La hora de defender lo logrado

Una profunda herida le quedó al baloncesto granadino en 2022 cuando el Club Deportivo Ramón y Cajal, apenas semanas después de rozar lo que hubiera sido el hito histórico del salto a la Liga Femenina Endesa, primero renunció a la LF Challenge y más tarde, tras apenas seis partidos en la LF2, decidió también abandonar la misma para no agrandar el agujero económico derivado de los incumplimientos por parte de su patrocinador, Fundación Manuela, y la carencia de otros apoyos empresariales e institucionales.

Fue un mazazo considerable, de esos ante los que cuesta reponerse. Granada vivía una etapa dorada en su baloncesto femenino en términos de cantera, pero se quedaba sin referente, mientras en el bando masculino se conseguía recuperar la ACB.

Tres clubes de la capital competían entonces en 1ª Nacional, la cuarta categoría del espectro federativo: Presentación, Agustinos y GmasB. Fue este último el que asumió la responsabilidad de que Granada pudiera recuperar un representante en competición estatal. Un hecho que le ha costado sudar tinta china al club presidido por el insigne Antonio Gómez Nieto, cuya perseverancia por hacer crecer a la entidad que fundó en 2014 en el norte de la capital encontrará premio al fin este domingo cuando, a partir de las 12.15 horas en el pabellón 1 del Campus Universitario de Fuentenueva, el GmasB reciba al Náutico de Tenerife en el estreno de la anhelada, y al fin recuperada para Granada, LF2.

A la tercera

Encuentra así premio el club púrpura a su tozuda apuesta por reposicionar a Granada en el mapa femenino nacional. Tres fases de ascenso organizó en la ciudad (2022, 2023 y 2024), logrando a la tercera el complejísimo objetivo de subir de categoría hasta la LF2, quizá incluso más difícil que mantenerse en ella dado lo arduo de un sistema de competición para el que cada comunidad autónoma pareciera hacer de su capa un sayo. La anhelada rúbrica fue el pasado 26 de mayo, curiosamente ante otro equipo chicharrero: el Tenerife Central.

Tras ello, no es difícil imaginar que no ha sido un verano sencillo para el club púrpura, que se ha dejado el pellejo en el empeño de demostrar que Granada puede tener un representante en el baloncesto femenino nacional. Lo hará, por el momento, sin patrocinador principal tras no continuar con el 'naming' de Reina Isabel, pero desde la entidad se confía en poder tener reemplazo en próximas fechas. Y, ante todo, con el reto de competir sin perder la esencia que le ha llevado hasta donde está.

Y es que el GmasB ha sido, por principios, un club de barrio, de esos que parecen una gran familia. En el que muchas jugadoras sénior han entrenado –y seguirán haciéndolo esta temporada– en su cantera. La pasada campaña, 400 jugadores repartidos en 34 equipos, 19 de los cuales compitieron federados, formaron la entidad púrpura. De ahí que paliar el hecho de que el primer equipo deje de jugar y entrenar en el Inacua Antonio Prieto –esta curso trabajará en los parqués de Fuentenueva y el Estadio de la Juventud– sea una cuestión casi filosófica para un club que no quiere dejar que cualquier alevín siga mirándose al espejo de las jugadoras del primer equipo.

Granadinas

Para ello, un gran paso es la estructura del equipo que volverá a entrenar Quique Gutiérrez, con siete granadinas: Patri Fernández, Alba Vigo, Carmen Villanueva, María Sánchez, Carmen García, Candela López y la júnior Laura Martínez. Además, cuatro andaluzas y solo una foránea: la ucraniana Viktoriya Babych.

«Si al día siguiente de subir no se hubiera tomado como un reto personal salir en LF2, no estaríamos aquí», reconoce Gutiérrez sobre la enésima obra de Gómez Nieto por el baloncesto granadino. Toca disfrutarlo, mantenerlo y cuidarlo. Sin castillos en el aire.

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