Juan Francisco muestra toda la basura que hay en los miradores del barrio de El Fargue. ramón l. pérez

Una escombrera con vistas a Sierra Nevada

Vecinos que pasean por el Fargue alertan de que la zona entre El Caldero y el cementerio es un vertedero en el que la naturaleza comparte sitio con desechos o tierra y bolsas para plantar 'maría'

Miércoles, 16 de noviembre 2022, 01:05

El paisaje de su adolescencia se ha convertido en una escombrera y en un «criadero de ratas», por eso Juan Francisco, de 84 años, escribió un día una carta al periódico para que la gente lo supiera. Para él, lo que hay en El Fargue ... no se puede pagar con dinero. Reconoce que siente pena por esos turistas que, en la capital, se suben al trenecito por siete euros, cuando por 1,40 céntimos se puede coger un autobús de línea y bajarse en la Posada El Caldero. Y ya, desde ahí y tras un «par de cervecitas», se puede caminar y conocer uno de los entornos naturales más privilegiados de la provincia en dirección al cementerio.

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Él se conoce de memoria la zona, a la que llega andando desde el Carril del Picón de la capital. Tarda unas dos horas y media a ritmo de jubilado, pero el paseo, lamentablemente, no sabe tan bien como antes. El motivo es que la porquería puebla el antiguo campo de fútbol frente al viejo cuartel de los militares o la peña de los Arcos, el itinerario azul hacia la Abadía del Sacromonte o el mismísimo entorno del cementerio del barrio, la subestación o el radar de transmisiones militares.

Ramón L. Pérez

«Esto es consecuencia del cambio climático y social: que nos estamos degradando todos», dice medio en broma. Aunque haga chistes, está molesto. Lamenta que los granadinos no sepan cuidar lo mejor que tienen; de lo que pueden presumir fuera de España: el entorno medioambiental.

Lo dice mientras coge dos bloques de tierra de un montón de restos que procede de una plantación de 'maría'. Y lo que suelta por la boca no es reproducible. Ante él, media docena de grandes bolsas negras llenas de sacos de tierra usada, de botellas de abono o papel de aluminio. Algunos metros más allá, otras bolsas. Forman parte del paisaje, y allí parece haberse acostumbrado todo el mundo.

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«Alguno de los restos proceden de chapuzas que se hacen en las casas, pero no se sabe quién las tira. Se suelen ver furgonetas por la zona, pero cuando hay gente, pasan de largo. Aprovechan las horas en las que no hay nadie para tirar aquí sus desechos«

Vecina de el Fargue

María del Mar está con su perro Bruto corriendo por la zona.Lleva tres años viviendo en elFargue y dice que este problema lo conoce desde siempre. «Y hoy hay poca mierda», comenta cuando se le pregunta por tres montañas de escombros que quedan a su lado en su carrerita matinal. La naturaleza es fotogénica, pero también lo es la basura: sillones desvencijados, ladrillos rotos, tejas llenas de insectos o restos de cristales, ropa o muelles oxidados...

«Proceden de chapuzas que se hacen en las casas, pero no se sabe quién las tira. Se suelen ver furgonetas por la zona, pero cuando hay gente, pasan de largo. Aprovechan las horas en las que no hay nadie para tirar aquí sus desechos», señala esta mujer, que nunca ha visto a la Policía vigilar esta zona.

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Los incívicos se adentran en los parajes naturales para esconder sus desperdicios. Ramón l. Pérez

Lo dice desde un lugar, el campo de fútbol del Viejo Camino de El Fargue, que sirvió durante el fuego de San Miguel de este verano como puesto de mando para el Infoca. Esta mujer señala que la única limpieza suelen hacerla personas que van allí a aprovechar lo que se ha tirado. Ya sea un ladrillo o la misma tierra de la marihuana. También los campistas, llegados desde muchos sitios en caravana, se dedican a limpiar estos parajes. Pero no es suficiente.

En la asociación de vecinos del barrio son conscientes de este problema, al que le ven poca solución. «Es que habría que poner un policía detrás de cada ciudadano», dice su presidente Manuel, que se lo ha trasladado en varias ocasiones al Ayuntamiento.

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Juan Francisco no se resigna a que alguien se dé por aludido. Se niega, menos a su edad, que el «barrio más bonito de Granada» esté abocado a la degradación absoluta. Y menos todavía a que se siga permitiendo que «gente sin escrúpulos» use esta espléndida corona de miradores a Sierra Nevada como su basurero particular.

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