La tremenda sequía que estamos viviendo tiene mil lecturas negativas y tan solo una positiva. El volumen de agua almacenado es tan bajo en pantanos como el de Iznájar, el de mayor capacidad de toda la cuenca del Guadalquivir con 981 hectómetros cúbicos –un pequeño ... mar en el límite de las provincias de Granada, Málaga y Córdoba–, que está permitiendo que afloren restos de todas las civilizaciones que desde hace 7.500 años se asentaron en esta zona del Valle del Genil.
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Los 'culpables' de este hallazgo son un equipo de la Universidad de Granada, dirigidos por José Antonio Bueno y coordinados por Antonio Morgado, que han localizado hasta diecinueve sitios arqueológicos, todos dentro del término de Algarinejo. Entre ellos, una aldea del Neolítico Antiguo –unos 5.500 años antes de Cristo– de la que solo existía un precedente en Andalucía, en Puerto Real (Cádiz). Un poblado que ya ha sido bautizado como El Vado.
Antes de continuar conviene contextualizar el descubrimiento. El embalse de Iznájar se construyó entre 1959 y 1969, una época en la que los niveles de protección hacia este tipo de patrimonio histórico era prácticamente inexistente. Pero sí, tanto los archivos como los testimonios de los propios lugariegos evidenciaban la existencia de asentamientos desde hace 7.500 años hasta los cortijos que quedaron sumergidos hasta que el dictador Francisco Franco inauguró la presa un 6 de junio de 1969.
Según informa Antonio Morgado, la campaña comenzó en enero y en febrero se pudieron realizar las primeras excavaciones gracias a que la Delegación de Cultura concedió un permiso de urgencia. «Por ahora estamos en una fase inicial; necesitaremos como mínimo un año para tener el informe definitivo», señalaMorgado, quien explica que el riesgo de desaparición no viene por que la presa de Iznájar vuelva a llenarse, sino por que la subida y bajada cíclica de los niveles hídricos hace que la erosión sea mayor en los bordes, lo que afecta de lleno a los yacimientos.
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Nos situamos en pleno Valle del Genil, entre los municipios de Loja, Zagra y Algarinejo, con un acceso extraordinariamente dificultoso –solo se puede llegar en todo terreno y realizando tramos a pie–. Aquello es ahora mismo un enorme secarral debido a la preocupante ausencia de precipitaciones –estamos viviendo el segundo comienzo de ejercicio hidrológico más seco del siglo–, pero antaño, desde hace 7.500 años hasta el siglo XX, fue también un frondoso bosque mediterráneo lleno de encinas milenarias, fresnos y álamos.
Había humedad garantizada por la proximidad del Genil y la tierra era muy fértil. Es decir, se daban las condiciones propicias para el desarrollo de cultivos como el cereal –básicamente trigo– y leguminosas, y también para el mantenimiento de una ganadería de cabras, ovejas, vacas y cerdos.
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Los antiguos meandros del Genil eran reiteradamente ocupados por pequeñas aldeas desde el Neolítico, aunque también se ha demostrado la presencia esporádica anterior de grupos recolectores y cazadores. Entre los restos más interesantes, trozos de cerámica de hace 7.500 años decorados con conchas marinas, lo que constata el origen mediterráneo de esos primeros colonos semi sedentarios del Valle del Genil que implantaron una nueva forma de vida.
De esa misma etapa, también han aparecido chozas donde vivían aquellas familias –hablamos de comunidades de entre veinte y treinta individuos– y pequeños almacenes donde se guardaba el grano. A todo ello, hay que sumar molinos de mano y utensilios de sílex como hachas y semillas carbonizadas. Vestigios de un pasado remoto que son, al mismo tiempo, una herencia de lo somos.
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El equipo de arqueólogos encabezado por los profesores José Antonio Bueno y Antonio Morgado está realizando un trabajo de campo dividido en tres fases. La primera fue la de localización de los yacimientos aprovechando que la cola del pantano se había quedado sin agua. Han identificado diecinueve sitios. El cinco por ciento, del Paleolítico;el cincuenta por ciento, del Neolítico, Cobre y Bronce, el veintiséis por ciento, de época romana;el cinco por ciento, íberos;y por último, el cinco por ciento, medievales. También han aparecido numerosas construcciones posteriores con un valor más etnológico.
Respecto a los restos de mayor relevancia, además de las piezas de cerámica, los almacenes, las chozas, los molinos de mano y los utensilios de sílex del Neolítico, también han florecido piletas e infraestructuras hídricas del tiempo de los romanos.
Los trabajos continúan durante el mes de febrero con las excavaciones de urgencia autorizadas por los técnicos de la Delegación de Cultura y Patrimonio de la Junta, que ya han cursado visita de inspección. Todo el trabajo de campo y todos los análisis de laboratorio permitirán la elaboración de un informe que, ya sí, ponga negro sobre blanco todas las investigaciones que están realizando estos profesionales de la UGR.
Muy cerca de esta zona está el poblado prehistórico de Villavieja, donde se trasladaron estos pobladores en la Edad del Bronce buscando la montaña para defenderse en un entorno cada vez más hostil.
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