El tercer avión de Bayona
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El tercer avión de Bayona
Tras las huellas de 'La Sociedad de la Nieve' en Güéjar SierraLos grandes ventanales del comedor de la Argumosa proyectan unas vistas de película. «Aquí siempre se ve la montaña», dice Miguel Rojas, director del cortijo, observando desde una silla de anea el camino que discurría hasta el set de rodaje de 'La sociedad de la nieve'. Ahora, sin embargo, no queda ni rastro de todo aquello. Parece mentira que este colorido mar de olivos, un paraíso en la ladera de Güéjar Sierra, fuera un enorme plató al más puro estilo de Hollywood. «Este comedor se convirtió en un despacho. Y en este pasillo había oficinas... Bueno, al final es que usaron el cortijo entero durante un año –ríe, con la mirada perdida–. Qué experiencia tan bonita».
La sociedad de la nieve
De los tres aviones que Juan Antonio Bayona 'estrelló' en Granada, el de Güéjar Sierra es el menos conocido. Y eso que allí se obró el milagro. «Para los actores, venir a la Argumosa era el disfrute porque arriba, en Sierra Nevada, pasaban tanto frío y sufrían tanto que aquí estaban en la gloria». Habla Susana Baldó (Mallorca, 1975), ayudante de la jefa de localizaciones de 'La sociedad de la nieve' y culpable de que el equipo de Netflix terminara en este cortijo. Bueno, ella y Quelita, su perra. «Llevo casi 20 años viviendo en Güéjar Sierra. Vine por casualidad y me enamoré del pueblo», cuenta Baldó, que ha trabajado en los departamentos de producción de películas como 'Caníbal' o 'Segundo premio'.
A finales de 2021, Lluna Yuvé, directora de localizaciones del film, pidió a Baldó que encontrara unas naves y un espacio que fuera como dos campos de fútbol. «Y ya está, no me dijo más –ríe–. Pensé en lugares lo más cerca posible de Sierra Nevada, el problema es que aquello es parque natural y sería muy difícil trabajar en el terreno. Entonces me acordé de Quelita».
Susana solía dar largos paseos con Quelita, su perra, por las montañas de Güéjar Sierra. «Siempre que veía la explanada súper verde de la Argumosa, me paraba a mirarla. ¡Claro! ¡Era un sitio perfecto!». Entre medias, por cierto, se plantearon otras opciones, como Quéntar o la nave de Don Patín, en el Zaidín. «Al ser una pista de hielo podría conseguir el frío que necesitaban... pero hubiera sido muy complicado por el tráfico y el tránsito de la zona».
Sea como sea, el 5 de octubre de 2021 se confirmó la Argumosa como tercer set de rodaje de 'La sociedad de la nieve', donde se rodaría una de las escenas más impactantes de la película: el alud. Pero antes, vayamos al mar.
Miguel Rojas estaba tumbado en Playa Granada cuando sonó el teléfono. «Necesito un campo», escuchó al otro lado del auricular. La Argumosa es una finca de 300 hectáreas, en su mayoría dedicada a la actividad agrícola, fundamentalmente al olivar. Además, cuenta con seis hectáreas para turismo rural, con dos casas con 60 habitaciones, spa, piscina y varios salones. «Estábamos saliendo del covid y no podíamos abrir. Llevábamos un año y medio cerrados sin facturar nada. Y teníamos todo preparado para poner un olivar súper intensivo... Entonces llegó la propuesta y nos pareció interesante en todos los sentidos. Tener un rodaje de esta categoría aquí era una oportunidad única».
Aunque la idea inicial era que la Argumosa fuera exclusivamente un set de rodaje, poco a poco descubrieron que podrían exprimir sus opciones. Así, la cocina del cortijo se convirtió en el centro neurálgico del catering, desde donde salían más de 300 comidas diarias para los equipos de rodaje, incluidos los de la cima de Sierra Nevada. El spa, junto a la piscina, fue la oficina del Departamento de Arte y Localizaciones; y una caseta de aperos se convirtió en el almacén de equipos. Y las habitaciones acogieron a los equipos que iban pasando por allí. Siempre estuvieron llenas.
