Auge y ocaso de La Castellana, el bar que fue refugio 30 años en Granada

Los bocadillos en Granada saben a Aliatar o La Castellana. El primer templo del buen comer, que dure muchos años más. El segundo, la mítica La Castellana de Ganivet, ha cerrado sus puertas después de 30 años de historia en la ciudad. El local abrió por primera vez en 1992. El auge y el ocaso de la marca hizo que los vecinos del Centro fueran testigos del paso de algunas otras 'Castellanas' en su ciudad, pero en la calle del poeta siempre ha resistido la auténtica. Hasta hoy. La Castellana fue refugio contra el tiempo de todos los granadinos. Un local donde se podía desayunar, comer, merendar y cenar en el mismo sitio.

Fue el empresario hostelero Miguel Ruiz Higueras, fallecido en 2018, quien puso en marcha este negocio con solera. Ruiz Higueras pensó en un establecimiento en el que se pudiera desayunar, tomar el aperitivo de mediodía, almorzar a la carta o a base de bocadillos, tomar el café, merendar, cenar y beber 'cubatas'. Y todo sin moverse del mismo sitio. Según confió él mismo en una entrevista con IDEAL, el nombre se le ocurrió paseando por esa gran arteria madrileña. Y le sonó bien el nombre.

El empresario tenía 21 años cuando montó su primer negocio. Se llamaba 'La Barraca', en la calle Sol, uno de los locales pioneros de la movida juvenil de la zona de Pedro Antonio de Alarcón. Después del éxito de 'La Barraca', abrió un restaurante con el mismo nombre. Y el Café 'Novecento'. Y la bocadillería Munich. Y el pub Amadeus. Y el carmen de San Miguel lo convirtió en un restaurante de postín. Y abrió un bar en el Paseo de los Tristes: 'Al pie de la Alhambra'.

La Castellana tuvo otras bocadillerias abiertas en el centro, entre ellas en Plaza Nueva. La familia de Ruiz Higueras se hizo cargo de los negocios tras la muerte del hostelero. En el verano de 2023 traspasaron La Castellana de Ganivet, pero gestionan todavía otros locales del centro.

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