Arminda López y Rosa Varo, profesoras de Matemáticas. R. L. P.

Informe Pisa, Matemáticas

«Si cojo un examen que puse en 1988 y lo pongo ahora, sería una catástrofe»

Arminda López y Rosa Varo echan cuentas y comparten experiencias en el aula. «Nos han quitado la autoridad»

Sábado, 17 de febrero 2024

Las dos profesoras de Matemáticas no se conocían hasta hace unos segundos, pero ambas se identifican al instante como las dos partes de una ecuación. Rosa Varo, que en unos días cumple 60, da clase en el IES Padre Manjón. Arminda López, 38 años, hace ... lo propio en el IES Giner de los Ríos, en Motril. Tras poner en orden las sumas y las restas, Rosa arranca la conversación. «Las Matemáticas siempre han tenido fama de difíciles, pero si las entiendes gustan mucho. El tema es llegar a entenderlas, claro, y eso es cuestión de atender en clase. Y el problema es que ahora, entre otras cosas, no se escucha».

Publicidad

En un instante, ambas comparten anécdotas muy similares: niños que a primera hora de la mañana están que se caen de sueño. «Echan muchas horas a juegos, a redes sociales... Las tecnologías bien usadas son excelentes –sigue Rosa–. Pero en los últimos diez años hay un cambio generacional exagerado y gran parte de la culpa es de los móviles y las tabletas».

¿Qué más puede afectar a que tantos alumnos suspendan las Matemáticas? Arminda lo tiene claro. «Influye muchísimo el hecho de que cada vez cuesta más la comprensión lectora. Encontrar la solución al ejercicio puede ser fácil, pero hay muchos chavales que no entienden lo que hay que hacer. Vaya, que no entienden lo que leen». Así es imposible que aprueben un examen.

«Hay muchos chavales que no entienden lo que leen»

«¡Examen, no! –grita teatralmente Rosa, provocando la risa cómplice de Arminda–. No se pude decir examen, ahora es prueba escrita». Arminda saca el móvil y muestra un ejemplo de prueba escrita. Las preguntas ocupan medio folio y los criterios de evaluación, casi una página completa. «Esto es un examen de 2º de ESO con ocho criterios de evaluación. Eso son ocho notas distintas por pregunta y por alumno, que son 33. Cada criterio se asocia con unos saberes que se trabajan en determinadas preguntas del examen, así que tengo que hacer una regla de tres para saber qué proporción tiene cada criterio en cada pregunta... Al final, para lo que menos tiempo hay es para preparar las clases».

Publicidad

En cualquier caso, Pisa ha suspendido a los alumnos españoles en Matemáticas, por mucho que ellos, en realidad, suspendan «menos de lo que deberían». «Ahora –retoma Arminda– hay que pensarse un poco más el suspenso porque se supone que debemos llegar a un mínimo de aprobados. Si suspendes a alguien, suspendes con miedo porque se te echan encima». ¿Quiénes? «Los padres, el sistema, la administración... Nos han quitado la autoridad y parece que tenemos la constante obligación de justificar nuestro trabajo y a ellos, a los alumnos, no se les exige tanto y al final aprueban. Se aprueba demasiado para el nivel que hay».

«Si suspendes a alguien, suspendes con miedo porque se te echan encima»

Rosa carraspea y coge aire. «Eso es así», confirma. «Si cojo un examen que puse en 1988 y lo pongo ahora, sería una catástrofe. El nivel ha bajado muchísimo». ¿Y lo de dar asignaturas en inglés? Ambas ríen a la vez. «Si las mates no las pillan bien en castellano, en otro idioma...», desliza Arminda.

Publicidad

Rosa y Arminda. R. L. P.

Entre las medidas propuestas por el Gobierno para mejorar el nivel de Matemáticas, destacan la bajada de ratio y la formación al profesorado. «La ratio es prioritaria. Es imposible, tal y como nos piden, atender de forma personalizada a 33 alumnos», indica Arminda. Con respecto a la formación para el profesorado, Rosa considera que «bien, pero que la imparta gente que esté metida en la enseñanza».

Arminda, sin embargo, puntualiza: «Si a todo lo que tenemos que hacer añades formación, falta tiempo. A los profesores se nos etiqueta de que tenemos muchas vacaciones, pero hay muchas horas de trabajo que no se ven a lo largo de la semana y de los fines de semana».

Publicidad

Rosa sonríe y, desde la experiencia, le deja un último consejo a Arminda y a todas las profesoras de vocación sincera que empiezan la carrera: «No pierdas la ilusión. No hay más».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad