitarios italianos muertos y la guinda lo de la enfermera (...) Ayer no había ni gel alcohólico en el hospital donde trabajo (...) Flipo, hay un montón de gente en la calle, no son conscientes de lo que hacen, está muriendo mucha gente y no respetan nada (...) Mi madre está en tensión de pensar en nosotras, por si nos pasa algo. Y yo pensando en ella, por si la contagio, es un sinvivir (...) Está hablando el Colegio de Médicos de cómo están de ánimo de los sanitarios y de que necesitamos un traje psicológico para soportar lo que se está viviendo, por lo menos yo puedo desahogarme contigo (...) Después de esta guerra sólo quiero descansar, desconectar y que me quieran (...) Lo de las residencias de mayores es brutal, que mueran solitos sin poder despedirse (...) Yo no puedo hacer más, a ver qué me encuentro hoy, si no hay trajes de protección no entro, mi compañera me ha escrito destrozada, lleva once días sin librar. Estoy agotada y cabreada».

El consejo de Juan: «Con Zaida trabajé la 'ventilación emocional', que descargara toda la rabia que sentía. Porque tiene que salir al ruedo y no tiene con quién desahogarse».

Alicia (Madrid) 40 años

«Estoy agotada, triste y vacía, sin acabar de aceptarlo... Hace falta tiempo»

Así se siente: «Mi madre ha fallecido. Estoy agotada, triste y vacía. Llevo todo el día atendiendo llamadas, y necesitaba desahogarme. Estoy sin acabar de aceptarlo y tratando de aceptarlo a la vez. Pero esto es así, hace falta tiempo. Lo peor son estas pésimas circunstancias para un duelo. Estoy ocupando la mente con cosas pendientes, que también ayuda. Gracias por estar».

El consejo de Juan: «Con Alicia trabajamos el acompañamiento por la pérdida, el desahogo por el fallecimiento de una persona tan querida sin poder decirle adiós. Ella también es 'positivo' y está en cuarentena con hijas a su cargo. Esta bastante bien emocionalmente para la situación vivida, puede que por una buena gestión o por un distanciamiento del impacto que más adelante se haga más presente. La no despedida del ser querido, suele provocar duelo patológico».

¿Cómo hemos reaccionado al encierro?

  • Anabel González es psiquiatra en el Complexo Hospitalario Universitario A Coruña y autora del libro 'Lo bueno de tener un mal día' (Planeta). A propósito de la pandemia ha añadido a este trabajo un último capítulo titulado 'Manual de supervivencia emocional para el COVID-19', en el que explica nuestra reacción ante la crisis que vivimos. Describe cuatro maneras de responder al confinamiento. Son las siguientes:

  • Autoabandono: «Sin horarios que cumplir obligatoriamente, se levantan cuando se despiertan, no se quitan el pijama, quizás ni se duchen o coman adecuadamente. Pasan la mayor parte posible del tiempo durmiendo y, cuando no es así, vegetan delante de la televisión».

  • Yo, mi 'enemigo': «Otros se han encontrado con su peor enemigo: ellos mismos. Dentro de su cabeza, el miedo y el caos han activado el motor del automachaque de forma exponencial, y esto les genera una creciente ansiedad o empeora su ánimo, pero no pueden salir a la calle».

  • Hay que cuidarse en casa: «Muchas personas está buscando modos de cuidarse estos días, organizando horarios para introducir algo de control en el día, apoyándose en otras personas, explorando recursos y posibilidades».

  • No pensar, no sentir: «Un cuarto grupo ha introducido actividades y estructura, pero en un intento de no pensar y de no sentir. Han llenado los primeros días de tablas de gimnasia, lecturas, cursos online y platos de cocina. Su riesgo son los residuos emocionales que van acumulando para después».

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