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Javier Morales, Mercedes Navarrete, Jorge Pastor y Andrea G. Parra
Martes, 14 de mayo 2024, 00:53
La Universidad de Granada aspira a lograr una financiación, procedente de fondos comunitarios, para dar los primeros pasos en la conversión de la vieja Azucarera de San Isidro en un campus de sostenibilidad único en Europa. La institución académica ha solicitado 80 millones. Del peso del proyecto y la presión política de las distintas administraciones dependerá que esta cuantía llegue a capital y empiece el proyecto de rehabilitación del complejo, cerrado desde hace cuatro décadas. Las instituciones y agentes sociales coinciden en que debe ser una iniciativa prioritaria, un proyecto de ciudad.
En este sentido se pronuncia el presidente del Consejo Social de la capital, Javier de Teresa. «El proyecto de la Azucarera tiene la potencialidad de cambiar nuestra idea de ciudad, abrir Granada a la Vega, recuperar la historia y nuestro orgullo y todo ello con el liderazgo de nuestra cinco veces centenaria Universidad. Este brillante y transformador proyecto, el primero de muchos, debe ser un objetivo claro de la sociedad civil que apoyando a la Universidad con su visión innovadora y de excelencia , nos permita gritar bien alto que 'sí se puede'». De Teresa agradece la apuesta de IDEAL por dar difusión a los proyectos que dan «ilusión» a esta tierra y apartan el tradicional 'quejío'.
El presidente de Cámara Granada y la ConfederaciónGranadina de Empresarios, Gerardo Cuerva, asegura que el proyecto de la Azucarera es un ejemplo «del poder transformador de la Universidad y de su compromiso con Granada». Con esta iniciativa, la UGR «recuperará un edificio que forma parte del patrimonio industrial de la ciudad; un espacio único que revive para ponerse al servicio de la investigación», abriéndose además a la ciudadanía.
Para Cuerva, «el campus de la Azucarera es un proyecto que consolida una estrategia de progreso basada en el conocimiento, la investigación, la ciencia como motor industrial y la tecnología» y, en ese sentido, ha garantizado el apoyo del tejido empresarial «en todos los ámbitos en los que la UGR lo necesite para que el proyecto sea una realidad».
La empresaria Ángeles Orantes-Zurita, al frente de la cadena La Cueva 1900, subraya el término«diferenciación». «La Azucarera San Isidro y el desarrollo del Campus de sostenibilidad de la UGR está llamado a ser este proyecto tractor que la sociedad granadina necesita como piedra de toque para construir la diferenciación que necesitamos como ciudad». Añade que es «un proyecto que solo verá la luz si las instituciones políticas, económicas, académicas y la sociedad civil se unen. Granada lo necesita y Granada puede».
Proyectos como la Azucarera son «sin duda, el vehículo para articular una Granada que mira al futuro sin renunciar al pasado, que cree en su enorme potencial sin envidiar las fortalezas ajenas, que busca un crecimiento integrador sin limitarse a parcheados inconexos». Así describe el decano del Colegio de Abogados, Leandro Cabrera, el futuro campus europeo. Confía en que las administraciones públicas tengan «la altura de miras suficiente para vislumbrar los beneficios que supondrá para la ciudad y la provincia la iniciativa de la UGR, por su impacto a nivel de universidad, economía y sostenibilidad». Desde el Colegio tienden la mano a la Universidad para ayudarla en cualquier aspecto jurídico que el proyecto pueda necesitar.
También hace referencia al «progreso» el catedrático de Historia Contemporánea Manuel Titos. Considera que, a medio plazo, es uno de los «factores de progreso más importantes para Granada». La Azucarera significa, a su juicio, integrar un espacio y comunicarlo con la ciudad «de manera sostenible e inteligente». Garantizará, asegura, el futuro de la UGR en un área de crecimiento tan importante como la sostenibilidad y apostará por integrar la historia dentro de la sociedad actual. Recuerda que la vieja fábrica es memoria de «una época importante para la economía y la industria de Granada».
