El hueco que deja la calle

Nos pilló sentados en el sofá, incrédulos, sorprendidos por el bicho que hasta hacía unos minutos era el problema de otros. Nos pilló sentados, delante de la tele, viendo las noticias de Italia y de China, contemplando una tragedia que parecía –sigue pareciendo– el guión de una película de sobremesa. No nos movimo del sofá y, en un chasquido, se cerraron las puertas y los caminos y la peña de fútbol y los paseos en bicicleta. Incluso el trabajo. Casi todo desaparecía con el chasquido mientras nosotros, sentados en el sofá, nos desdibujábamos poco a poco. «¿Cómo llenar todo ese hueco que quedaba? De buenas a primeras no podíamos hacer muchas cosas. Me pregunté qué había aquí dentro para llenar ese hueco tan grande. Y cogí un libro».

Pablo Pereira (Granada, 1989) es doctor en Bellas Artes, en ilustración y diseño gráfico. Trabaja como freelance realizando todo tipo de encargos, aunque tiene una especialidad muy peculiar: los juegos de mesa. «Mi tesis fue sobre el lenguaje gráfico en los juegos de mesa. De hecho, ahora estoy preparando un artículo para la revista Ouch! y alguna participación en congresos. Es un mundo apasionante».

Una de las pasiones de Pablo es la lectura y precisamente de ahí surgió la idea de esta pequeña gran viñeta de aislamiento: «Me acompañan mucho los libros. Puedo estar con un libro largo rato». Ahora está leyendo, curiosamente, 'La casa en el confín de la Tierra', de William Hope Hodgson, «en el que una persona vive aislada, en una casa, en un periodo de confinamiento voluntario. Hasta que empiezan a pasar cosas raras, viajes astrales... Muy recomendable».

Y así le pilló la musa:sentado en el sofá, con el libro entre las manos y la luz del flexo encendida. De viaje.