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Asomarse al mapa ferroviario de Granada no es sencillo. Un sola línea, tres sistemas distintos. Como al observar las interioridades de un superordenador o al ... intentar desentrañar las lógicas algorítmicas de la IA, es inevitable que surjan preguntas. ¿Qué demonios es esto? ¿Cómo hemos llegado aquí?
Las cuestiones son difíciles de resolver porque atañen a un enigma que extiende sus raíces dos décadas atrás. La memoria puede ser de ayuda, pero aún lo es más la hemeroteca y apunta a 2004. Entonces no había redes sociales y los móviles más famosos se hacían en Suecia. En Granada se esperaba a Francisco Álvarez Cascos, ministro del último gobierno de Aznar, como agua de mayo, Su visita desencadenó titulares porque sí, fue en ese momento cuando arrancaron los trabajos para la llegada del AVE. La provincia se las prometía felices con un proyecto que la situaría al mismo nivel que Sevilla o Córdoba. El sistema debía llegar, eso sí, en vía única de ancho estándar. La duplicación se decidiría luego.
No sería un enigma si nada hubiese cambiado, pero lo hizo. Tres años después, con Magdalena Álvarez como ministra del primer gobierno de Zapatero. Era la España previa a la crisis, que encabezaba rankings de crecimiento. La malagueña entendió que parte de aquella bonanza debía recaer también en Granada. Fue bajo su mandato cuando se tomó la decisión de apostar por la llegada del AVE en vía doble. También cuando, para hacerlo, se modificaron proyectos ya redactados, con las consecuencias que eso podía tener. La provincia ganaba capacidad, pero dilataba las obras. Una de cal, otra de arena.
La crisis despertó al mundo del sueño de un ladrillazo. A Granada la despertaron en 2013 con un tijeretazo. Ana Pastor, ministra del primer gobierno de Rajoy, la usó con el AVE. Se fue rápido para no ver las consecuencias. Fue el adiós del soterramiento, de la variante y el regreso de la vía única, que resurgía como el Guadiana. Se suponía que, al menos, se aceleraba el proceso. No lo hizo.
Lo que vino después fueron 10 meses con la obra parada y tres años de aislamiento. Ministros de uno y otro partido que no cambiaron de opinión hasta 2019. Ese año, ADIF adjudicó el proyecto constructivo para la doble vía. En 2023 salió el de electrificación. El año pasado se compraron las vías. Falta camino aún, pero la cercanía actual entre las administraciones –Transportes, Fomento y Ayuntamiento– ofrece esperanzas para acabar al fin con un enigma, el de la doble vía, que también se puede abordar con poesía. Valen los versos de Miguel d'Ors, «Tu rostro, que aparece –un relámpago– y que desaparece».
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