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Estado de alarma por el coronavirus en Granada | «Tenemos que transmitir que, a pesar de las circunstancias, no estamos solos»

«Tenemos que transmitir que, a pesar de las circunstancias, no estamos solos»

Mi aislamiento ·

Manuel Mingorance es sacerdote, médico y director de Proyecto Hombre, sigue con sus ocupaciones guardando todas las medidas necesarias

Encarna ximénez

Granada

Sábado, 21 de marzo 2020, 01:48

A Manuel Mingorance no le da tiempo de aburrirse. Aún en estos días, no puede abandonar su labor como sacerdote y médico y, sobre todo, su responsabilidad como director de Proyecto Hombre, una organización que trabaja para prevenir, tratar y aliviar los daños de las personas que sufren adicciones y también a todo su entorno, principalmente a las familias.

«Soy optimista pero sí está claro que tenemos que tomar precauciones y tener cuidado», afirma, y, además, como primera recomendación, «tenemos que estar tranquilos».

Para él estos días siguen siendo muy intensos: «cumplo con mi cuadrante de guardias médicas y estoy al tanto de todo lo que ocurre en Proyecto Hombre acudiendo a su sede». Tiene, por tanto, una cuarentena activa «guardando todas las medidas necesarias». El teletrabajo, como en otros ámbitos está siendo de ayuda, no sólo para sacar adelante el papeleo diario, sino también para mantener el contacto con los usuarios de los centros ambulatorios que «siguen funcionando mientras no nos digan lo contrario». De hecho en la Comunidad Terapéutica de Huétor Santillán «pueden estar incluso mejor que en sus casas, porque tenemos hasta huerto», allí son adecuadamente atendidos y con una vida todo lo normal que marca la propia dinámica diaria de «su propio confinamiento»; eso sí, evitando el contacto entre ellos y con el personal que les atiende.

Uso del teléfono

Utilizan el teléfono para atender a las personas con dependencia tras la suspensión de las terapias de grupo o las citas presenciales en las que se realiza el diagnóstico de situación, pero se mantienen alerta a todas las necesidades que puedan surgir: «es un colectivo vulnerable al que ahora también hay que prestar toda nuestra atención». Por eso, no sólo atienden las llamadas, sino que se ocupan de ponerse en contacto con quienes estos momentos «deben saber que no están solos»; porque «cualquier persona que nos necesite nos puede localizar». Es consciente de que se pueden producir algunos síndromes de abstinencia de quienes, aunque no tengan un diagnóstico reconocido de adicción, sí pueden sufrir dependencia de algún tipo, que se viera agravada por el confinamiento.

Como sacerdote no celebra las misas diarias, sólo la de los domingos, en este caso también «hasta que nos indiquen lo contrario», pero sí ha tenido que dejar de lado otras actividades propias de su ministerio como las catequesis o Cáritas.

Manuel Mingorance no puede realizar, por trabajo y por dedicación, el confinamiento completo. Es de los que salen pero sólo por necesidad; el resto del tiempo permanece en su domicilio, solo, pero seguro de que es así cómo hay que actuar para terminar antes con esta situación: «acabo de venir de la calle y parecía un fantasma. No había nadie». Un hecho que, en otro tiempo nos preocuparía, hoy, es la mejor de las noticias.

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