«Cada corte me produce un caos, y tenemos como mínimo uno cada dos días»

Por las averías que atribuye a estos picos de potencia ha tenido que tirar tres monitores, dos acumuladores eléctricos –que previenen la rotura de los ordenadores– y otros dos teclados. Los cortes de luz provocan una desconexión de los programas informáticos de gestión: «Tenemos que conectar con Barcelona, que se encarga del programa, y cuesta 29 euros. Cada corte me produce un caos, y tenemos como mínimo uno cada dos días». Cuando contactan con la compañía eléctrica no reciben respuesta. «Un día estuve dos horas y 28 minutos al teléfono. No cogen el teléfono, como antiguamente», concluye Mercedes.

José Luis de las Cuevas, presidente de la asociación empresarial de Juncaril, coincide en que suelen tener un corte, como mínimo, cada dos días. Son leves, de uno o dos minutos. En su empresa, ICR (Ingeniería y control remoto), no han sufrido daños en las máquinas, pero sí otros inconvenientes. Por ejemplo, cada vez que el suministro eléctrico queda interrumpido tienen que reiniciar la caldera. Si la luz se va de madrugada, al llegar por la mañana al trabajo se encuentran con un edificio «helado», en jornadas de invierno en las que el mercurio de los termómetros se sitúa bajo los cero grados.