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Entrevista con la granadina Cristina Morales, premio Nacional de Narrativa

Cristina Morales: ni rebelde, ni santa, ni todo lo contrario

Irreverente, agitadora, siempre a la contra, con un lado satírico ácido, pero enriquecedora, tierna y dialogante. «Un ser complejo como toda la gente interesante». Así describen quienes conocen a la granadina premio Nacional de Narrativa

Jueves, 24 de octubre 2019, 00:37

Cristina Morales escribía. Lo hacía incluso antes de empezar a escribir. Escribir fue su refugio, su credo, su ballesta. Escribía más por ser que por poder. Ella era fruto de la escritura. Cuando aprendía a bailar y a protestar, ella escribía. Su vida corre al dictado de las palabras, literalmente. Y las palabras que salen de su boca son tiernas y transgresoras, caricia y conflicto, brindis y guerra.

No hace tanto, la ganadora del premio Nacional de Narrativa era una estudiante más en el IES Fray Luis de Granada. Sus compañeros la recuerdan como una alumna destacada, amante de las letras, risueña, simpática y amable. La misma Cristina que estos días ha dicho cosas como esta:«Es una alegría ver el centro de Barcelona, las vías comerciales tomadas por la explotación turística y capitalista, de las que estamos desposeídas quienes vivimos ahí. Es una alegría que haya fuego en vez de tiendas y cafeterías abiertas». Fueron sus primeras palabras tras conocerse que había ganado el premio que otorga el Ministerio de Cultura. José Guirao, ministro en funciones, dijo que él sólo interviene «en dar el visto bueno al jurado. Y lo que uno intenta al elegir el jurado es que el premio merezca la categoría de Premio Nacional». Miembros del Partido Popular pidieron que se le retirara el premio por aquellas palabras y por estas:«La violencia es la de la Policía. Es un cuerpo violento ante el que solo cabe el somentimiento o la autodefensa».

Morales cumplirá 33 años el 27 de diciembre. Hace media vida llamó a la puerta de Andrés Neuman para hacer saber que ella quería escribir. Le entregó un relato, 'El gordo más bello del mundo':«Recuerdo el temblor de talento que sentí cuando leí el texto. Siempre supe que iba a ser una escritora importante». Neuman, que fue su primer gran maestro en esto de la escritura –aunque él dice que siempre la trató de igual–, formó parte de los años universitarios de Cristina. Ella, que en un principio pidió plaza en la Complutense para estudiar Periodismo, se licenció en Derecho en la UGR. Sin duda, la carrera le daría alas a su lado más reivindicativo, social y político. Pero allí, como siempre, ella escribía. «Cristina –sigue Neuman– no huye del conflicto. Se parece bastante al carácter de su tono literario, es polémica y agitadora. Tiene un lado humorístico y satírico muy ácido; y un lado frágil. Es –suspira– un ser complejo como toda la gente interesante».

«Es un ser complejo como toda la gente que es interesante»

Andrés Neuman

En la relación de Neuman y Morales hay un libro muy especial, 'La merienda de las niñas' (Cuaderno de Vigía, 2009). «Siempre se destaca su temperamento, lo que tiene que ver con el ruido, pero no se menciona una cualidad que ha tenido siempre: la disciplina. Recuerdo las horas que pasamos corrigiendo su primer libro, lo afrontó como si fuese el asunto más serio del mundo. Ese síntoma era tan o más delator de su futuro brillante como su talento».

Carmen Córdoba, presidenta de la asociación poética Diente de Oro, estaba en la Fuente de las Batallas el día que Cristina Morales y Neuman presentaron 'La merienda de las niñas'. Lo recuerda perfectamente porque fue el día que se conocieron. «Hicimos amistad fácilmente. Pasamos una temporada viviendo juntas, compartiendo habitación. Su madre me acogió y de hecho ahora soy más amiga de la madre que de ella», ríe. Carmen ejerció de testigo en la boda de Cristina con Javi Mansilla, «un activista de la calle, como ella», con quien comparte vida en Barcelona. «Cristina en lo personal es igual que en lo público:irreverente, provocadora, siempre a la contra, en la otra postura, nunca en lo cómodo. Pero, sin embargo, hablar con ella es muy fácil. Tiene posturas, pero no impone, siempre charla, siempre enriquece, siempre escucha. Tengo mucha suerte, nos tratamos con mucha ternura».

«Cristina en lo personal es igual que en lo público:irreverente, provocadora, siempre a la contra, en la otra postura, nunca en lo cómodo. Pero, sin embargo, hablar con ella es muy fácil»

CArmen Córdoba

'Lectura fácil', su gran novela, debió publicarse en la editorial Seix Barral. Pero ella se negó. Le pidieron que quitara las menciones a personajes públicos y dijo que no, que su libro era así, y se marchó. La publicó Anagrama, ganó el Herralde y se llevó el Nacional de Narrativa que entrega el Ministerio de Cultura. Antes había ganado el Injuve de novela. Y fue becada como residente por la Fundación Antonio Gala.

En menos de cinco años ha demostrado que puede escribir de un grupo indignado de teatro universitario con aires de 15M ('Los combatientes', Caballo de Troya, 2015) con tanta emoción como de Santa Teresa de Jesús ('Terroristas modernos', Candaya 2017). Su propia imagen, mutante de sí misma, es signo de las voces que habitan tras su firma. Una firma que sólo admite dos adjetivos: «feminista» y «anarquista». Una firma que comparte espacio con su yo bailarina de danza contemporánea, su otro trabajo. «Yo sabía que esto iba a pasar –dice Carmen, con una sonrisa telefónica–, lo que pasa es que ella va más rápido que mi cabeza. ¡32 años! Tiene una carrera meteórica. Sí, tiene la cabeza compleja, siempre reflexiva, difícil de abordar, pero si ya ha conseguido esto con 33 ¿qué hará con 50? En fin, que la quiero mucho y ya está».

Cristina escribía. Escribe. Y escribirá. Es una certeza, su forma de estar en el mundo. Y eso es un regalo prometedor y una amenaza incontestable a partes iguales.

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