
Pablo Garrido, ingeniero químico del Caltech
El español que puede acabar con el hambre en el mundo
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Pablo Garrido, ingeniero químico del Caltech
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Viernes, 29 de Diciembre 2023
Tiempo de lectura: 6 min
La población mundial superará los 10.000 millones de habitantes en 2058. ¿Tiene el planeta recursos para dar de comer a todos? Pablo Garrido (Granada, 34 años) es un ingeniero químico que busca la solución a un problema que evoca el milagro de los panes y los peces. Su trabajo en el Instituto Tecnológico de California (el mítico Caltech) ha sido publicado por la revista Nature.
XLSemanal. Dice el gran experto en energía Vaclav Smil que «la síntesis industrial del amoniaco (para producir fertilizantes) ha sido más importante para el mundo moderno que el avión, la energía nuclear, la carrera espacial o la televisión». Con el debido respeto, ¿no exagera?
Pablo Garrido. [Se ríe]. Smil es un sabio… La gente asocia el amoniaco a los productos de limpieza, pero también es la fuente principal del nitrógeno que se usa para la fabricación de muchos productos: combustibles, adhesivos, fármacos… Y, sobre todo, fertilizantes.
XL. No se puede fertilizar la tierra de otra forma…
P.G. Por supuesto, pero no si queremos alimentar al mundo. El propio Smil calcula que, sin la síntesis industrial de Haber-Bosch, que es el proceso químico inventado en 1913 para obtener amoniaco, la población mundial tendría que ser un 40 por ciento más pequeña.
XL. Somos casi 8000 millones de personas, así que sobrarían más de 3000 millones.
P.G. Eso me temo. El amoniaco es el rey. Pero nos cuesta ver su importancia. Recuerdo que, en el máster, un profesor nos preguntó cuál era el invento más importante del siglo XX. En una clase llena de químicos, nadie acertó.
XL. ¿Pero qué tiene de especial el proceso Haber-Bosch?
P.G. Que obtiene amoniaco (compuesto de nitrógeno e hidrógeno) de la atmósfera. La revolución demográfica hubiera sido imposible sin él.
XL. Eso me recuerda las predicciones del economista Thomas Malthus, que a finales del XVIII pronosticó que llegaría un momento en que no habría comida para todos. Por fortuna, se equivocó.
P.G. Sí, Malthus vio que había el doble de bautismos que de entierros e hizo cuentas. Sus pronósticos calaron e hicieron que los gobiernos pidieran un esfuerzo a los agricultores para aumentar la producción, pero era imposible con métodos tradicionales.
XL. Algunos no eran tan tradicionales. Leí que en el Reino Unido comenzaron a triturar los esqueletos de los mataderos.
P.G. Sí, y en las ciudades chinas había todo un sistema de reciclado de excrementos. En Perú estuvieron exportando el guano de las aves hasta que se acabó. En fin, métodos agrícolas caseros que no solucionaban el problema. Hacía falta una solución a gran escala.
XL. La ciencia acudió al rescate con el proceso Haber-Bosch, para obtener fertilizantes que se sintetizan del aire, y resolvimos el problema, ¿no?
P.G. No es una solución sostenible. Tiene un alto coste energético y un impacto ambiental demasiado fuerte.
XL. ¿Qué es lo que se puede mejorar?
P.G. El proceso Haber-Bosch implica altas temperaturas y altas presiones para 'romper' la molécula de nitrógeno, e importantes sistemas de control.
XL. O sea, obtener amoniaco así es caro, complicado y bastante peligroso.
P.G. Sí, y muy contaminante. Además, hace falta hidrógeno para provocar la reacción química. Y el hidrógeno procede de combustibles fósiles (metano) y obtenerlo genera unas cantidades muy elevadas de dióxido de carbono.
XL. Usted investiga la optimización de este proceso con técnicas novedosas. Primero, en el Caltech (Estados Unidos), donde ha colaborado durante cuatro años con una eminencia mundial como Jonas C. Peters, y, ahora, en la Universidad de Granada.
P.G. Me fui a la aventura, al igual que tantos investigadores españoles.
XL. Como los conquistadores…
P.G. [Se ríe]. Vas donde te ofrecen oportunidades. Yo, además, me fui con mi mujer, que también es ingeniera química. Y estaba verdaderamente a gusto en Pasadena (California) haciendo ciencia de vanguardia. Me ofrecieron seguir allí como líder de investigación.
XL. ¿Por qué vuelve?
P.G. Se juntaron varios factores. El nacimiento de nuestro bebé, que me dieran una beca Ramón y Cajal y que pudiera continuar con mis líneas de investigación. Me han asignado un proyecto nacional como investigador principal centrado en la fotocatálisis (se utiliza la energía solar para provocar reacciones químicas). Y llámeme idealista, pero quiero aprovechar lo que he aprendido para ayudar a mi país.
XL. De acuerdo, entonces ¿cuál es el plan?
P.G. Llevar a cabo la síntesis de amoniaco, pero hacerlo con energías renovables.
XL. Descarbonizar el proceso Haber-Bosch…
P.G. Sí, esa es la idea. Cuando la gente piensa en nuestra dependencia de los gasoductos para calentarnos en invierno, no se percata de que esas infraestructuras también llevan el combustible necesario para fabricar fertilizantes. Es decir, que la soberanía energética está unida a la soberanía alimentaria.
XL. Las proyecciones demográficas apuntan a una población mundial de 10.000 millones dentro de 25 años. Parece que no tenemos uno, sino dos problemas: dar de comer a todos y producir los alimentos de manera que el planeta no se siga calentando…
P.G. Exacto, y esto se recoge muy bien en la filosofía de una economía circular, en la que consigamos fertilizantes y alimentos con el mínimo impacto y la mínima generación de desechos. Hay que reinventarse…
XL. Pues habrá que darse prisa. Cuenta The New York Times que la carestía de los fertilizantes y su escasez en África y regiones de Asia, donde no son capaces de producirlos a gran escala, ya está afectando a las cosechas. Si sumamos la sequía y la guerra de Ucrania, el panorama pinta mal.
P.G. Es muy preocupante. El proceso que investigamos no solo ayudaría a que fuéramos menos dependientes del grano de Ucrania, el gas ruso o las potasas chinas, sino que evitaría los problemas del transporte del hidrógeno, el metano y el amoniaco.
XL. ¿Y fomentaría el consumo de proximidad?
P.G. Sí. Nuestro objetivo es que el agricultor pueda producir el abono que necesite in situ aprovechando la luz solar o la electricidad. Esto aliviaría, además, el problema de los nitratos, el excedente de fertilizantes (las plantas absorben mucho menos amoniaco del que reciben) que contamina masas de agua y acuíferos.
XL. ¿No es una paradoja que un químico quiera resolver problemas causados por el exceso de química?
P.G. Históricamente, la química ha generado gran parte de la contaminación. Pero, si queremos mantener el nivel de vida, la química debe formar parte de las soluciones.