«Mi hermano no vuelve vivo a España. Lo van a matar en Venezuela, su vida corre un grave peligro». La familia del sacerdote motrileño detenido en Maracaibo (Venezuela) por presuntos abusos sexuales a una niña de 12 años no tiene esperanzas de volver a ... verle con vida. Así de crudas son las declaraciones a IDEAL de José Raúl Merino, abogado especialista en Penal y hermano mayor del cura, con quien la familia no ha podido hablar porque permanece «incomunicado».
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El sacerdote es el segundo de los tres hijos de la familia, que está viviendo una pesadilla. En Motril, los padres y los hermanos están destrozados -«esto es una muerte en vida»- pero a la vez indignados por el «maltrato» que, según denuncian, está sufriendo el cura. «Absolutamente nadie ha respetado la presunción de inocencia. Ni los medios de comunicación, ni la Policía, ni el Gobierno venezolano, ni siquiera la iglesia», comenta Merino.
Teme por la vida de su hermano y denuncia no sólo la violación de la presunción de inocencia en este caso, sino la violación de los derechos humanos.
«Lo han sacado de la comandancia y esposado lo han puesto delante de todos los medios de comunicación en una rueda de prensa. Lo han expuesto como si fuera un trofeo de caza», recrimina el abogado motrileño, que permanece en contacto con el consulado español en Venezuela.
No ha podido hablar con su hermano, pero sí con los abogados de éste en Venezuela, «a los que les ha dicho que está sufriendo amenazas de muerte». «Al Gobierno venezolano no le gustan los sacerdotes, le están utilizando como chivo expiatorio del tema de la pederastia para someterlo al escarnio público y exhibirlo como un trofeo», censura Merino. La familia motrileña está convencida de la inocencia de Iván. Pero incluso en el caso de que fuera culpable «tiene derecho a la presunción de inocencia». «Nadie le ha dado ni el más mínimo beneficio de la duda». En este sentido, advierte que es un preso preventivo y se le está sometiendo a un proceso «sin las más mínimas garantías».
El letrado entiende que las declaraciones ante la Policía -que se han filtrado en un vídeo- en las que el propio sacerdote admite que se «encariñó» con la niña están realizadas bajo coacción. «Son nulas, están realizadas sin la presencia de un abogado, mi hermano ha declarado asediado», arremete.
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«¿Es lógico que esa declaración se filtre? ¿Han pagado por ella? Se ve lo que hay encima de la mesa?», increpa el abogado. En este sentido, denuncia la difusión oficial de las fotos del sacerdote, la filtración del vídeo de la declaración e incluso de las conversaciones del sacerdote y la menor en redes sociales. «Es un tratamiento impensable en España o en otro país que no sea el tercer mundo», incide.
La investigación y el posible juicio no son ahora mismo la mayor preocupación por la familia, que insiste en que es la vida del sacerdote la está en riesgo. «Un preso preventivo, sacerdote, en un país donde se persigue a los curas y en una cárcel sin módulos de separación... No va a volver con vida de Venezuela», lamenta el abogado. «Estamos en lo peor. O se quita la vida él o lo matan», asume deshecho.
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«Quieren hacer con él un procedimiento ejemplarizante. Le va a caer lo máximo, los abogados no son optimistas», subraya.
También condena las declaraciones del secretario de gobierno del estado de Zulia, Lisandro Cabello, en las que implicaba al sacerdote en otros casos de abusos en España, le llama «violador» y señala que el traslado a Venezuela fue una especie de castigo. «Son absolutamente falsas», señala Merino, que ayer iba a enviar a los abogados de Venezuela el certificado de penales de su hermano. «No confío en las autoridades políticas de Venezuela y en su influencia en los tribunales. A la vista está la falta de garantías. Le están dando un trato inhumano», concluye.
Por otro lado, el caso ha causado conmoción y sorpresa en la localidad costera, de donde es natural el sacerdote y que visitó por última vez el pasado verano. Estuvo en la ofrenda floral de la Virgen de la Cabeza. «Es un hombre muy agradable, no esperábamos esto», comentaban ayer conocidos. IDEAL pudo hablar con jóvenes que participaron en los campamentos de verano y convivencias organizadas por las JAR -Juventudes Agustino Recoletas- y definieron al sacerdote como una persona «muy cercana, alegre y cariñosa».
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