«Nuestra madre vino de nodriza y se marchó: aprendimos todo aquí»

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Hijos de una misma cuna en Granada

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A los doce días de nacer llegaron con su madre a este espacio. Había cabida para las mujeres que estaban solas con los críos recién nacidos. «Era nodriza y daba el pecho a más bebés que había aquí». Fue en la Casa Cuna. Después, pasaron al pabellón de Destete. Se pusieron ya «culeros» –primer signo de independencia– y su madre se marchó porque «no llevaba bien tanta disciplina». Allí se quedaron estos dos gemelos que, tenían tantos amigos que eran como hermanos y nunca tuvieron que tirar de ese vínculo umbilical que los llevó hasta allí. «Estábamos juntos pero nos relacionábamos con todos», recuerdan.

Luis Fernando y José Tapia hacían trastadas pero las hermanas Hijas de la Caridad recuerdan que, en general, esos niños de la Casa Cuna eran muy fáciles de llevar.

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Sor Carmen regresa a los veranos en lo que luego fue la residencia –de Diputación– Turismo Tropical, en Almuñécar. Cuando llegaba la hora de volver a Armilla se negaban con la rebeldía propia de la infancia. «Es que ahora solo nos tocará pabellón, pabellón y más pabellón», recuerda la religiosa entre risas.

Los hermanos Tapia agradecen a la vida que la Casa Cuna fuese su hogar. «Aprendimos mucho. El hecho de estar aquí ya era un aprendizaje. Estábamos hechos a las normas y nos sentíamos muy queridos», rememoran.

Tanto Luis Fernando como José aprovecharon la oportunidad laboral que se les brindó como trabajadores de la Diputación. Son administrativos y ahora realizan tareas relacionadas con el que fue su casa. No se han querido alejar de los recuerdos, es más, vuelven a ellos cada día juntos, sin separarse jamás.