Rojas estuvo desde que llegaron hasta que se fueron –casi un año– cuidando el espacio, algo que vivió «con muchísima ilusión». «Hice una buena amistad con Pablo Vierci, el escritor de la novela. Tenemos una relación epistolar tremenda, nos escribimos todas las semanas. Me cuenta sus viajes, cómo va la película... Es una persona encantadora, una maravilla».
A Bayona también lo conoció, pero menos. «Estaba siempre concentrado», apunta. Más allá del equipo instalado allí, en la Argumosa había siempre una habitación preparada por si Bayona decidía pasar la noche. «Se quedaba en la suite, que tiene unas vistas espectaculares. Creo que disfrutó mucho».
Transformar un mar de olivos en un set de rodaje es un trabajo titánico. ¿Por dónde empezar? Por un parking. Y uno muy grande. «Subimos 300 camiones, cada uno con 25000 kilos de zahorra», recuerda Susana Baldó. Luego, como si fuera una obra civil, se levantó una red de andamios para sostener una estructura de madera que imitaba la orografía de los otros sets, para que todos los escenarios de la película fueran iguales. A continuación, la estructura se cubrió con un mallazo y se proyectó el poliuretano para, por último, 'regarlo' de nieve artificial hecha con celulosa biodegradable.
La misión de este lugar, lo que lo hacía especial, es que el fuselaje de nueve toneladas se colocó sobre un búnker ideado por Pau Costa, director del Departamento de Efectos Especiales. «Servía de ascensor, de manera que podíamos subir y bajar el avión y, también, ladearlo. ¿Para qué? Tras la avalancha, los protagonistas salen de la nieve. En la montaña era imposible cubrir el avión». Con este ingenioso sistema, Bayona rodó la escena del alud: el avión sube en la plataforma y la nieve entra como si fuera un tsunami (Costa fue, claro, uno de los artífices de 'Lo imposible'). En el set de la Argumosa trabajó sobre todo la segunda unidad de 'La sociedad de la nieve', con máquinas que no se podían emplear en la sierra, como grúas o drones.
«En la montaña tenían nieve. Yo vivía en la suciedad de la nieve –bromea Baldó–: mis problemas eran el barro, el agua, las inundaciones... ¡la calima! Y los camiones, por supuesto: ¿sabes lo que es subir por estas curvas?».
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Susana y Miguel caminan por las praderas de la Argumosa, sobre el lugar exacto donde habitó el fuselaje del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya. «Nos comprometimos a dejarlo todo como estaba –dice la productora, estirando los brazos y respirando hondo–. Y mira, ni una huella. La magia de cine». Aunque sí hay algunas huellas, anecdóticas: siguen colgados algunos carteles como los 'ceniceros LSDLN' o la flecha de 'Catering actores', que lleva al salón donde los intérpretes descansaban jugando al billar o al futbolín y soñaban con comerse un asado (recuerden que tenían que guardar una dieta estricta para que su aspecto evolucionara al igual que el de los pasajeros del vuelo). «Les emocionaba venir a la Argumosa y estoy seguro de que se emocionarán al recordarla», termina Baldó.
Hace un día soleado y, a lo lejos, los ladridos de los perros se funden con el oleaje de los árboles. «Vi grabar muchas escenas –rememora Miguel–. Cuando fui al cine fue maravilloso, qué película tan hermosa». Entonces, tras mirarse los pies hundidos en el barro, resopla por última vez, como quien recuerda a un amigo en la distancia. «Te parecerá una tontería, pero cuando se llevaron el avión de aquí me sentí raro. Después de tanto tiempo... Ojalá se hubiera quedado. Le hablaré a Vierci de este día».
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