«Llevo estas noches apenas sin dormir, pegado al teléfono»
Mi aislamiento ·
Gerardo Cuerva tiene poco tiempo libre, por sus obligaciones en el ámbito empresarial, su larga estancia en Madrid le hace guardar las máximas prevenciones, incluso en el domicilio familiar
ENCARNA XIMÉNEZ
Granada
Jueves, 19 de marzo 2020, 01:37
Ha suspendido un viaje a Madrid porque no están las cosas para desplazarse. Allí debería atender personalmente sus responsabilidades como presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), una tarea que le lleva a estar pendiente de todo lo que ocurre. Por eso, «llevo estas últimas noches sin dormir y siempre pegado al teléfono». Tiene que atender a los medios de comunicación y está en permanente contacto con las autoridades. Una tarea ingente, ya que Gerardo Cuerva es también presidente de la Confederación Granadina de Empresarios y de la Cámara de Comercio de Granada; además de ocuparse de su empresa familiar, en cuyo despacho pasa ahora parte de su tiempo para atender telemáticamente los asuntos diarios.
De la capital de España se vino, tras dos semanas de estancia, para reunirse con los suyos. Esa circunstancia le hace guardar aún más las normas preventivas contra el coronavirus: «Intento, incluso en casa, hacer una vida apartada, siguiendo las medidas máximas de higiene». Ese viaje y el hecho de que su esposa trabaja en la Sanidad -es matrona- aconsejan mantener las distancias, porque «el riesgo viene por los dos lados». Con la certeza de que es momento de pedir serenidad, solicita tener «el máximo respeto y cumplimiento de las órdenes dictadas por las autoridades de todo tipo»; incluso, insiste, «aunque no las entendamos», porque «hay que creer en quienes están ahora mismo liderando».
Unas órdenes que no sólo le afectan como ciudadano de a pie, sino también porque está en contacto directo con el empresariado. «Me están fulminando entre unos y otros, pero es que llevan razón», porque, reconoce, «hay mil millones de dudas y la gente necesita respuestas». Por eso convierte cada rincón en un improvisado consultorio donde intenta transmitir tranquilidad. Entre otros retos, se están creando unos tutoriales que den luz a un momento «en el que tenemos un problemón muy serio» para insistir en que «las cosas se resuelven con visión de futuro: respirando y levantando la cabeza».
Tiene las ideas claras y siempre ha defendido que había que pasar del conocimiento (del virus) a las consciencia (de sus efectos); y aunque tiene, por sus cargos, «una visión global», desde su empresa vive el día a día «y me doy cuenta de la importancia de los detalles, como salvaguardar los cambios de turnos en puesto decisivos», una medida para atajar cualquier eventualidad que surja sin que afecte a la producción, sobre todo en aquellas que son fundamentales para la sociedad.
Aunque está «viviendo a mil», no se olvida de su entorno familiar; y cree que lo mejor es adaptarse a la rutina. Y esa es la idea que traslada a sus tres hijos, de 16, 14 y 12 que están a la espera de las pautas de los colegios para sus estudios y deberes. Una edad «que no sé si es mejor o peor que otras, pero -reconoce sonriendo- lo de no salir no lo llevan bien». Como padres, tienen la suerte de que pueden dejarlos solos cuando es necesario. «Son más responsables» aunque, también «hacen muchas más preguntas». Algunas, todavía, tendrán que esperar la respuesta.
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