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Más cerca del desalojo que de la rehabilitación. Así sienten su futuro los vecinos de Cármenes del Mar después de dos décadas a la espera de soluciones para que sus casas dejen de inclinarse y de agrietarse. Cuentan que algunos tienen que pagar hipoteca sin ... poder vivir entre esas paredes, mientras que otros, sin solución habitacional, duermen en unas casas que cualquier día pueden venirse abajo.
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Pilar García-Trevijano
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Ricardo López ha tenido la suerte justa y su casa sufre desperfectos sobrellevables por ahora. Se ha acostumbrado a vivir en un estado de miedo. En una mala tormenta o con más filtraciones de agua que se producen por las roturas de las infraestructuras, el destino de su hogar puede empeorar. «Vivo con miedo, con la inseguridad de cualquier momento puede desplazarse la tierra y mi casa se pueda ir al garete, se pueda morir un vecino, yo o alguien a quien quiero», lamenta. «Vivo en Cármenes del Mar porque es la única casa que tengo. No tengo otra hipoteca o lugar al que ir. Otros vecinos tampoco se han podido largar y sufren el riesgo de morir. Esto es muy grave. Nos hemos acostumbrado a esta situación de peligro. Muchos se piensan que son casas de segundas residencias», denuncia.
Claudio Rodríguez (67 años), presidente de una de las comunidades de propietarios vive al límete de una de las áreas más inestables. La casa de su vecino apenas existe, la suya resiste. «Nos sentimos cansados, aburridos e impotentes porque nadie ha defendido nuestros intereses, demoran el asunto. Nos dan largas, pero tenemos dos líneas de esperanza», cuenta. «Una es que el Ayuntamiento cumpla la condena subsidiaria y arregle la urbanización. La otra es el nuevo proceso judicial que hemos iniciado. Estamos en una situación peligrosa en cualquier momento se puede caer todo. Es injusto que teniendo todos los permisos y haciéndolo todo como debíamos nos haya pasado esto. Hemos sufrido una perdida patrimonial muy grande. Tampoco podemos vender y a mi familia le da cada año más pavor venir a Cármenes del Mar», sentencia.
Elena Marañón (68) y Domenica critican además «la dejadez» en el estado de mantenimiento. Exigen más implicación municipal. Los residentes calculan que en estos años han pagado cerca de 7 millones de euros en impuestos y quieren que les repercuta con seguridad.
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