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Salud mental
Albolote tiene un módulo terapéutico para 65 presos con trastornos mentalesSara Bárcena
Domingo, 31 de marzo 2024, 00:00
El Centro Penitenciario de Albolote tiene una capacidad para 800 internos. A día de hoy, acoge a 1.300. Alrededor de un 5% (65 presos) ... padece Trastornos Mentales Graves (TMG). «Estos se ubican en el módulo terapéutico, en enfermería o en cualquier otro módulo según el caso», señala el médico de la cárcel desde su inauguración en 1997 y presidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria, José Joaquín Antón Basanta.
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A diferencia de otras prisiones, la de Albolote tiene un módulo terapéutico para tratar a personas con diversidad funcional intelectual, así como a otras con patologías mentales agudas. Entre las mismas, destacan la esquizofrenia, los trastornos delirantes y conductuales y la bipolaridad.
En este módulo, «suele haber unos 50 o 60 reclusos y puede acoger más». Aunque hoy solo 65 se identifican como «enfermos mentales», se estima que la mitad podrían estar «mentalmente descompensados». «Hay muchos no diagnosticados», afirma el médico. Sus medidas de seguridad permiten al juez ordenar el internamiento parcial o total de una persona con un trastorno mental durante el proceso judicial. No importa que esté en espera de ser juzgada. La prisión provisional es «prevención».
También hay ocasiones en las que el juez adjudica la medida de internamiento y la persona «no está bajo régimen penitenciario». «No penalizas el pasado, previenes el futuro. Se hace cuando se cree que es posible reincidir y ser un peligro para la sociedad», explica Antón Basanta. El juez, guiado por el médico, opta por la mejor opción. El internamiento domiciliario o el traslado a un psiquiátrico penitenciario son otras alternativas, pero en España solo hay dos, en Alicante y en Sevilla.
El módulo
En el Centro Penitenciario de Albolote todo interno es valorado por el médico. En el módulo terapéutico, además, un psiquiatra del SAS pasa consulta una vez por semana, priorizando los casos graves. El equipo lo completan cuatro psicólogos, educadores y trabajadores sociales.
La medicación se prescribe y ajusta como a cualquier otro preso, apostando por la versión en polvo, un pinchazo de acción prolongada que mantiene los fármacos en el cuerpo durante tres o seis meses. Así, «te aseguras de que no olvidan medicarse». Esto también «ayuda a que tomen conciencia de su enfermedad y experimenten una adherencia total al tratamiento».
Una vez no necesitan seguridad, se integran con el resto, pero la drogodependencia –principalmente de cannabis y cocaína– puede «descompensarlos por completo». Según el médico, «no atacan, sienten que van a ser atacados, y cuando se defienden son una amenaza». La cuestión, en cualquier caso, es que «viven una realidad paralela».
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