Desde esta perspectiva, la histórica, el coleccionista Miguel Jiménez Yanguas, que salvó algunas de las piezas de la fábrica, considera que «la Azucarera no ha podido caer en mejores manos, las de la Universidad». «El edificio estaba destinado a ser demolido para construir viviendas, pero aquello se pudo paralizar con la declaración de Bien de Interés Cultural», recuerda. «Es maravilloso que este inmueble se pueda adaptar, conservando sus valores arquitectónicos, como centro de enseñanza o como laboratorios de investigación», dice. En este sentido, destaca las posibilidades que conlleva el mantenimiento de las entreplantas. También considera que la Azucarera sería un lugar idóneo para realojar la maquinaria que se sacó de allí a principios de los ochenta.
José Castillo, catedrático de Historia del Arte y portavoz de la Plataforma Defendamos la Vega Otra Vez, considera que el proyecto de la Azucarera «es una magnífica oportunidad para reivindicar la Vega de Granada y todos sus valores históricos vinculados a aspectos como el comercio de proximidad, la recuperación de los antiguos manejos agrícolas o la salvaguarda de las tradiciones de riego, todo ello vinculado a la propia riqueza arquitectónica del inmueble».
Desde una perspectiva técnica, el decano del Colegio de Arquitectos de Granada, Ismael Rodríguez, considera que «la recuperación de todo el patrimonio industrial que está abandonado en la provincia, consecuencia del cambio de los modelos tecnológicos, debe de ser un reto para los próximos años, ya que hablamos de inmuebles que tienen, además, un alto interés arquitectónico». «La Azucarera de San Isidro es uno de los proyectos que definen la ciudad en los próximos años», añade.
Su homólogo en el colegio de Ingenieros de Caminos, Juan Manuel Medina, lo tiene claro: «La reconversión de la Azucarera de San Isidro en un campus para la sostenibilidad es todo un acierto». «Se trata de un edificio singular para el que se han sopesado varias alternativas durante estos años y esta es, sin lugar a dudas, de enorme interés por su recuperación y por su funcionalidad», agrega.
Según el arqueólogo Ángel Rodríguez, la recuperación de la Azucarera es «una magnífica noticia para Granada». «La arqueología industrial puede contribuir al estudio y reconocimiento de las formas de trabajo de la época y de las relaciones sociales». «Además, este tipo de fábricas han sido también un testigo de la evolución de los cultivos en la Vega y el impacto económico que tuvieron sobre la ciudad», refiere.
Para el decano del Colegio de Economistas este proyecto es sin duda una gran noticia para la ciudad y el Área Metropolitana, no solo por la inversión de 80 millones de euros sino por el retorno que aportaría. «De acuerdo con un informe del Consejo Social de la UGR de 2020, cada euro de gasto de la UGR implica una reversión vía ingresos de siete millones de euros, con dicha regla de tres, estaríamos hablando de una reversión de 560 millones de euros aproximadamente», esgrime.
Recuerda, no obstante, que el proyecto, irá avanzando en función del ritmo de financiación por lo que entiende que la colaboración público-privada sería una vía alternativa que permitiría un desarrollo más rápido del proyecto. Otro aspecto que ve muy positivo es que el proyecto esté alineado con el futuro desarrollo de la ciudad, tanto en el avance del PGOU, como con la futura ampliación del metro. Pero además, Escudero considera fundamental que se abra un diálogo con la empresa a través de la CGE, la Cámara de Comercio para alinear estos proyectos con las necesidades del sector privado.
El director del Parque de las Ciencias, Luis Alcalá, elogia la importancia de recuperar un espacio industrial como la Azucarera. «Es algo digno de aplaudir», apostilla. Que esté la Universidad de Granada detrás de este proyecto es garantía de que se haga «fabulosamente». El Parque de las Ciencias se pone a disposición para que el campus sostenible sea una realidad. Alcalá pone en valor que será un lugar de conocimiento, de esparcimiento y que hará bien a la Vega y la ciudad.
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