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A las 21.08 –apenas ocho minutos después de que empezaran a trascender los primeros datos del escrutinio–, el nuevo diputado socialista por Granada José Antonio Rodríguez se hizo una foto en un despacho de Ferraz con el secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos, ... y el navarro Santos Cerdán, hombre clave en la campaña de Pedro Sánchez. Preguntado el exalcalde de Jun por el pronóstico respondió:«Hay optimismo». Lo mismo que venía repitiendo desde primera hora de la mañana, cuando revisaban los datos de participación; la mayor en Granada en los últimos diez años.
Se barruntaba una remontada histórica en tan sólo cinco meses y los socialistas consiguieron ayer una victoria psicológica a las puertas de las municipales del mes de mayo. El PSOE se ha impuesto en Granada capital, algo que no sucedía desde los tiempos de Felipe González y Antonio Jara. También en los principales municipios con alcalde popular: Almuñécar o Loja, entre ellos. Ha vencido en las cabeceras de comarca electorales: Guadix, Baza, Motril y Órgiva. Y también en los municipios con mayor población: Atarfe, Churriana –consolidado ayuntamiento popular–, Maracena, Armilla –donde el PP pasa de ganar las últimas generales a quinta fuerza– o Albolote –cuarto partido–. El balance global admite pocas interpretaciones: el PSOE es primera fuerza en 164 municipios granadinos y sólo pierde en diez. De estos últimos pueblos, el PP gana en ocho, Podemos lo hace en uno (Dehesas Viejas) y Fran Hervías consigue la victoria de Ciudadanos en 'casa' de sus padres, Quéntar.
En la cruz de la noche electoral, los populares empezaban a asimilar desde el recuento de las primeras mesas un descalabro «histórico»; admitía algún dirigente. Otros calificativos no son ni siquiera reproducibles. Y eso que, en Granada, podía haber sido peor. Al menos, el partido se mantiene como segunda fuerza –cosa que no podrá defender el líder andaluz, Juanma Moreno, en su propia plaza, en Málaga– y mejora en un punto el apoyo medio en la comunidad.
El PP estaba receloso tras ver la movilización percibida en los colegios electorales desde las once de la mañana. Algo se estaba gestando. Y no se equivocó.
Susana Díaz ha contribuido decisivamente a la victoria de Pedro Sánchez. No por su implicación en la campaña, que en el caso de Granada se limitó a un acto en la comarca de Guadix el penúltimo día que apenas tuvo relevancia informativa. Su aportación ha sido convocar primero y constatar que se puede perder aún ganando. Susana Díaz acompañó ese mismo jueves a Pedro Sánchez en Pinos Puente y ambos advirtieron de la necesidad de evitar lo sucedido el 2 de diciembre. Pablo Casado también se refirió en la plaza del Triunfo a la 'fórmula andaluza' pero en sentido inverso.
Los socialistas tenían buenos datos antes de empezar la campaña. Los cálculos más optimistas no descartaban ni el cuarto diputado por Granada. Pero nunca lo exteriorizaron para evitar la desmovilización.
La participación en Granada ha subido casi 18 puntos con respecto a las andaluzas. Más de 96.000 granadinos que no acudieron a las urnas el 2 de diciembre lo hicieron ayer. Y ese electorado ha sustentado la victoria socialista; que supera en un 3% el resultado del propio Pedro Sánchez en junio de 2016.
Los 17.000 votos que sube el PSOE sobre las pasadas generales salen también de los 16.500 que retrocede la confluencia de Unidas Podemos, que de ser la tercera fuerza política en Granada desciende a la quinta. Se ha impuesto el voto útil y no ha atraído a su electorado en la provincia con una campaña que –como sucedió en las andaluzas– ha tenido dos vías, la de IU y la de Podemos, y que apenas ha contado con algún gran acto y sólo ha tenido la visita de la portavoz de la formación morada, Noelia Vera.
El PP aguanta como segunda fuerza, aunque se queda a más de 21.000 votos del segundo diputado –tenía tres–; por lo que Pablo Hispán –que ni siquiera pudo votarse porque no está censado en Granada– no entrará en el Congreso y Concha de Santa Ana lo abandona después de once años. Los populares se dejan casi la mitad de los votos con respecto a la última victoria de Mariano Rajoy, aunque esa comparación ya no se aguanta porque el mapa político es radicalmente distinto. El golpe asestado por la irrupción de Vox en las pasadas andaluzas se agudiza. El PP retrocede cuatro puntos y medio con respecto a las autonómicas mientras que la formación de Santiago Abascal sube cerca de tres.
Ciudadanos incrementa su apoyo en cuatro puntos sobre 2016 y se convierte en tercera fuerza política, muy cerca del PP. Los de Albert Rivera están en la línea del resto de Andalucía –sólo unas décimas por debajo–, tras una campaña que, en el caso de Granada, ha estado subordinada al tirón nacional, sin apenas actos de relevancia y sin la visita de ningún líder nacional más allá que el propio cabeza de lista por la provincia, Fran Hervías.
No han sido exactamente vasos comunicantes. El PP pierde más de 77.000 votos con respecto a junio de 2016; mientras que Vox irrumpe con 70.000 y Ciudadanos aumenta su apoyo en cerca de 24.000. Esa es la única lectura positiva que le queda al bloque de derecha: que la suma es todavía ligeramente superior a las fuerzas de izquierda y ronda en la provincia el 50%.
Y en este escenario –repartido mitad a mitad pero entre cinco–, en un par de semanas empezará la campaña de las municipales.
El PSOE recuperó también ayer los tres senadores por la provincia al volver a ser nuevamente la lista más votada en las urnas, como lo fue en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. Además del exdelegado provincial Alejandro Zubeldia –cabeza de lista–, el resultado permite que vuelvan a la primera línea política tras un breve paréntesis la exdelegada del Gobierno andaluz Sandra García y el exparlamentario Javier Aragón.
Por su parte, el PP sólo conserva uno de sus senadores por la circunscripción de Granada. Será el periodista Vicente Azpitarte que, además, fue el candidato más votado en la capital, pese a que el PSOE venció la votación al Congreso.
En parte, se presume como uno de los efectos de las variables con las que se ha especulado durante la campaña, a tenor de la gran diferencia que hay entre los votos del número uno y de los dos siguientes en todas las fuerzas del bloque de derecha.
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