El exceso de velocidad de los conductores empieza a ser un problema en Granada. Se trata de una de las quejas más repetidas en las juntas de distrito de la ciudad, donde asociaciones y colectivos llevan meses reclamando acciones para frenar prácticas que podrían desembocar ... en accidentes peligrosos. No es un temor infundado ni una exageración, como muestra lo sucedido recientemente en Camino de Caicena. Con apenas semanas de diferencia, en dos controles alternativos, la Policía Local cazó a dos personas que circulaban a más de 100 kilómetros por hora en una vía urbana donde el máximo permitido es de 30, incumplimientos que podrían conllevar penas económicas, pero también de cárcel de acuerdo al Código Penal vigente.
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El debate de los distritos dio el salto a las comisiones municipales en abril pasado, cuando el grupo de Vox se interesó por las soluciones aplicadas por el equipo de gobierno a los problemas denunciados por los vecinos. Los representantes técnicos de la concejalía de Seguridad Ciudadana reconocieron su «preocupación» por la situación y desvelaron que se estaba trabajando en un plan para incrementar el control de la velocidad a nivel urbano.
En las últimas semanas, el equipo de gobierno ha estado recopilando datos de la Policía Local y de las quejas vecinales para definir las líneas maestras del programa de actuación. Aunque todavía no está concluido, desde la Policía Local han confirmado a este periódico que el Consistorio va a instalar radares fijos en los puntos más conflictivos para 'cazar' a aquellos conductores que no respeten las normas básicas de circulación.
Por ahora, no se conoce los puntos en los que se colocarán las cámaras. Sin embargo, de acuerdo a la información aportada por la Policía, la idea que baraja la concejalía de Seguridad Ciudadana, que encabeza la edil Ana Agudo, pasa por ubicar dos dispositivos que se complementarán con los radares móviles de los que ya dispone la capital nazarí desde hace años.
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La 'pacificación' del tráfico es uno de los retos a los que se enfrenta Granada desde hace casi dos décadas. En 2005 se adquirió el primer radar móvil por parte del Ayuntamiento. Posteriormente, durante el primer mandato del gobierno socialista de Paco Cuenca, se incorporaron dos más. La idea era no solo el refuerzo del control de la velocidad, sino también la concienciación de la ciudadanía en relación con el impacto que el tráfico tiene sobre la calidad del aire.
Aquellos dos radares móviles eran los denominados 'TruCAM', dispositivos de gran precisión que permitían a los agentes constatar la velocidad a la que circulan los vehículos con los que se cruzaban y actuar de inmediato en caso de que superasen los límites establecidos. A estos dispositivos se sumarán ahora los dos nuevos radares fijos.
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En paralelo, el plan en el que trabaja el equipo de gobierno plantea también aprovechar la reordenación de los turnos aprobada recientemente para incrementar los controles. Como contó este periódico a comienzos de mayo, hasta ahora la Policía Local únicamente hacía intervenciones de este tipo de lunes a viernes. La falta de agentes que padece el cuerpo desde hace una década y la estructura previa impedía que servicios como el de tráfico se llevaran a cabo los sábados y domingos. Ahora, sin embargo, se va a destinar agentes a este fin todos los días, lo que se espera que tenga un efecto disuasorio entre los conductores.
Los límites de velocidad en vías urbanas y travesías están regulados en el artículo 50 del Reglamento General de Circulación. Es el que aplican, de manera común, todas las urbes del país, entre ellas Granada. Este texto determina que el límite genérico en las ciudades es de 20 kilómetros por hora en aquellas calles que disponen de plataforma única de calzada y acera. En la capital nazarí, es lo que ocurre en buena parte del barrio del Boquerón, donde peatones y conductores comparten calzada.
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El límite de 30 se aplica en vías de un único carril por sentido de circulación. Este es el caso más habitual en Granada, donde desde hace años existe lo que se denomina Zona 30, un área que prácticamente abarca toda la ciudad y donde los conductores se supone que no pueden ir a más. Entre estas estarían precisamente vías problemáticas como Sancho Panza, Camino de Caicena o Avenida de Pulianas, por ejemplo. El límite de 50 solo se establece en calles de dos o más carriles por sentido de circulación.
La Policía asegura que el mayor número de quejas procede de las calles que tienen dos o más carriles. Ahí los conductores se sienten más confiados y superan los límites previstos con más asiduidad. También se producen quejas en vías estrechas, aunque, según los agentes, es más una cuestión de «sensación de inseguridad» que de verdadero riesgo por excesos.
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