A la caída de la tarde, una agradable brisa hace de lo más agradable la práctica de deporte al aire libre en uno de los grandes parques de la capital granadina, el Periodista Tico Medina. Chica y chico, jóvenes, practican malabares bajo la sombra de ... un árbol. Ella maneja unas mazas y él un bastón de fuego –apagado– al modo de los personajes de Star Wars. Ambos viven aquí, pero son de fuera. Él no quiere hablar nada de política. Ella, Alba, no piensa votar y la campaña le trae completamente sin cuidado: «No creo que esta política que se está haciendo sea real y, por tanto, nada tengo que decir sobre el tema».
Sonríen amablemente, pero se muestran inflexibles en su silencio, por lo que les dejamos seguir practicando y, un centenar de metros más allá, abordamos a Pedro, un chaval joven que también hace malabares, en su caso, con pequeñas pelotas.
Es de Huétor Tájar, pero pasa un par de días a la semana en Granada y aprovecha para entrenar. Él sí tiene claro que va a votar. Y a quiénes. No necesita la campaña electoral: conoce perfectamente a los políticos de su pueblo. Y ellos a él. Sobre todo, los ligados al mundo del deporte. Y es que Pedro está petao. Se pone una camiseta y nos cuenta: «En Huétor, los políticos se muestran receptivos a lo que les cuento. Me escuchan. Y son fáciles de abordar, muy cercanos. Además, están muy presentes en la vida de los ciudadanos, apoyando todas las actividades que se hacen en el pueblo, de las deportivas a las sociales».
Cambiamos de actividad y nos vamos hacia uno de los aparatos de gimnasia instalados junto al carril bici que atraviesa el parque. Es un gustazo pasear por allí. La hierba está verde, alta y huele a fresco. La gente corre, trota y pasea. Y entrena. El Tico Medina es uno de los espacios abiertos por excelencia donde los entrenadores personales aprovechan para impartir sus clases: estiramientos, lumbares, abdominales…
Coincidimos con tres chavales de nacionalidades diferentes. Vlady es de Armilla y lo primero que nos dice es que ha escrito al INE para que no le manden propaganda electoral. «Me he leído los resúmenes de las propuestas de los diferentes partidos y ya tengo claro a quién voy a votar», sostiene este joven concienciado que, en las pasadas elecciones generales fue presidente de su mesa electoral. «Mucha paliza. Acabamos más allá de la una de la mañana. ¡No está pagado con los 65 euros que te dan!», exalta.
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Que los jóvenes
de fuera puedan votar… de verdad
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Que los políticos
pescuchen a los jóvenes, que son los ciudadanos del futuro
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Más parques
deportivos y actividades para los jóvenes
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Que se fiscalice
La figura del becario, un explotado laboral
Tras acabar Derecho, Vlady trabaja en la hostelería, vive en casa de sus padres y hace deporte. Mucho deporte. Seguimos sus evoluciones en las barras paralelas y, al terminar su ejercicio, se lanza en tromba: «Muchos jóvenes de mi entorno votan en blanco. Los políticos no nos escuchan ni nos tienen en cuenta y la juventud está cada vez más desencantada. Necesitamos más actividades para los jóvenes, más infraestructuras deportivas. No tenemos trabajo digno. ¿Qué nos queda? ¿Beber y drogarnos?».
Antes de marcharse, Vlady nos deja otra perla: «Es necesario un consenso entre los partidos en temas básicos para los ciudadanos como la educación, la sanidad y las pensiones». Lo tiene claro y lo expresa con contundencia. Y recuerda que presenció un debate en la Facultad de Políticas donde los representantes de los partidos acabaron confesando que, si elevaran hacia arriba lo que pensaban que era realmente necesario para cambiar la sociedad, los expulsarían de sus formaciones.
Junto a Vlady se encuentra Ricardo, un joven mexicano que está en Granada para estudiar dirección y producción de cine y que se muestra exultante por el triunfo de MORENA en su país, pero sobre la política en España no tiene opinión. Camilo es argentino y se muestra decepcionado, a pesar de su juventud y de haber militado en la izquierda: «Se va más en verso que en otra cosa», señala.
Ramón, un veterano y excelente corredor, coincide con ese diagnóstico: «Llevo más de veinte años sin votar. Me sentí engañado después de votar dos veces al PSOE de González y Guerra y, desde entonces, solo lo he hecho una vez más: a Anguita. Pero no me creo las promesas electorales y no entiendo esos pactos que hacen después», critica.