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Miles de hombres que se habían quedado sin pene por una enfermedad grave o un accidente traumático han vuelto a tener relaciones sexuales completas gracias a la cirugía rehabilitadora, que comenzó a practicarse en España hace apenas quince años. Sólo las manos del urólogo Javier ... Romero-Otero, pionero de la técnica en nuestro país, han devuelto la vida sexual a cientos de varones que creyeron haberla perdido para siempre. Su grupo se ha convertido desde entonces en una referencia internacional hasta el punto de que la reconocida revista 'International Journal of Impotence Research' acaba de dedicar al equipo un monográfico en el que se describen las técnicas y criterios que les guían para recomponer la virilidad perdida. «No vale todo», proclama. «La medicina está llena de pseudoprofesionales que venden falsas soluciones sin ninguna evidencia. Es muy fácil sacar el dinero a gente que está sufriendo con su sexualidad, pero el daño que causan puede ser irreparable», advierte.
Este periódico ha solicitado al director del Departamento de Urología de HMHospitales y director médico de ROC Clinic que reconstruya aquella primera intervención y explique con el mayor detalle posible la forma en que se practica en la actualidad. Queríamos saberlo todo. Desde el tipo de paciente que la solicita hasta qué otras intervenciones reclaman los hombres para la mejora de su funcionalidad. «Mire, a mí me ha venido muchísima gente pidiéndome cirugías por las que podría pedir montones de dinero. Les mandamos al psicólogo porque lo que necesita la mayoría es una buena terapia», reflexiona. «Ayudar a la gente comienza por ser honesto».
El primer neofalo de España se dispuso en la unidad de Urología y Cirugía Reconstructiva del hospital madrileño Doce de octubre en 2007. El paciente era un hombre joven de 41 años, afectado por un cáncer de pene, cuya amputación se hizo necesaria para erradicar la lesión tumoral. Un año después, comprobado que el cáncer no reaparecía, se planteó la reconstrucción del pito. «La amputación fue total, pero se lograron conservar los cuerpos cavernosos de la raíz del pene, que comienza en el hueso isquion, muy cerca del ano», detalla el cirujano. Esta circunstancia permitió aspirar a devolver al paciente la capacidad de tener un orgasmo. «Había que intentarlo».
Entonces, como en la actualidad, los cirujanos extrajeron una lengua de tejido con grasa subcutánea del antebrazo derecho, nutrida por una arteria, dos venas y nervios sensitivos. El tejido se enrolló en forma de dos cilindros con el fin de reconstruir con uno de ellos la uretra;y disponer el otro para lo que se denomina como forro externo cutáneo. Es la parte que une el nuevo falo con la arteria femoral y la vena safena, aprovechándose también los nervios extraídos con el fin de que el paciente pueda recuperar la sensibilidad.
La cirugía se prolongó entonces durante casi diez horas, aunque hoy, dada la experiencia y los avances clínicos, se practica ya en «cuatro o cinco». Esa segunda intervención permitió al paciente volver a orinar de pie. Pasado un tiempo, el hombre regresó al quirófano para una tercera cirugía en la que se le implantó una prótesis de pene, un sistema hidráulico dotado con una perita que se aloja en el escroto y permite al afectado tener erecciones y penetrar. La arteria extraída del antebrazo facilita que la sangre entre en el neofalo y salga de él, pero la consecución de erecciones requiere la implantación de una prótesis hidráulica.
El sistema permitió al afectado tener erecciones, penetrar y disfrutar de orgasmos. El grado de satisfacción del paciente, entonces como hoy, resulta muy elevado, según explica el cirujano madrileño. «Obviamente no es un pene propiamente dicho, pero resulta muy similar, están bastante logrados. De hecho –reflexiona Javier Romero-Otero–, la gran mayoría de hombres intervenidos asegura que volvería a operarse. La cirugía no sólo les devuelve la posibilidad de orinar de pie, sino también una sexualidad plena».
El momento más crítico de la intervención es el denominado como anastomosis, cuando el tejido del injerto vuelve a unirse al organismo. Es la hora de comprobar si la sangre riega con normalidad el tejido injertado, a través de la arteria y las venas con que se le ha dotado. «Requiere realizar suturas con hilo de diez ceros, que solo puede manejarse con instrumental específico y el uso de un microscopio».
Los puntos, detalla, han de ser exactos tanto en número como en lugar del cosido para que la sangre fluya sin obstruirse. «Son cirugías muy laboriosas que precisan personal muy entrenado. Como mínimo se requieren dos operaciones, pero lo normal es que sean tres o cuatro». Una para colocar el neofalo y comprobar que la orina circula bien, sin estrecheces. La segunda, más estética, busca mejorar el aspecto del glande y resolver o mejorar posibles complicaciones;mientras que la tercera se reserva para la colocación de la prótesis.
Las primeras intervenciones de este tipo en España se realizaron con pacientes que habían perdido el pene a causa del cáncer, accidentes de distinto tipo y mutilaciones de guerra. La cirugía de cambio de sexo y la rehabilitación de micropenes –originados a menudo por enfermedades congénitas que impiden el normal desarrollo de la uretra o los cuerpos cavernosos, por ejemplo– han incrementado el número de cirugías en los últimos años.
«Muchísimos hombres quieren falos que no tienen nada que ver con la realidad. Se exigen tanto a sí mismos que hay que hacerles entender que su pene es absolutamente normal», reflexiona el profesional. Su especialidad se prepara entretanto para un nuevo desafío:el trasplante de pene. De momento, apenas se han hecho cinco en el mundo...
Cirugía de moda El rejuvenecimiento del pene es la cirugía de moda. No siempre se realiza por razones patológicas. La mejora estética y funcional se practica en falo y zona testícular.
El escroto, triple alternativa La demanda actual tiene tres vertientes. Una referida al pelo. Hay quien pide injertos y quien solicita depilaciones definitivas. También hay una cirugía correctora de la morfología, escrotoplastia, para lograr testículos más recogidos. La mejora de la pigmentación busca corregir con láser posibles manchas. Se quiere un escroto recogido, liso y limpio, que tiene como modelo el 'David' de Miguel Ángel.
Alargar y engrosar el pene Es imposible hacerlo. La cirugía busca una apariencia más larga o gruesa. «No se pueden añadir rodajas al salchichón», advierte el urólogo Javier Romero-Otero. «Cuidado con lo que le prometen a uno», insiste el experto.
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