Inundaciones en Granada

Afectados en Diezma: «Teníamos poco y encima la tromba nos destroza la casa»

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Pilar García-Trevijano

El hogar que comparte con su hijo Jeremy y sus dos nietos, José Abraham, de 11 años, y Naizan, de 6, es inhóspito. La casa, ubicada a las espaldas del Ayuntamiento, ha resistido mucho en los 160 años de historia familiar, pero estas últimas lluvias son su ruina. El agua empezó como un murmullo hasta convertirse en un temblor y un ruido ensordecedor. El suelo cedio a la presión y el torrente entró desde las entrañas de la tierra a la vivienda. «La primera inundación la sufrimos el viernes. A las 16.30 horas de la tarde el suelo reventó por la cocina. Menos mal que no estábamos dormidos ni era de noche. Muchas veces me pongo a dormir aquí», cuenta Jorge.

Él y sus nietos tuvieron que salir de casa como pudieron. Trastearon por el suelo, a contracorriente, entre enseres que flotaban. José Abraham, nieto de Jorge, cuenta que la marea le llegaba al pecho. La tromba escapaba por la ventana de una de las estancias y por la puerta principal. Bomberos tuvo que acudir al domicilio a asistirlos. En la mañana del martes, de nuevo, otra inundación empeoró la maltrecha situación de la casa y sus inquilinos, que son asiduos del circuito de Servicios Sociales del Ayuntamiento. La familia desconoce cuánto tiempo pasará hasta que puedan regresar a la vivienda.

De momento, el Ayuntamiento les ha realojado de emergencia. Durante el fin de semana les buscó hueco en un hotel del pueblo y durante la jornada del lunes se mudaron provisionalmente a una casa desocupada. La alcaldesa de la localidad, Emilia Troncoso Rodríguez, a través de Servicios Sociales del Ayuntamiento, ha asistido a la familia, facilitándole ropa, además de alojamiento. Además, ha remitido un escrito de emergencia a Diputación de Granada para ver de qué forma se puede mejorar la situación de los cuatro vecinos desfavorecidos.

Los afectados confiesan que no es la primera vez que su hogar se inunda con las lluvias, aunque jamás el suelo había cedido de esa manera. «Nunca habíamos estado tan fastidiados como ahora», lamenta Jorge. Cualquier ayuda que puedan recibir es poca. La casa se mantiene solo con el sueldo de Jeremy, hijo de Jorge, que trabaja en agricultura como temporero. «Pido ayuda por mis nietos. No tenemos ni para comer. Llegamos justos y no quiero que les falte lo necesario», sentencia Jorge.