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Solange Vázquez
Miércoles, 22 de noviembre 2023, 19:11
Cuántas veces nos hemos hecho buenos propósitos (comer sano, hacer ejercicio de forma regular, leer más, dedicar tiempo a alguna afición aparcada, aprender un idioma, acostarnos antes, madrugar para aprovechar el día) y cuántas veces hemos abandonado. Claro, usamos los mismos métodos (o parecidos) y ... obtenemos idénticos resultados. Pero, ¿hay alguna forma de lograr esas metas cotidianas que nos marcamos? Algún método sencillo y concreto que no reclame mucho esfuerzo y sacrificio... James Clear, especialista en formación de hábitos de larga duración, conferenciante y autor del superventas 'Hábitos atómicos' (editorial Planeta) asegura que sí y los millones de ejemplares que ha vendido nos hace pensar que quizá, de algún modo, haya encontrado la manera de que no tiremos la toalla.
¿En qué consiste su 'receta' para el éxito? El eje principal de su 'best-seller' es que pequeños cambios (muy llevaderos y en principio aparentemente inocuos), tienen, a la larga, un impacto enorme en nuestras vidas. «La matemática de las pequeñas mejoras funciona de la siguiente manera: si logras ser un 1% mejor en algo cada día durante un año, terminarás siendo 37 veces mejor al final del periodo», explica Clear.
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El autor –que se apoya en evidencias científicas extraídas de la Biología, la Neurociencia y la Psicología– pone el ejemplo del avión para explicar lo de los cambios de rumbo aparentemente inapreciables. Dice que si un avión altera unos pocos grados su trayectoria al inicio del viaje, al cabo de muchos kilómetros se habrá desviado muchísimo de su destino original. Hasta ha hecho el cálculo: cambiar el rumbo 3,5 grados al despegar (algo que supone mover unos dos metros el morro de un avión) podría hacer que una nave que sale de Los Ángeles acabe en Washington DC en lugar de en Nueva York.
CONSEJOS EXPRÉS
'Ubicar' bien el hábito Dónde y cuándo insertes un nuevo hábito en tu rutina marca la diferencia. Considera cuándo puedes hacerlo de forma exitosa.
Las circunstancias lo son todo Es más sencillo construir nuevos hábitos en nuevos ambientes. Nos libramos de la estela de antiguos fracasos.
Encadenar Clear aconseja vincular cada nuevo hábito a alguna rutina que ya tengamos asentada y a alguna 'recompensa'. Esto genera adhesión.
Así quiere decir que no debemos subestimar las pequeñas maniobras que hacemos cuando queremos empezar a cultivar un buen hábito. Hay que olvidarse del todo o nada. El problema que tienen los pequeños cambios (atómicos que dice él, de átomo, de mínima expresión) es que la gente, al no ver resultados tangibles de inmediato, se desinfla y abandona. «Para que los cambios realmente generen un cambio deben subsistir lo suficiente como para rebasar una meseta donde no se producen variaciones perceptibles», advierte.
Hay que pasar lo que él llama 'abismo de desilusión'. Ahora todos nos estaremos preguntando que cuánto dura ese periodo descorazonador.... pues bien, Clear no hace como algunos expertos, que cifran en 21 días el plazo para asentar un nuevo hábito, sostiene que más que una cuestión de tiempo, lo importante es cuántas veces repetimos un nuevo hábito que queremos asentar (ir al 'gym' por la mañana temprano, dedicar un rato a recoger la casa por la noche, preparar la ropa para el día siguiente antes de acostarnos, repasar la agenda y organizar el día...) para que se vuelva algo automático (que lo hagamos de forma natural, sin esfuerzo) y quede así fijado a nuestra rutina.
A más repeticiones, más arraigo y menos riesgo de que volvamos al mal camino, porque el cerebro, que en el fondo es un gran vago, prefiere las cosas mecánicas que no le suponen estrés y le dará luz verde a ese cambio (porque a él no le cuesta trabajo).
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Óscar B. de Otálora
Por eso Clear aconseja la regla de los dos minutos: «Cuando empiezas un nuevo hábito, no debe llevarte más de dos minutos», sentencia. ¡¿Y qué vamos a hacer en sólo dos minutos?! ¡Eso no vale para nada! Error. El autor ofrece una versión de dos minutos de casi cualquier hábito: leer antes de dormir se convierte en leer una página, hacer media hora de yoga se convierte en sacar la esterilla y colocarla, estudiar para una clase equivale a abrir el cuaderno, doblar la ropa recién lavada se convierte en doblar un par de calcetines y correr tres kilómetros, a atarse los cordones de las zapatillas.
«La idea es hacer al principio tus hábitos tan sencillos como sea posible. Cualquiera puede meditar durante un minuto, leer una página o guardar una pieza de ropa (...) Es una estrategia poderosa, porque una vez que empezamos a hacer lo correcto es mucho más sencillo seguir haciéndolo. Un nuevo hábito no debería parecer un reto. las acciones que seguirán pueden ser desafiantes, pero los primeros dos minutos deben ser sencillos», recalca. Así desactivamos las ganas de nuestro cerebro de boicotearnos y también nuestra costumbre de postergar cambios que queremos realizar. Y, luego, poco a poco, avanzamos, porque el camino ya está marcado.
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