Sexto día de encierro y ¿solo estás aburrido? ¡Qué suerte!

Relato en primera persona, del último paseo (sin perro), pasando por el teletrabajo, hasta... ¡alerta, llega la fiebre!

Jueves, 19 de marzo 2020

Parece que ha pasado más tiempo, pero hace solo cinco días campábamos por la calle (sin perro). Era sábado y se empezaba a escuchar que iban a chapar los bares. ¿Cómo, en fin de semana? Anda que no podían esperar al lunes... Así que por la tarde, a cuatro horas del cerrojo, apurábamos zuritos y cañas, «que hay que acabar el barril». Codazos de broma, distancia prudencial y alguno haciendo el gilipollas repartiendo besos, los últimos que nos hemos dado. El sábado llegó el primer 'drama': quince días sin bares.

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El domingo algunos todavía asomamos el morro por la calle, que a la niña le viene bien el aire fresco, pero la Policía ya empezaba a echar a los paseantes y corredores, que nos dio a todos por lo mismo. Para la tarde, la orden ya era de reclusión sin excusas. 'Drama' del domingo: ¡cómo vamos a resistir quince días sin salir a la calle!

El lunes empezamos con el teletrabajo, que es una fiesta. En el periódico llevábamos ya varios días de entrenamiento, pero el sistema se cuelga igual. Añada a eso, niños sin colegio: te cogen el teclado del ordenador y lo usan a modo de piano o te garabatean los documentos que llevas tres meses clasificando. Total, ¿para qué tenerlos tan impecables? Añoras a tus compañeros de curro, el aire viciado de la redacción... Todavía no estás echando de menos al jefe pero acabará pasando. 'Drama' del día 3: el caos del teletrabajo.

Martes... empiezan a acabarse las galletas, los yogures de sabores, las patatitas fritas y las pechugas. Las espinacas, sin embargo, resisten bien los embates del coronavirus. Te planteas ir al súper pero la sola idea de tocar esos plátanos que han tocado tantas manos y de que la cajera te dé las vueltas... '¡Quédese con el cambio'. 'Drama' de cuarto día: se acaban los víveres calóricos y empieza la obligada dieta verde.

El miércoles ya ni te acuerdas de que al día siguiente es fiesta y de que habías pensado irte de puente. Te haces un selfie en plan 'Aupa Etxebeste' para quitar el mono de las 'vacaciones', porque la Semana Santa se va a chafar también. Pero el día empeora porque a media tarde notas un calor que no es normal, te pones el termómetro y asoman unas décimas. ¿37,5? ¡Pero si parece que tengo 39! Y una 'bola' en la garganta que no me deja tragar. En circunstancias normales, amigdalitis, pero ¿y si...? Llamo al teléfono de urgencias y al cabo de 32 minutos de espera me atienden: «Has tenido suerte, la gente suele tener que esperar más». Les cuentas los síntomas y diagnostican: 'Posible caso de coronavirus', con orden de confinamiento máximo «en la medida de lo posible» y la insistencia para que me lave las manos «continuamente». El seguimiento ya es ambulatorio y el tratamiento: paracetamol e ibuprofeno («no hagas caso a lo que dicen del ibuprofeno», advierte la doctora por teléfono). Y otra advertencia: «En caso de dificultades para respirar, al 112». 'Drama' del día 5: esta fiebre que no da tregua. Y sigue siendo 'drama' entre comillas porque los hay sin comillas, dramas de verdad.

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Así que si has llegado al sexto día con el único 'drama' del aburrimiento no te quejes. Sal cada tarde a las ocho a aplaudir a esos profesionales que están deseando aburrirse, pero que no pueden porque están en las urgencias atendiendo a la gente. El aburrimiento estimula la creatividad, y si no se siente muy creativo véase de la uno a la ocho todas las temporadas (otra vez) de 'Juego de Tronos' o haga zumba en la ventana con los vecinos, que se le va a apolillar el chándal que compró en enero cuando aún pensaba que tendría el voluntad de ir al gimnasio. Yo, en cuanto me baje la fiebre, es lo que pienso hacer.

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