![El histórico bar Duque del Zaidín, en venta desde 2020 tras 45 años de servicio](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202202/17/media/cortadas/el-duque-4-knTH-U1601015823781g4C-1248x770@Ideal.jpg)
![El histórico bar Duque del Zaidín, en venta desde 2020 tras 45 años de servicio](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202202/17/media/cortadas/el-duque-4-knTH-U1601015823781g4C-1248x770@Ideal.jpg)
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Chema Ruiz España
GRANADA
Sábado, 19 de febrero 2022
Antes de que los goles del Granada retumbraran por todo el Zaidín, en la barra de El Duque ya se comentaban los partidos del conjunto rojiblanco. Juan Dueñas Quevedo lo abrió en mayo de 1975, después de emigrar junto a su mujer, Antonia Moreno, para ... recaudar lo suficiente como para comprar el local en el que vio pasar cuatro décadas, en un bajo de la Calle Ingeniero Santa Cruz. Desde allí, vivió el crecimiento del popular barrio, casi hasta que la pandemia resquebrajó los pilares de la sociedad. «Era un bar cercano, porque siempre ha sido familiar, en una zona que ahora se ha vuelto muy buena con el tema del fútbol», comenta Lucía Gámez, su nieta. Lo era, y no lo es, porque cerró en 2020. «La persona a la que se lo teníamos alquilado lo dejó. Desde entonces, hemos intentado arrendarlo, pero no ha habido manera».
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Un cartel rojo y blanco cuelga hoy sobre el letrero de El Duque. «Se vende», reza en mayúsculas, sobre el número de teléfono de contacto que la familia ofrece para cualquier persona interesada en hacerse con el local. Las pizarras, donde solía estar anotada la lista de tapas, está limpia y la persiana gris permanece bajada. «El bar era de mi abuelo, pero lo teníamos alquilado desde que se jubiló. Primeramente, traspasamos el negocio y alquilamos el local a un chico. Lo tuvo seis años, pero montó un bar en otra zona. Luego, lo tuvo otra persona, pero dio el cierre», señala Lucía Gámez.
Para entonces, 45 años después de que, coincidiendo con la comunión de su hijo, Juan Dueñas inaugurase el bar, el negocio ya había echado raíces en el barrio. «Lo ha notado mucho la gente. Pasas y verlo cerrado te transmite muchísima pena», indica la nieta de su fundador, que falleció en 2005. «Lo tenemos puesto en venta o en alquiler porque nos da pena que un negocio de esta categoría, de estos metros, esté ahí cerrado», incide Lucía Gámez. Tanto ella como su familia, residentes también en el Zaidín -en concreto, «en la calle de atrás»-, trabajan en el Ayuntamiento y en el Servicio Andaluz de Salud, por lo que no podrían gestionar el bar. «Somos la mayoría funcionarios y no le vamos a sacar el partido que se merece», argumenta. Sin embargo, hasta el momento «no hay manera». «La cosa está mal, ha decaído mucho la compra de locales con la covid».
La historia del bar es, en realidad, acorde a la del propio barrio, tradicionalmente obrero. «Mi abuelo era de Alhendín y era pescadero. Mi abuela era lo que antiguamente se llamaba la sirvienta de las 'señoricas'. Ella trabajó un montón de años con la Marquesa de Dílar. Era de Montefrío y se la trajeron siendo muy niña a servir. Era lo que había en la época. Ellos eran muy pequeños», relata Lucía Gámez. Tanto Juan como Antonia se marcharon a Alemania, como era habitual, para tratar de construir un futuro más halagüeño. «Estuvieron siete años y, cuando consiguieron trabajar lo suficiente para poder montar aquí el local, se vinieron», detalla.
Una vez en Granada, abrieron El Duque, cuya denominación es una composición con el nombre de Juan Dueñas. «Cogió las dos primeras sílabas de sus apellidos. Por eso se llamó así», explica su nieta. Pero con la inauguración no cesó el esfuerzo. Hacerlo funcionar en una zona del barrio que entonces no tenía la afluencia de personas de la que hoy presume no fue sencillo. En aquellos años, lucía distinto. «El local está ahora reformado por dentro y por fuera. Había una fábrica de maderas al lado y las aceras eran más bajas», precisa Lucía Gámez.
«Les supuso mucho esfuerzo abrirlo y mantenerlo, le dedicaron muchos años», puntualiza. «Mi abuelo estaba allí, pero mi abuela era funcionaria de la Diputación, así que trabajaba por la mañana en el organismo y, por la tarde, en el bar», relata. Comenzó a rodar, mientras a su alrededor se levantaba la imagen actual del barrio. Finalizó la transición democrática, pasaron once alcaldes por el Ayuntamiento, se instaló en la calle paralela el Nuevo Los Cármenes y, a pocos metros, llegó el metro. Las mesas de El Duque fueron testigos de la escritura de la crónica del Zaidín. Ahora, encerradas, buscan un nuevo dueño que les dé un lugar en su futuro.
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