![Cierra La Bella y la Biestia en Granada: «Es muy duro vaciar unos locales en los que te has dejado la vida»](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202102/12/media/cortadas/Bella-Bestia%202-k6pG-U130509821065QWH-1248x770@Ideal.jpeg)
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alberto flores
Granada
Sábado, 13 de febrero 2021, 00:56
«Llevábamos 20 años luchando por nuestro sueño pero nadie nos ha ayudad a sobrevivir». Así de crudo es el relato de Patricia Molina, propietaria de Bella y Bestia en Granada, un grupo que contaba con cuatro locales dedicados a la hostelería en la capital. El primero de ellos, ubicado en la Carrera del Darro, inició su andadura en el año 2000. Gracias a su éxito pudieron abrir en otras dos ubicaciones, en un pasaje que daba a Recogidas y en calle Elvira, y expandir su negocio con Luxury, un concepto diferente y exclusivo que se transformaría en su cuarto negocio en el centro. Pero con la covid-19 de por medio ni siquiera los más grandes tienen garantizada su supervivencia. Y tras varios meses de duro trabajo para intentar aguantar un día más, Patricia decidió que ya era suficiente: «no merecía la pena seguir sin ningún tipo de financiación ni ayudas; la situación era insostenible».
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La hostelera recuerda como fueron los comienzos de la pandemia, una pesadilla que llegaría para arrebatarle su sueño. «En marzo, con el primer confinamiento, aprovechamos para reformar los locales y preparar todo para cuando fuera posible volver a abrir nuestras puertas», cuenta Patricia, que admite que «nada me hacía imaginar que todo se volvería tan grave». Después del encierro, la situación parecía darle un respiro y asumía la llegada del verano con cierto optimismo. Pero en muchas ocasiones suele ocurrir eso de que las desgracias nunca vienen solas. Y a los efectos del coronavirus tuvo que sumar un imprevisto más: unas obras que le obligaron a cerrar uno de los dos locales que tenía abiertos por entonces. «Al no ser el cierre por el coronavirus, sino por unas obras en la calle, no teníamos derecho a nada y eso hizo todo aún más complicado». Las ayudas no llegaban y las gastos continuaban siendo los mismos. Lo que parecía un verano en el que mejorar con menos restricciones para la hostelería se convirtió en un nuevo revés para el Grupo Bella y Bestia.
«Cada vez había más impedimentos e inconvenientes, teníamos entorno a 50 empleados y no podíamos hacer frente a lo que nos venía encima», confiesa Patricia, que añade que «poco después decidimos cerrar los locales aunque con la idea de que fuera algo provisional». Las deudas se acumulaban y con las ayudas de las instituciones «no tenía ni para empezar». Una situación que le llevó a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: convertir el cierre temporal en definitivo. «Llegado noviembre nos dimos cuenta de que no podíamos hacer otra cosa, llevábamos 20 años trabajando para levantar nuestro sueño pero no había manera de hacer que sobreviviera».
Patricia lamenta que no han recibido prácticamente ningún apoyo. Restricciones que le impedían trabajar con normalidad, alquileres, facturas de la luz y el agua… «La hostelería ha sido la gran maltratada durante la pandemia. Hemos sido de los que más nos hemos esforzado para adaptarnos a la situación y aún así no nos han dejado funcionar», asegura con resignación. Lo pero de todo, según cuenta, es que con el cierre de la hostelería lo único que se consiguió es que hubiera todavía más contagios: «sin nuestro sector las reuniones entre familiares y amigos en las casas se multiplicaron y ahí las probabilidades de contagio son mucho mayores que en un bar o restaurante».
Pese a la llegada de la vacuna frente a la covid-19, la situación todavía es incierta. Nadie tiene claro cuándo podremos regresar realmente a la normalidad y la propietaria del Grupo Bella y Bestia augura un futuro bastante oscuro. «La hostelería y el turismo son el motor de Granada y la situación no es sostenible, creo que todo irá a peor». De hecho, cada vez son más los negocios que se ven obligados a bajar la persiana de forma definitiva en toda la provincia. «Es muy duro tener que vaciar los locales en los que te has dejado la vida, es como si nos hubieran echado de nuestra casa», asegura la hostelera, que confiesa que ahora no ve la luz al final del túnel porque «no se están haciendo las cosas bien y no han sido justos con nosotros».
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