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Uno de los mil y un libros que descansan en la estantería del despacho del profesor Miguel Ángel Cano Paños lleva su nombre en la portada. Se titula 'Generación Yihad' y lo publicó en 2010. Ese año, este profesor titular de Derecho Penal de la ... Universidad de Granada, que además es coordinador del grado de Criminología, ya llevaba una década profundizando en el terrorismo islámico, una materia en la que es una de las voces más autorizadas del país.
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Yenalia Huertas Amanda Martínez
Su interés por el yihadismo se volvió creciente tras los atentados del 11-S, que siguió desde Alemania, donde compartió residencia con Mounir el-Motassadeq, el integrante de la célula de Hamburgo que, aunque no pudo viajar a América para atentar contra las Torres Gemelas, fue condenado por cómplice. La novia de un compañero investigador de Cano murió también en los del 11-M. De ambas masacres este experto de la UGR sabe hasta el último detalle.
Miguel Ángel es un hombre tan alto como su nivel de conocimiento sobre el yihadismo. Recibe a IDEAL en una sala de reuniones del Instituto de Criminología, que se halla en la calle Rector López Argüeta de la capital. Allí tiene su despacho, donde prácticamente, según confiesa, vive. Su mesa está inundada de papeles; en ella investiga, escribe, lee, prepara sus artículos, clases y conferencias, y mira al mundo... textualmente, pues de sus paredes cuelga un enorme mapa mundi.
Cano sigue la actualidad mundial con interés, y la noticia de la detención esta semana de un presunto yihadista en Granada, que además es estudiante de su misma universidad, le ha inquietado, «porque hace resurgir en Europa y particularmente en España el fantasma del terrorismo yihadista» y demuestra que la ideología del Dáesh sigue estando presente y atrayendo a muchas personas.
Lo confiesa nada más empezar el encuentro con los informadores, no sin antes dejar claro que «el mensaje no debe ser el de generar miedo en la población, pero tampoco de banalizar el fenómeno». Porque aunque ahora los impuestos, la sequía o la guerra de Rusia y Ucrania acaparen los titulares, el Estado Islámico sigue ahí.
Cano conoce todos los casos en los que Granada y el yihadismo han compartido titular. Antes de la de la semana pasada, hubo otras detenciones en esta ciudad, que, a su juicio, es 'tierra santa' para el mundo musulmán y «atrae más a los yihadistas como refugio que como blanco para un atentado», afirma.
«Tengo amigos musulmanes que condenan el terrorismo pero que todavía creen en al-Ándalus y en su esplendor, y en el protagonismo que tenía Granada en los siglos XI y XII. Para ellos, la Alhambra es el destino soñado», comenta, a la vez que apunta a la «facilidad» que ofrece Granada para ser anónimo, para poder camuflarse. Al contar con una población flotante muy grande, «es una ciudad donde uno puede pasar desapercibido por la gran cantidad de estudiantes que hay».
Al pasado andalusí de Granada y a su carácter universitario, el profesor une un tercer aspecto: su situación geográfica, por su cercanía con Marruecos. «Yo no considero a Granada tanto como objetivo terrorista que como lugar de refugio, para formar, para crear células yihadistas», insiste, si bien matiza que «esto que ocurre en Granada puede ocurrir también en otras ciudades de España».
Además de fanáticos, ¿son los terroristas islámicos unos psicópatas? Miguel Ángel recuerda que en su libro concluye que tras los procesos de radicalización en Europa hay factores etnoculturales, socioeconómicos, políticos y religiosos, «pero también hay unos factores piscológicos importantes, porque no todos los musulmanes que sufren esa situación de discriminación socioeconómica, alienación cultural, etc, recurren al terrorismo». En este punto, enfatiza que los terroristas yihadistas «presentan unos niveles de deshumanización que no presentan otros tipos de terrorismo». Convierten, ensalza, el mundo en algo «binario», en el que «unos son creyentes y otros son infieles». Por eso tienen una personalidad antisocial que «sí presenta rasgos de psicopatía».
Sobre la posibilidad de que en Granada se pueda registrar un atentado como el de las Ramblas de Barcelona o el de la sala Bataclán, el profesor se muestra contundente: «Producirse se puede producir en cualquier lugar de Europa, de España y de Andalucía», pues la particularidad de este tipo de terroristas es que tienen la capacidad de improvisar, «porque es un terrorismo suicida».
Cano cree que luchar contra el terrorismo yihadista solo con el derecho penal «no sirve», pues a estos radicales la pena no les intimida. «Hay que decir que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en España han actuado con efectividad contra el terrorismo yihadista, y han llevado a cabo operaciones aquí en Granada, en Madrid, en Barcelona, etc. Lo que pasa es que para luchar contra este fenómeno no únicamente se pueden aplicar medidas represivas, sino que también el trabajo preventivo juega una importancia fundamental, lo que se conoce como 'programas de prevención de la radicalización'».
El problema, como añade el profesor, que por cierto ahora está analizando la situación de los retornados, es que en esos programas «meten en el mismo saco a todos los musulmanes» y no hay que confundir la práctica de la religión con la adopción de una ideología yihadista.
En este contexto revela que en 2018 se aprobó, dentro del Plan Estratégico Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta, la creación de grupos de trabajo en distintos municipios de España para que se reuniesen periódicamente a fin de analizar posibles signos de radicalización en la población.
El programa piloto se hizo en Málaga y, hasta el momento, los equipos se han implantado «en ocho o nueve ciudades de España», pero hasta donde Cano sabe «en Granada, no». Y sería, a su juicio, una medida importante «siempre que el trabajo se focalizase en la prevención y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tuviesen un protagonismo residual».
Sobre el futuro penal del joven detenido en Granada, este especialista recuerda que ha sido puesto en libertad con cargos por la Audiencia Nacional. Esa circunstancia le hace pensar que el juez le puede imputar un delito de enaltecimiento del terrorismo y un delito de adoctrinamiento pasivo, y que habrá visto que, de momento, no hay material suficiente para considerar que estuviera inserto en una organización terrorista ni ultimando los preparativos para un atentado.
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