Antonio Pastor, con algunos de sus alumnos de pádel, en una de las clases celebradas durante esta Navidad. Ramón L. Pérez
Deporte provincial

El pádel de los supervivientes

El profesor Antonio Pastor cuenta con una decena de alumnos en las pistas de Reina Isabel Ilusión Sport Granada. Recuperados de un ictus, mejoran su estado físico y de ánimo gracias al deporte y el buen rollo

Domingo, 1 de enero 2023

Aquella tarde de verano Fernando se había propuesto una sesión de largos en la piscina. Tenía 46 años y una excelente forma física cincelada después de varias temporadas como jugador federado de balonmano y aficionado al atletismo. Sin embargo, de pronto empezó a encontrarse muy ... cansado. Su presión arterial no daba más de sí y terminó colapsando una vena en el lado izquierdo de su cerebro, el dominante. Acababa de sufrir un ictus.

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Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año cerca de 120.000 personas sufren un ictus en España, como le pasó a Fernando. Y de estos, la mitad se quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. Actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus y, sin ir más lejos, es la segunda causa de muerte en España –la primera en mujeres–, la primera causa de discapacidad adquirida en adultos y la segunda de demencia. Pero sigue siendo una afección discapacitante difícil de detectar a simple vista y, por lo tanto, invisible en la sociedad.

Casi al mismo tiempo, Antonio Pastor había empezado a dar clases de pádel y nada tenía que ver con el mundo que gira en torno a los pacientes de ictus hasta que un día le llegó una propuesta desde la Asociación de Familiares y Enfermos de Ictus de Granada (Neuroafeic). Decidió que sí, que se iba a embarcar en el proyecto y creó una escuela de pádel para personas que han pasado por un ictus, una escuela «a la que no se viene a llorar», como dice Fernando, «porque somos supervivientes y venimos a hacer deporte, a oxigenar la mente y el día que se puede, a echar una cerveza también», remata.

El primero en entrar por la puerta fue Daniel. Un chico joven al que un día en plena jornada de trabajo en un supermercado, un ictus le dio un revolcón a su vida tan ilustrativo como que Dani, quien se defendía bien con la pala, no encontraba ya compañeros con los que pasar la bola. «La primera vez que me enfrenté a una clase de pádel con un superviviente de ictus», comenta el profesor Antonio, «fue chocante para mí. Pero en el buen sentido. Me impresionó ver cómo Daniel evolucionaba desde la primera clase» tanto que al poco «nos apuntamos a un torneo de pádel que organizó un instituto, lo ganamos y los chavales se quedaron impactados», recuerda.

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Aparte, «es la forma de vida que me transmiten. Ellos han aprendido a apreciar cosas de la vida que nos pasan desapercibidas en el día a día, como escribir un WhatsApp a un amigo y quedar para jugar, como reír o tomarte una cerveza con los amigos. Cosas que se salen de lo ordinario y que tenemos que saber disfrutar», apunta Pastor.

Mano de santo

Es impactante. Te sucede algo mientras trabajas o disfrutas de la piscina y de repente no puedes hablar o no puedes ver. Le ocurrió a Alfredo, a sus 58 años. «Me pasé tres meses muerto, totalmente», ataja. «Perdí la vista y apenas podía hablar o andar, así que viajé a Barcelona para un tratamiento que aquí no me hacían. Volví y empecé a mejorar. Ahora juego al pádel y sé que hacer deporte te ayuda físicamente, pero mucho más psicológicamente», mano de santo.

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«Tienes que asumir las cosas como vienen, aceptarlo y seguir tu vida porque sino, esto te puede llevar por delante» dice Fernando, revelador. Para él, las clases de pádel son «una maravilla. Vienes, te ríes y mejoras tu salud física y mental. Es difícil desconectar, sí, porque todos tenemos en común una serie de secuelas, pero todos nosotros sabemos que la mejor rehabilitación es la del esfuerzo, la de moverse… esto te hace sentirte bien», explica.

¿El secreto? «No dramatizar», según Antonio. «Vivir, que solo tenemos una vida. He descubierto que estar con ellos me hace más humano, aprendes a apreciar cosas que antes no veías. Algunos, de pronto, perdieron la movilidad, el habla… pero necesitaban seguir teniendo una vida plena y ¿qué hicieron?, coger una pala», qué lección. Y se puede colaborar. «Necesitamos que gente que haya sufrido un ictus y que entienda que tiene que poner un poco de deporte en su vida venga y nos conozca, porque queremos crecer y ayudar». Los podemos encontrar a través de las redes sociales de Neuroafeic o los martes y jueves de seis a ocho de la tarde en las pistas de pádel de la Plaza de la Ilusión, jugando, disfrutando y viviendo.

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