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Isabel la Católica es, posiblemente, el personaje más estudiado de la Historia de España. Fue la reina que conquistó Granada y la que facilitó el descubrimiento de las Américas. Pero aún hay algunas lagunas de conocimiento. ¿Cómo fue su cortejo fúnebre en Granada, donde la enterraron por expreso deseo testamentario de la monarca? Prácticamente no existe documentación. Por eso resulta de extraordinario interés un manuscrito hallado por la investigadora África Espíldora García en el Archivo de la Nobleza de Toledo, situado en el emblemático Hospital de Tavera. En este legajo se relata, con profusión de detalles, cómo fueron las exequias desde que el cuerpo de Isabel I de Castilla llegó a Granada, un 18 de diciembre de 1504, tras recorrer durante veintiún días los cerca de seiscientos kilómetros que separaban Medina del Campo (Valladolid) de la ciudad nazarí.
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Jorge Pastor
«Lo poco que se sabe fue gracias a Íñigo López de Mendoza, segundo Conde de Tendilla, y un par de escritos de los archivos municipales de Granada», comenta África Espíldora, quien subraya la trascendencia de este relato tan minucioso y cuyo contenido ha analizado en un artículo publicado por la revista 'Historia, instituciones y documentos' de la Universidad de Sevilla. «Sabíamos muy poco, pero ahora contamos con una crónica que dice, por ejemplo, que había 20.000 granadinos esperando el cuerpo de Isabel», cuenta la historiadora.
«Había tanta gente –añade– que cuando los restos de Isabel atravesaban el Arco Elvira, el inicio de la comitiva ya había sobrepasado la Puerta de la Alhambra». En este punto conviene recordar que hasta que se finalizaron las obras de la Capilla Real, Isabel de Castilla estuvo sepultada junto a su esposo Fernando de Aragón en el convento de San Francisco –el traslado de los cadáveres se produjo en 1521–.
¿Quién fue el narrador? Anónimo. El pergamino, que tiene multitud de tachaduras y añadidos en los márgenes, está escrito con letra cortesana. «Por todas las correcciones, estamos sin lugar a dudas ante un texto original», comenta África Espíldora. Fue hallado en los fondos familiares del Archivo de la Nobleza de Toledo correspondientes a la casa del Conde de Tendilla o del Duque del Infantado de Guadalajara, estrechamente relacionado con el primero. El autor sería un escribano que tendría el encargo de redactar con la mayor concreción todo el evento para que fuera leído, posiblemente, por algún noble que no pudo asistir. «Tendría que ser alguien mínimamente formado que fuera capaz de identificar, además, a todos los notables que acompañaron a Isabel cuando arribó a Granada», asegura África Espíldora.
Según figura en este documento, el séquito que viajó desde Medina del Campo hasta Granada estaba compuesto por, al menos, 450 personas. Lo conformaban servidores, nobles, obispos y religiosos. A continuación figuraban las andas con el féretro, fabricado con cuero de becerro y lienzo de bitre encerado –este material sirvió como aislante ante las numerosas lluvias que se produjeron durante el camino–. Detrás, las mujeres, descendientes de los Chacón Alvarnáez y los Cabrera Bobadilla.
El acceso a Granada se produjo cruzando el Beiro, aunque no se explicita ningún punto exacto. Tampoco se refiere ninguna hora, aunque la hipótesis más verosímil es que fuera al atardecer, ya que había prisas al tener que subirla a hombros hasta la Alhambra. También se sabe que hubo monjes que vivían extramuros que salieron al encuentro. Se cita a los Jerónimos, que se incorporaron a la altura de la Puerta de las Eras (calle Darro del Boquerón). Las andas de las dos mulas que tiraban de la caja mortuoria fueron tomadas en las inmediaciones de Granada por el Conde de Tendilla, capitán general del Reino de Granada y alcaide de la Alhambra, hasta que alcanzaron Puerta Elvira, donde se colocó un túmulo sencillo de madera cubierto por un chapitel.
El responso no se prolongó en exceso. Tan solo media hora. La procesión puso rumbo a la Alhambra «entre los alaridos de las mujeres y los llantos de los hombres». Se congregaron en torno a 20.000 almas, según los cálculos del cronista desconocido. ¿Por dónde fueron? Desgraciadamente no se aportan datos, aunque en función de la trama urbana que aparece en las Plataformas de Ambrosio de Vico, de 1600, lo lógico es que se aproximaran hasta la Colina Roja por lo que hoy día es la calle Elvira. Tampoco se especifica nada de por dónde penetraron en el recinto de la Alhambra. La puerta de la Justicia era la principal, aunque también pudo ser por la de los Siete Suelos, que se encuentra más cerca del convento de San Francisco. Esta teoría fue defendida a mediados del pasado siglo por Fidel Fernández Martínez, médico, académico de Bellas Artes y conservador de la Alhambra.
Isabel de Castilla fue inhumada con hábito franciscano bajo una sencilla lápida en el convento de San Francisco. Ahora un descubrimiento archivístico arroja luz sobre aquel 18 de diciembre de 1504 en que la Historia de España se escribió en Granada.
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