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Chema Ruiz España
GRANADA
Viernes, 29 de enero 2021, 15:40
La serie sísmica que está haciendo temblar a la provincia lleva la atención de los granadinos hacia la seguridad de los edificios. Las grietas y desprendimientos a causa de los temblores han provocado más de 200 incidencias en los últimos días, lo que cuestiona la resistencia de las construcciones de la provincia. El presidente del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Granada, Miguel Castillo, en cambio, disipa dudas y llama a la serenidad. «Para que surjan daños estructurales ostensibles debe ser bastante más grandes de lo que estamos teniendo aquí. Podemos hablar de magnitud 8», defiende, consultado por IDEAL, a lo que agrega que «los edificios son bastante seguros». «Las edificaciones, si están hechas a partir de los años 70, tienen una normativa sísmica que los ha regulado, por lo que estamos tranquilos», afirma.
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En este sentido, abunda en que «la normativa sísmica que hay es de ámbito nacional». «Toda España está clasificada en función de estudios geológicos, lo que queda recogido en una norma, la NCSE-02, de obligado cumplimiento a la hora del cálculo y diseño», argumenta Castillo, quien explica además que «en zonas sísmicas como Granada incide que la cantidad de hierro que tienen los pilares es muchísimo mayor que en zonas que tienen un coeficiente sísmico más bajo». «Lo que esta norma busca es garantizar la seguridad de los habitantes de los edificios», prosigue, para aseverar inmediatamente después que «lo que puede pasar en un sismo como los de estos días, que empiezan a tener una fuerza media, es que la energía que se genera en el suelo se transmita a través de la construcción y se disipe con los menores daños posibles».
Por este motivo, «se han rajado petos de terrazas y se han caído algunos aplacados, revestimientos o cornisas, elementos que son secundarios dentro de un edificio», pero no se han dañado las estructuras, que «son muy seguras». Solo «un terremoto muy fuerte» podría llegar a causar daños estructurales, «fortísimo» para lograr «que un edificio colapse». «Hubo una última revisión de las aceleraciones en las regiones más peligrosas en 2011, cuando sucedió lo de Lorca, pero en Granada no se retocó nada porque se estimó que el dato era correcto para el cálculo de estructuras», agrega.
La longevidad de estas normativas protege a «la mayor parte del parque inmobiliario de Granada». En cuanto a los edificios más antiguos, el presidente del Colegio de Aparejadores recuerda que «se trata de una ciudad que siempre ha tenido terremotos». «En estas regiones, se construían estructuras que se acoplan bastante bien a estos movimientos, que se comportan bien ante terremotos», señala, tras lo que explica la relevancia de la ductilidad. «Cuando hay un terremoto, los pilares empiezan a arquearse y los tabiques, que son elementos rígidos, se fisuran por la propia naturaleza del material. Esas fisuras aparecen y pueden ser alarmantes, inclusos, porque no estamos acostumbrados a ver esas rajas que aparecen. Son elementos rígidos y no están preparados para sufrir esos movimientos», ahonda. Algo que no sucede en el esqueleto de las edificaciones, pues estos están confeccionados «para absorberlos».
Esta «seguridad» estructural contrasta con la inercia de la población cuando nota un seísmo. «Los ciudadanos debemos tener un poco de conciencia de que, durante un movimiento, el sitio donde vamos a estar más seguros es dentro de una casa», sostiene, pues en el interior puede haber «cualquier objeto que se pueda caer, pero no es lo mismo que se caiga una lámpara, con todo el daño que pueda hacer, que estar en la calle y caiga un elemento de tejado, de una terraza o, incluso, un aplacado de una fachada, que tiene un peso muchísimo mayor». «Lo más seguro es permanecer dentro de un edificio», insiste.
Por ello, también esclarece que, principalmente, los requisitos para evitar daños con sacudidas como las que se suceden estos días en Granada está en las fijaciones exteriores. El requisito básico es «que no haya elementos sueltos en la fachada, que farolas, aires acondicionados, azulejos, macetas en los balcones y todos esos elementos estén perfectamente anclados», a lo que se añade la revisión de «aplacados de muchas fachadas, molduras de balcones, aleros de cubiertas y petos de las fachadas».
Con menor certeza se puede señalar el indicativo que puede minar la resistencia de una construcción. «El problema que tienen los terremotos es que son impredecibles. Además, tienen tres variantes. Aparte de la magnitud y la intensidad, la profundidad en la que se dé va a incidir mucho en la fuerza con la que se transmita el temblor a la superficie. En lorca se juntó que fue un terremoto muy superficial y, sobre todo, que estaba dentro del núcleo de la población», aclara, puntualizando también que «fue un poco más grande» que los registrados en Granada estos días. «Jugamos con unos márgenes de seguridad bastante altos», concluye.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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